El trío formado por Maria Zubimendi (acordeón), Gorka Catediano (percusión) y Jon Ansorena (txistu) es todo un descubrimiento. No solo por su atípica plantilla (no existe otro trío igual a día de hoy), sino por su forma de entender la música contemporánea. Creen que el proceso de normalización de escucha de estas estéticas es tarea de todos, los programadores y los intérpretes, y por eso plantean sus programas de una forma cercana, dando al espectador las claves para entender las obras que interpretan. Aprovechan este tiempo de paro obligatorio para pensar en sus objetivos y en el futuro, pero siempre manteniendo intacta su esencia: ampliar el catálogo de obras para su formación y conseguir que el público disfrute con ellas.
Por Susana Castro
¿De dónde surge la idea de crear este trío? Creo que os conocisteis estudiando en Musikene.
Maria: Sí, nos conocimos en Musikene. Al principio formábamos diferentes agrupaciones de cámara entre nosotros, no empezamos como trío. Más tarde nos propusieron hacer un concierto a trío en el Bernaola Festival de Vitoria y empezamos a tocar juntos. Comenzamos interpretando obras a dúo y la única obra a trío que existía en aquel momento para nuestra plantilla.
Sois una formación bastante atípica: acordeón, percusión y txistu. Supongo que al principio sería complicado encontrar obras para esa plantilla.
Gorka: Sí, repertorio para dúos de acordeón y percusión, percusión y txistu o txistu y acordeón sí hay bastante, son formaciones que se han trabajado más, pero la formación completa de trío estaba prácticamente sin explotar. Únicamente existía una obra, la que ha comentado Maria, de David Cantalejo, así que en ese concierto estábamos obligados a tocarla, no había dónde elegir. A partir de ahí convertimos ese problema en nuestra fortaleza. Buscamos identificarnos precisamente por ello, por generar nuestro propio repertorio.
¿De dónde tomáis el nombre de ‘Zukan’?
Jon: De nuestros apellidos (risas). Quizá es poco original. Al igual que nuestra formación surgió por casualidad, también el nombre nos cayó más o menos del cielo. Pero quedó bonito, estamos contentos. Se lo debemos a la dirección de Musikene de aquel entonces y a Relaciones Externas.
¡Pensaba que era euskera! ¿Cómo definiríais vuestra forma de trabajar? A la vista de vuestros proyectos, debe ser un tanto peculiar…
Gorka: Se establece en torno a lo que decíamos antes, hacer de la falta de repertorio nuestra característica. Normalmente una agrupación está acostumbrada a escoger un repertorio porque lo conoce, incluso ya está grabado. En nuestro caso hay que empezar desde mucho más atrás. Hay que pensar que queremos una obra nueva, elegir a un compositor, convencerle de que escriba para nosotros y, una vez que ese primer paso está hecho, trabajar con el compositor en crear una nueva obra y, después, llega nuestro trabajo como intérpretes, estudiándolo y llevándolo a un escenario. Toda la acción previa es parte del resultado y normalmente no es algo tan habitual en las formaciones de cámara.
Vuestra formación, por necesidad, está dedicada a la música contemporánea, pero, ¿cómo nació este interés hacia la música de nueva creación?
Maria: Nuestros instrumentos, aunque vienen de la tradición, tienen una historia muy joven; no son instrumentos de la tradición musical clásica, así que trabajar obras contemporáneas es algo habitual para nosotros, lo hemos hecho desde siempre, incluso cuando estudiábamos Grado Medio, ya que algunos de nosotros ya trabajábamos con estos lenguajes más vanguardistas por aquel entonces. En Musikene los tres estuvimos muy inmersos en una formación casi exclusiva de música contemporánea.
Por supuesto, es un tipo de música con el que te tienes que sentir muy cómodo y tiene que gustarte para dedicarte a ello profesionalmente. Creo que se mezclan un poco las tres cosas: el tipo de instrumento, el tipo de formación y el gusto por lo que hacemos.
¿Cómo recibe el público estos programas de música tan vanguardista?
Jon: Sorprendido y agradecido. Hace poco estuvimos dando un concierto en la Fundación Juan March y al final se nos acercó un señor que nos comentó que no era un tipo de música al que estuviese acostumbrado pero nos daba la enhorabuena por ser algo sorprendente y divertido. Estaba muy agradecido por haber tenido una experiencia diferente con unos instrumentos muy distintos. Aunque en el programa diga que somos acordeón, percusión y txistu, en el escenario te encuentras con muchos más instrumentos, obras electrónicas, etc. Creo que la respuesta en general es positiva. Evidentemente también depende de la predisposición del público.
