
La pieza orquestal Y el silencio era el aire, del compositor contemporáneo Sergio Blardony, nos adentra en el mundo de la creación durante el confinamiento de 2020. Los poemas de Pilar Martín Gila son musicalizados por Blardony en esta composición que fusiona sonido y palabra, explorando el tema de la espacialidad.
Por Joan Gómez Alemany
Introducción
Parece que estamos superando la pandemia causada por la COVID-19 y, por ello, podemos vislumbrar qué ha ocurrido musicalmente durante su transcurso, ya que nos encontramos inmersos en tiempos pospandémicos. No cabe duda de que el trabajo de Sergio Blardony, titulado Y el silencio era el aire (2021), sobre un texto de Pilar Martín Gila, es, y será, una referencia sobre la creación contemporánea producida durante esta crisis mundial e inspirada en ella. Brevemente citamos al propio Blardony, quien en la partitura escribe como comentario introductorio a su composición: ‘Esta obra orquestal surge del confinamiento motivado por la pandemia del COVID-19 que ha azotado el mundo desde inicio de 2020. Con la poeta Pilar Martín Gila, nos propusimos trabajar en un proyecto que abarcara obras en diferentes formatos. Por ejemplo, una obra radiofónica encargo de Radio Clásica para la representación de Radio Nacional de España en el Prix Palma Ars Acustica 2021 que organiza la UER (Unión Europea de Radiodifusión), y que fue estrenada en el programa “La Casa del Sonido”el 1 de junio de 2021’.
Encargo de la Orquesta de Extremadura y la Fundación SGAE y la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS), Y el silencio era el aire fue estrenada por dicha agrupación bajo la batuta de Andrés Salado el día 5 de noviembre de 2021 en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Mérida. Se trata de una obra de grandes dimensiones, de más de 20 minutos de duración que, además de para orquesta, está escrita para un grupo vocal de nueve voces. Estas se encargan de recitar el texto que Pilar escribió durante el confinamiento, al igual que Sergio escribió su partitura inspirada en el texto anterior.
Hemos de pensar que durante el confinamiento no todo el mundo pudo seguir trabajando como ahora lo hacemos. Conocemos a varios compositores que no pudieron crear porque su mente no llegaba a concentrarse y se dispersaba al serle negada su libertad. No ha sido el caso de Blardony, quien, entre muros y emparedado, realizó esta obra que reseñamos. Pensemos en la valentía del compositor al enfrentarse al encargo de componer una pieza para orquesta en ese ambiente que todos sufrimos y sentimos de encerramiento, claustrofobia o incluso de estar aprisionados. Componer una obra para una pequeña instrumentación podría ser algo factible, pero si pensamos que el compositor estaba escribiendo para un total de 62 músicos, y de su mano dependía cada sonido emitiendo por todos ellos, la ‘responsabilidad creativa’ a la que se enfrentaba podría haberlo dejado en blanco… Metafóricamente hablando, así eran las paredes en las que sus ojos estaban atrapados cada día y de manera monótona sin descanso.
Recordemos que el poema en que se basa la composición se encuentra dentro de un libro escrito por Pilar Martín Gila titulado Emparedada y editado por Libros de la Resistenciaen 2021. Dos versos de este poema, ‘Nunca será la carne | otra cosa que forma confinada’, nos sugieren esta agobiante sensación, que solo la resistencia creativa puede superar.
Como en otros trabajos de Blardony, la colaboración con Martín Gila es frecuente y crea sinergias interdisciplinares. Porque tanto la música se impregna de poeticidad como la poesía de musicalidad. En paralelo, y en comparación con Y el silencio era el aire, otra obra en que ambos creadores colaboraron, y en donde la poética de lo frágil y lo ínfimo está también presente, es la partitura titulada Apenas un roce (2018); el mismo precioso título ya es de lo más sugerente. Como en su obra para orquesta, observamos ahora en una dimensión camerística la sutileza de generar espacios sonoros estáticos, donde predominan las dinámicas suaves, pero que a veces son sorpresivamente violentadas por grandes irrupciones sonoras que rompen esa tranquilidad. En Apenas un roce encontramos otro texto de la poeta, pero por medio de la propia voz de Pilar pregrabada y emitida como música electrónica.
