Reseña | Falla 1915

En 1915, año esencial en la producción de Manuel de Falla, se sucedieron los estrenos de las Siete canciones populares españolas (concluidas el año anterior, en París) y de El amor brujo. Esta ‘gitanería en un acto con dos cuadros’ —que combinaba ópera de cámara con ballet y pantomima, concebida para lucimiento de la bailaora Pastora Imperio, y en la que Falla (entrevista a Tomás Borrás, Por esos mundos, 1 de marzo de 1915) reelaboraba temas musicales gitanos, contaba con texto de María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra (lo escribiría solo ella), figurines y escenografía de Néstor Fernández de la Torre— desconcertó al público del Teatro Lara por su radical modernidad. Desde su columna en El Liberal, Santiago Arimón (Tristán) criticaba la música por afrancesada, ‘quejumbrosa y triste, debido al deseo de querer hacer una cosa altamente artística’, pero carente de ‘alma española’. Recepción más calurosa tuvieron las Siete canciones populares españolas en el homenaje a Falla y Turina, celebrado en el Ateneo madrileño el 14 de enero.

En el presente álbum se recupera la versión del estreno, para conjunto de cámara (en torno a 16 músicos), de El amor brujo; singularidad compartida con varias primicias a destacar. Es el primer registro de la Bilbao Sinfonietta, conjunto joven formado por jóvenes músicos de admirable talento y promisoria andadura, del que Sánchez Silva fuera cofundador; es el primer ‘clásico’ de la cantaora María Toledo, cuya trayectoria musical jalonan no menos de treinta trabajos discográficos; y es el primero, por último, que recoge la orquestación camerística de las Siete canciones realizada por el compositor Francisco Domínguez (tercera disponible, tras las de Ernesto Halffter y Luciano Berio, ambas sinfónicas).

Sánchez Silva modula con pulcro cálculo intensidades; optimizando tímbricas, se adentra en los misterios de brujería y noche entre arabescos de ensueño. La Sinfonietta destila virtuosismo a cada pasaje. María Toledo aporta la frescura de su versátil voz flamenca. Grande en el canto de El amor, sensual en los recitados. Excepcional en las canciones, entregadas siempre a voces líricas.

Por Alejandro Santini Dupeyrón