Gorka: Para mí una de las claves de la música contemporánea es lo que decía el compositor suizo Holliger: debe ser como una serie de bofetadas al público. Se trata de ir dando bofetadas musicales al público hasta que encuentre el gusto por que le abofeteen. El hecho de que los estímulos estén cambiando constantemente, que la cantidad de información que recibe el público sea constante, con mucha energía, prácticamente abrumadora, puede hacer que al final encuentre el gusto por eso. Puede que no entiendan esta música tan fácilmente como entienden otras, pero sí que pueden encontrar un disfrute en la experiencia.
En España y en Europa hay gran cantidad de ciclos y festivales dedicados íntegramente a la música contemporánea. ¿Creéis que es bueno que esta música tenga su propio espacio? ¿No creéis que debería integrarse con el resto de músicas?
Maria: Creo que tiene su lado malo y su lado bueno. Claramente el lado malo es que al no estar integrada en otros circuitos y en otras salas que atraen a más público, muchas veces se convierte en una parte de la música que es tabú, crea miedos o prejuicios. Si ese circuito tiene la etiqueta de ‘música contemporánea’ y tú has escuchado que esa música es fea, no te animas a ir, simplemente por el nombre del ciclo o del festival. Así, se corre el riesgo de que se quede al margen de la sociedad en general y que se convierta en una música para gente especializada o ya familiarizada con ella. En este sentido, creo que sí sería interesante que se incluyese la contemporánea en programaciones no habituales. Tenemos que conseguir que esto se normalice.
Por otro lado, existe el miedo de las instituciones y programadores sobre qué va a pasar si se programan estéticas que el público no está acostumbrado a escuchar. Si la primera vez es un desastre, puede que en el futuro intenten evitar ese riesgo. Pero si queremos que se amplíe la programación y que otras músicas que no pertenezcan a las estéticas más clásicas se introduzcan dentro de nuestra cultura, hay que apostar por esta integración.
Jon: Creo que es evidente que hay mucho trabajo por hacer. En parte defiendo la especialización, creo que es bueno que haya festivales concretos de música tradicional, de música antigua, etc., porque también pueden convertirse en un referente, pueden ser festivales de referencia para marcar una guía y transitar ciertos caminos en cada ámbito pero, evidentemente, tiene que haber un gran trabajo de difusión general. Hay que poder mostrar todo tipo de músicas en los festivales genéricos. Los programadores deben reflexionar y nosotros ayudar a llevar a cabo este proceso de normalización de la música contemporánea. Nosotros trabajamos en este sentido, es parte del ser del Trio Zukan; tratamos de enseñar, de acercar la música al público, explicársela, darles pautas, no solo que lleguen al concierto, se sienten y escuchen.
Vuestro intento más evidente en este sentido es un proyecto pedagógico que habéis llevado a cabo junto a Urtzi Iraizoz a través de un cuento musical, ¿qué tal ha funcionado con el público?
Gorka: Fue muy gratificante. Los niños no tienen filtro o prejuicio hacia la música contemporánea, tienen los oídos limpios, no como la mayor parte del público. Para ellos era un cuento con música, sin más, lo cual nos deja ver cómo encaminamos nuestros gustos hacia un tipo u otro de música en base a lo que estamos acostumbrados a escuchar y a la educación que hemos recibido.
Maria: En nuestros conciertos, aunque no sea didácticos, intentamos explicar las obras antes de interpretarlas y dar las claves al público para que puedan seguir las obras. Si ese público no ha sido formado para entender ciertas estéticas que están más alejadas de los no especialistas, si carecen de herramientas para poder disfrutar de esa música, también es nuestra responsabilidad facilitar la compresión de las obras y de la música que interpretamos.
Es una postura muy inteligente. Hay quien cree que debe ser el público el que se adapte…
Maria: No puedes pretender que las cosas cambien de la noche a la mañana. Hay que hacer un esfuerzo, es responsabilidad de todos normalizar estas estéticas que, a priori, son más diferentes.