El espacio, la palabra y la voz
Luego de esta breve introducción podemos apuntar como característica definitoria de Y el silencio era el aire que el espacio es trabajado desde múltiples vertientes. Ya hemos señalado que su inspiración viene dada por un hecho netamente espacial, el confinamiento. Pero esto no es algo anecdótico, sino estructural y de construcción poética. Primeramente, las palabras del poema y los cantantes que las emiten se distribuyen por el espacio escénico de forma diferente a lo que se podría esperar en una obra para orquesta y voz. A ello hay que añadir que el poema es ya de por sí fragmentado, lleno de elipsis, que potencian los conceptos austeros, para transmitirnos la sensación del confinamiento y de ruptura de un supuesto espacio libre, homogéneo y natural. Esta visión moderna que toma técnicas de las vanguardias literarias, contra toda concepción de una poesía clásica y académica, hace que la palabra se fusione con la música de manera original. La poesía etérea y con un significado silencioso deviene música del aire (recordemos el título de la pieza).
Por otro lado, la orquesta parecería con sus emisiones sonoras significar conceptos, mientras que las palabras se transfigurarían en música ausente de significado. Estas dimensiones graduales, como podemos observar, ya generan sensaciones espaciales al poner en relación grados diversos de elementos que crean una escala. Entendamos esta de manera general y poética, como lugares en continuidad que ponen en relación diversos peldaños (así son las escaleras de todo tipo). Blardony es muy consciente de cómo ello influye sobre el trabajo de la voz y el concepto. Citémosle otra vez: ‘la búsqueda de un lugar no excluyente entre la palabra dicha y el canto, un espacio que se presenta siempre complejo (pensemos simplemente en el sprechgesang de Schönberg y los problemas de definición que históricamente ha supuesto), a la vez que de enorme interés, y que coloca sobre la mesa —como metáfora de ese espacio cotidiano transgredido— la idea de un no-lugar, producto de esa resignificación de la casa y la relación con el otro’.
El sprechgesang (canto hablado) es una técnica que Blardony utiliza en su obra y remarca esta idea comentada sobre la indefinición, sobre la construcción de un lugar no-lugar. Pero esta técnica vocal no es la única que potencia la idea de espacialidad. La movilidad e imitación de las voces entre sí, que no llegan a crear cánones estrictos, pero se acercan, resaltan también la gran cualidad espacial que recorre toda la composición. No solo sonoramente, sino también contemplando las grafías de la misma partitura y la distribución de sus fuerzas sonoras en el papel.
Una obra que tiene ciertas conexiones con la de Blardony es la composición de Luigi Nono Il canto sospeso. Esta se podría traducir por ‘el canto suspendido’, otro precioso y poético título, que hace aún más evidente la conexión con la obra de Sergio, creador también de bellos títulos; recordemos otra obra suya titulada Un soplo que vacía el pecho (2018) que contiene también textos de Pilar Martín Gila. Il canto sospeso utiliza unas técnicas que deconstruyen el canto para ‘suspenderlo en el aire’, dentro del estilo musical llamado serialismo integral que, en otro contexto, la pieza de Blardony nos podría recordar. De igual forma, la peculiar rítmica de la obra anterior también puede encontrarse en la de Blardony. Aunque en esta última se utiliza una técnica diferente, con frecuentes ritmos a contratiempo y hoquetus, algo que nos remite a la música medieval que, sin duda, tiene una cualidad muy estática al potenciar lo horizontal y contemplativo, sobre lo vertical y la progresión.
Rápidamente podemos observar que la voz es algo recurrente en la estética musical de Blardony, no podía ser de otra manera, viendo sus grandes conexiones con la poesía. En varias de sus obras (en la orquestal incluida), trabaja la inercia de la voz, a través de filigranas que se van tejiendo y modulando poco a poco. Tomando el ejemplo del compositor Morton Feldman (un referente sonoro también de Blardony por su estética de las sonoridades en pianissimo y lentas), podemos comparar la idea de su música con las alfombras. Los geométricos trazos y arborescencias que suelen aparecer como elemento visual en las alfombras, pueden trasladarse sinestésicamente al trabajo espacial que Blardony hace con su música.
El espacio y la instrumentación
En lo que respecta a la espacialidad que los instrumentos realizan (más allá de la voz), hay una técnica predilecta y que se repite a lo largo de la composición orquestal: el unísono. La soledad frente a la multitud, uno es más interesante que muchos, menos es más, son frases que podrían caracterizar ciertos pasajes de Y el silencio era el aire. El unísono, como su mismo concepto indica, potencia un único sonido. Pensemos que esta técnica no es la habitual y común en la música occidental, muy propensa a fundamentarse en acordes especialmente de tríada, es decir, tres sonidos, no uno. No obstante, otras culturas como la árabe o la hindú (y la música contemporánea ha sido muy influenciada por estas, por ejemplo en Giacinto Scelsi, otro referente de Blardony) han recurrido continuamente a la creación de músicas, mediante el uso prolongado de un único sonido (incluidos varios instrumentos realizando el mismo o muy parecido). Con ello se consigue un gran estatismo que potencia la idea del reposado plano espacial y horizontal, contra un movimiento tenso y ascendentemente vertical. Lo horizontal además se emparenta con la idea de lo cíclico, contra la concepción típicamente occidental del progreso y cambio histórico. La idea oriental del eterno retorno (que Nietzsche la tomó de ellos aunque la integrara en la filosofía occidental y su ‘visión de Zaratustra’) provoca que el inicio y el fin se disuelven para crear un mar ausente de expectativas y deseos. Algo que la idea hinduista del nirvana ejemplifica perfectamente.
