‘No se necesitan medios vocales singulares para cantar estas arias antiguas, si bien una ejecución precisa de lo que está escrito. Una dosis de buen gusto y mucho cariño por el estudio harán el resto’.
Alessandro Parisotti
Roma, noviembre 1885
Por Fabiana Sans Arcílagos
A finales del siglo XIX la Casa Ricordi publicaba los tres volúmenes de Arie Antiche del compositor, editor y crítico italiano Alessandro Parisotti. Estos libros, dedicados a su maestra Margarita de Saboya, reina de Italia, ‘resucitan’, tal y como el autor lo expone en el prefacio de su Libro primo, una gran cantidad de arias barrocas, que pone a disposición de los cantantes para ser interpretadas. Así, la intención de Parisotti con esta colección era ‘la de rescatar de un inmerecido olvido todo un repertorio de música para voz con acompañamiento instrumental’, pretendiendo, además, proveer a sus contemporáneos de modelos del genuino arte del canto italiano que permitieran ‘purificar el gusto’ a través de una ‘resurrección de lo antiguo’. Y vaya si este renacimiento ha sido efectivo: estos volúmenes suelen ser el primer acercamiento a la música barroca que se tiene dentro de las cátedras de canto, considerándose como uno de los principales libros de estudio de las mismas.
Con esta idea, el musicólogo, pianista, compositor y editor Juan Francisco Sans Moreira decidió recopilar una serie de obras del Barroco con textos completamente en español buscando resurgir esa música ‘olvidada’ y llevarla a las aulas de canto de los conservatorios y escuelas para que los alumnos, además de Cavalli o Cesti, se hicieran con el repertorio de compositores hispanoamericanos como Esteban Salas, Esteban Ponce de León, Manuel José de Quiroz o Manuel Sumaya.
El proyecto, subvencionado por la Fundación Cultural Latin Grammy y editado por el Fondo Editorial de Humanidades y Educación del Departamento de Publicaciones de la Universidad Central de Venezuela, ve la luz en el año 2018 bajo el nombre de Arias Antiguas del Nuevo Mundo. En él se pone a disposición de los cantantes —especialmente, pero no es excluyente— treinta y una piezas compuestas en América entre los siglos XVII y XVIII pertenecientes a aquellos compositores que ‘ejercieron su magisterio musical en un gigantesco ámbito geográfico que abarcó el Virreinato de la Nueva España’.
Como Parisotti, Sans Moreira no se centró en realizar una edición crítica de las obras, sino en llevar a cabo ‘una investigación de la bibliografía’, en la que se recopilara ‘toda la música disponible para voz sola con acompañamiento instrumental’ del territorio anteriormente citado. El músico nos cuenta que ‘estamos hablando de una cantidad de libros que se han publicado en un lapso de cincuenta años de los cuales nadie conoce nada’, excepto algunos especialistas dedicados a la investigación de la música antigua hispanoamericana. Por ello, él agradece y realza el trabajo de sus colegas, quienes ‘se quemaron los ojos en archivos haciendo esas versiones y las publicaron, pero en las que nadie se interesó’. Nos aclara Juan Francisco que las piezas tomadas de estas ediciones ‘habían sido editadas en sus versiones originales con orquesta’, por ello, él decidió ‘hacer una edición de uso que permitiese a los cantantes un acercamiento inicial a esta música’, ya que su objetivo principal es dar a conocer las obras y que se ejecuten y, si les interesa, les invita a profundizar ‘en una interpretación históricamente informada de este repertorio’.
A pesar de esto, no todas las obras son tomadas de libros ya publicados. Esta edición cuenta con una transcripción, por ejemplo, del aria Inverso en orden y de Al norte fija de Rafael Antonio Castellanos, ambas provenientes del Archivo Histórico Arquidiocesano de Guatemala. La curiosidad de estas piezas es que, a pesar de tener la misma música, contienen algunas características diferentes como que la primera se trata de un aria convencional, mientras que la segunda ‘puede ser utilizada como un aria de profesión de monja’ y consta de ‘dos letras para el airoso, y seis para el aria’. Además de estas dos, existen otras obras como Quédate en paz de Castellanos, Corazón osado mío de Ponce de León o Por más que el fiero Averno de José Francisco Velásquez, que tuvieron que ser reconstruidas parcial o totalmente.
