Sonatas y Estudios
Obras de Chopin, Scriabin, Liszt y Ligeti
Yuja Wang, piano
DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 8140
Deutsche Grammophon desafía tiempos de crisis y lanza al mercado el disco de debut de la virtuosa pianista china, de tan sólo veintiún años de edad, Yuja Wang. Se estrenó en los grandes escenarios en el año 2005, y aún hoy sigue demostrando concierto a concierto la brillante técnica y la sutilidad de su musicalidad. Quizás rivalice directamente con sus compatriotas Lang Lang o Yundi Li en la misma compañía discográfica, pero Wang no ha de temer su emergente espacio, y meritorio, dentro de la fonografía actual del piano, pues por valores propios alcanza un nivel de considerable altura con este álbum centrado en una mezcolanza maravillosa de obras de Chopin, Scriabin, Liszt y Ligeti. Este último compositor parece chirriar dentro de los anteriores nombres, pero la pianista, intercalando sus Estudios nº 4 “Fanfarrias” y nº 10 “El aprendiz de brujo”, consigue aclimatarlo al discurso pianístico que emana de sus privilegiados dedos. Y es que no hay duda posible para cuestionar el talento emergente de Wang, quien abre el disco con la Sonata para piano nº 2 en si bemol menor, opus 35 de Chopin, la que contiene el famoso movimiento lento denominado “Marcha fúnebre”. La intérprete equilibra inteligentemente las partes contrastantes de cada movimiento, subrayando el tono más intimista y vital de la pieza. Tras el cuarto estudio de Ligeti, Wang ofrece su personal versión de la Sonata nº 2 en sol sostenido menor de Scriabin, la última obra escrita por el autor ruso y fechada en 1897, una pieza contemplativa de por sí que se convierte en ensoñadora en sus manos, gracias al empuje compartido entre partitura y pianista de lirismo y metodismo extenso sobre el lecho de bruscos cambios armónicos. La precisión en la pulsación y la justa vigorosidad se hacen patentes no sólo en estas partituras sino en el siguiente estudio de Ligeti, el nº 10, mágico en su embrujo diabólico y repetitivo. Pero Wang no se amedrenta y decide acabar este inmejorable trabajo discográfico con una pieza obligada pero de difícil ejecución: la Sonata en si menor de Liszt, compuesta en 1857. Este todo un caballo de batalla para todo pianista de categoría, y la joven china se crece, da lo mejor de sí y abomina al oyente con una precisión, delicadeza emocionante y gusto por el fraseo expresivo que ya quisieran para sí muchos de los grandes pianistas aún hoy en activo. En resumen, pocos jóvenes profesionales devotos del teclado han sugerido mejor arranque para su futura carrera internacional.