Si lo que comentamos podría parecer algo ‘esotérico’, fuera de la pieza orquestal o demasiado abstracto y metafórico, recurramos otra vez más a las mismas palabras de Blardony, para comprobar que estas ideas están en su composición: ‘Así, se trata de quebrar los límites temporales de la obra para poner el peso en el plano espacial, de manera que el público se llegue a preguntar cuándo ha comenzado la obra realmente y cuándo ha finalizado (si es que finaliza, al menos conceptualmente, en algún momento)’.
Indefinición podría ser la sensación de extrañamiento que sufrimos al estar confinados; indefinición podría ser la poesía musical que Blardony nos invita a escuchar. En Y el silencio era el aire escribíamos que el espacio se apunta en el poema, se materializa en la colocación de sus cantantes y se ejemplifica en el estilo vocal e instrumental que el compositor trabaja en su obra. Por último, lo espacial queda representado también en la arquitectura formal de la composición. Escribe bellamente Blardony en referencia a su obra: ‘Ha sido la vivencia de una clausura, de una forma única de silencio’.
El espacio y la forma musical
Poesía, espacio, sonido y silencio, podrían ser los grandes generadores de la forma musical de Y el silencio era el aire. Desde el símil arquitectónico, diríamos que son sus cuatro columnas principales. En referencia a ello, podríamos ver influencias en la obra de Blardony de otra obra de Luigi Nono titulada A Carlo Scarpa, architetto, ai suoi infiniti possibili (A Carlo Scarpa, arquitecto, a sus infinitas posibilidades). Aquí, mediante el uso sistemático del unísono y una estructuración muy marcada de las masas sonoras, se consigue una fuerte e interesante arquitectura musical. Pero el procedimiento de Blardony aunque similar al anterior, es diferente, e incluso contrario y más complejo. Mientras utiliza frecuentemente unísonos, partes estáticas y un volumen sonoro suave, todo esto es a veces sorpresivamente violentado por grandes descargas de energía. Hemos de recordar que el confinamiento no fue algo agradable y en nuestro estatismo, la tensión creciente como si un volcán estuviese a punto de su irrupción, eran sensaciones comunes a todos. El marcado contraste espacial entre lo uno (unísono) y lo múltiple (descarga abrupta de sonidos), en su visualidad plástica, parece transmitir sinestésicamente al oído la visión brutal de un espacio amenazante. Como el de un barranco en el que vemos una persona a punto de caerse.
Estas complejas construcciones o arquitecturas van edificando la música de Blardony. Pero, por supuesto, hay muchas más. Su pieza, de larga duración y complejidad, nos revela una multitud de secretos y técnicas que la música actual con sus medios es capaz de crear.
Creación actual
El confinamiento ha sido algo reciente, inesperado, contemporáneo; por ello, no podría utilizar los recursos musicales del pasado lejano, tan omnipresentes en las programaciones habituales de las orquestas. Apostar por la creación más viva, más actual, más arriesgada, en definitiva, más interesante, es la actitud que desearíamos para todos los músicos que no se contentasen con repetir la monotonía cómoda de la convención y la tradición. Una perfecta metáfora de que la programación musical actual aún no ha superado su ‘confinamiento’. Nada que ver con Y el silencio era el aire, que es una creación muy digna de ser tomada en cuenta, como ejemplo de la creación más interesante de nuestros tiempos.
Respaldemos estas iniciativas y fomentémoslas, porque con estas creaciones artísticas de verdad podremos recordar auténticamente nuestras experiencias recientes, como la causada por la pandemia. Son estas obras las que mejor reflejan el día a día para legarlo a las nuevas generaciones. Queramos superar la concepción clásico-romántica de la música omnipresente de nuestros auditorios, de igual manera que buscamos ya pasar página de la experiencia COVID-19.
Otra vez más, afirmamos que Y el silencio era el aire es una música compleja, bella, interesante, reflexiva y por ello, escuchémosla y aprendamos de todas las poéticas que nos revela.
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