Sans Moreira toma oratorios, arias, minuetos, seguidillas y villancicos y los convierte en ese material de uso. Él acota, entre otras cosas, que esta edición es ‘de por sí un imposible histórico’: la mayoría de las obras seleccionadas están escritas para una orquesta de arcos, teniendo dos casos extra en los que se incluye una trompa y otro en el que se suman una flauta y otra trompa, y que, al reducirlos a una partitura para piano y voz, se aleja de los cánones de la época. A pesar de esto, él toma esta vía para poder facilitar realmente ese acercamiento al alumno que no tiene la posibilidad de estudiar continuamente con una orquesta u otra formación, ‘evitando sortear de la manera menos invasiva’ estas reducciones, cosa que también hizo su predecesor italiano.
Si volvemos a Parisotti, él expone su cuidado en evitar la modificación de las obras originales, consultando manuscritos para ‘acercarse a la forma más elegante y correcta’ al transcribir las arias, siendo muy meticuloso para no agregar nada personal, especialmente en los acompañamientos y armonizaciones del bajo continuo. A pesar de esta especificación, hoy día muchos maestros comentan que sí se tomó atribuciones, desmejorando las piezas y cayendo algunos en animadversiones hacia el italiano algo extremistas, motivo por el que Sans acota que Parisotti no solo realza la figura de los compositores y las obras contenidas en el libro, sino que ha sido importante para la historia ya que se nos olvida que fue él quien se interesó en esa parte de la música (la antigua y el canto italiano ‘puro’) cuando a nadie le interesaba, siendo su gran aporte que hoy día piezas como Caro mio ben de Giuseppe Giordani, Lasciatemi morire! de Claudio Monteverdi o Sento nel Core de Alessandro Scarlatti estén, nunca mejor dicho, en boca de todos.
Retomando la idea del proyecto y el carácter didáctico con el que se ideó, debemos hacer hincapié en la buena utilización de las redes de comunicación de nuestro siglo. Y es que, tal como nos lo cuenta Juan Francisco, una ‘parte importantísima del proyecto fue ponerlo de libre acceso, siendo este el convenio con la Latin Grammy, ya que el trabajo se hizo para usarlo, no para venderlo, para que esté a disposición de todo el que se lo quiera descargar’. Gracias a esto, podríamos decir que las Arias Antiguas del Nuevo Mundo son todo un éxito editorial, ya que, entre las distintas plataformas en las que se puede encontrar, se contabilizan alrededor de nueve mil descargas, un hito impensable si lo llevamos a las ediciones musicales en papel.
El músico venezolano actualmente está trabajando, entre otras actividades, en la preparación de dos volúmenes más de este proyecto, centrado el segundo en los maestros de capilla y músicos italianos en América que escribieron música en español.
Juan Francisco Sans Moreira finaliza aportándonos una reflexión respecto al pensamiento que se tiene sobre la música antigua en América: ‘la antigüedad tampoco es tan reciente como pareciera; si bien no hay música medieval, sí hay música renacentista y barroca, empezando por la impronta que a partir de 1492 llevó España al territorio americano’. Continúa el también pianista diciendo que ‘hay algo muy interesante en lo que la gente no se para a pensar’ y es que en ‘la historia de Europa, el canto gregoriano, por ejemplo, fenece como una práctica global cuando Carlos V tiene que enfrentarse al surgimiento del Protestantismo, anulando ciertas tradiciones, como este canto, e inventando una nueva música que debía cortar con la Iglesia Católica. A pesar de que se empiezan a escribir, por ejemplo, corales, y muchos de ellos podían estar basados en el canto gregoriano’, estos no se relacionan. Pero, ‘¿quiénes y dónde se salvaguardan esas tradiciones? Sí, en España’, pero no hablamos del porcentaje de población de la Península, sino ‘a través de los que formaban parte de sus territorios, especialmente los de América Latina. Saber cómo se cantaba o cómo se hacía este canto en el continente son estudios que aún están por hacerse, aunque ya existen algunos como el de Bárbara Pérez […], porque una cosa fue la independencia de España, pero la Iglesia con ello no cambió’. Debemos mirar un poco más hacia los intercambios entre los territorios, el impacto y la preservación de las tradiciones, muchas de ellas aún vivas entre América y Europa.
Agradecemos, además de la entrevista, los materiales proporcionado por el doctor Juan Francisco Sans Moreira, algunos de los cuales se citan en este artículo.
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