Vuestro proyecto más importante es Soinuzko begiradak, a través del cual hacéis encargos a distintos compositores para tener repertorio para vuestra plantilla. Con él sacasteis vuestro disco en 2019. ¿Cuál es el hilo conductor?
Gorka: ‘Soinuzko begiradak’ significa ‘Miradas sonoras’ en euskera. En realidad es un cajón de sastre. Ahí se incluyen todas las obras que estamos encargando a diferentes compositores. Nosotros contactamos con un compositor, le ‘engañamos’ para que escriba algo para la formación y, una vez que está medianamente convencido, le damos la mayor libertad en cuanto a instrumentación, estética, duración, etc. Lo que le pedimos es que refleje en una nueva obra cuál es su visión de nuestra formación a trío. Todas estas obras tienen características diferentes.
Para el disco hicimos una selección de ellas, de hecho, el disco de llama Soinuzko begiradak. Toma I porque evidentemente el proyecto sigue adelante y periódicamente habrá que seguir haciendo ‘tomas’ para ver cómo avanza esta trayectoria.
¿Tenéis ahora mismo otras obras pendientes de estreno?
Jon: Sí, hay obras en todas las fases: pendientes de revisión, de estreno (porque se tenían que haber hecho en estas fechas), futuros encargos, etc.
Gorka: En los cinco años que llevamos trabajando juntos hemos estrenado en torno a veinte obras. En 2020 había programados seis estrenos absolutos y para 2021 hay siete. Para más adelante ya hay encargos realizados, pero todavía sin fecha de estreno.
Pero una vez que realizáis un estreno absoluto, ¿esa obra se incorpora a vuestro repertorio habitual?
Maria: Intentamos diseñar los programas según las características e intereses de cada festival, así que todas las obras se van moviendo lo máximo posible. Siempre tenemos en programa algunas obras que sabemos que tienen muy buena aceptación por parte del público y también otras con las que nosotros nos sentimos especialmente cómodos.
¿Cómo seleccionáis a los compositores con los que queréis trabajar?
Jon: Hay un poco de todo, gente que te envía su currículum, que acude a tus conciertos y se muestra interesada, y también búsqueda por nuestra parte en función de nuestros gustos personales. Por ejemplo, vas a un concierto y escuchas la obra de una compositora que no conocías y crees que puede hacer algo interesante para la formación. Las líneas son muy diversas, pero siempre intentamos enriquecer la variedad de repertorio de Zukan y que la estética y la forma de trabajar se ajusten a nuestra forma de pensar. Es una fusión de muchos factores.
La electrónica juega un papel importante en vuestras producciones, como es el caso de Zukan 220V50H.
Jon: (risas) ¡Hay que cambiar ese nombre!
Gorka: Aunque el nombre es terrible (risas), el proyecto consiste en incluir la electrónica como un recurso para generar sonido. En el circuito de música contemporánea estamos acostumbrados a tener obras de cámara en las que la electrónica juega el papel de un intérprete extra, es un campo que está muy trabajado, pero en los últimos años también se está haciendo un intento por buscar nuevas formas de producir sonido con instrumentos ya existentes utilizando recursos electrónicos.
Podríamos usar micrófonos de contacto, altavoces de contacto, arcos electrónicos, tecnologías aplicadas a instrumentos que ya existen para excitarlos físicamente de nuevas formas. Esto permite que tu paleta tímbrica se abra de una forma tremenda. Un ejemplo muy claro sería el caso de la percusión, en la que es evidente que se necesita un ataque para producir sonido; en el momento en el que yo, aplicando tecnología, puedo conseguir sonido sin un ataque, a través de un micrófono de contacto y un altavoz de contacto, ya estoy rompiendo la concepción básica de mi instrumento, con una forma de producir sonido que ni siquiera le pertenece (entre comillas). Lo mismo podría pasar con un instrumento de viento como el txistu o el acordeón, que están supeditados a qué cantidad de aire puedes utilizar en cada momento; si se encuentra una forma, a través de la tecnología, de que ese flujo de aire nunca se acabe, reinventas el instrumento y también parte del repertorio.
Desarrolláis proyectos con otras disciplinas, como la suite Una mirada a sus vidas, de Francisco Domínguez, ¿os interesa jugar con la danza o la videocreación?
Maria: Sí, ese fue nuestro primer proyecto multidisciplinar y resultó muy interesante. Ahora mismo tenemos otros proyectos en marcha, como el concierto que teníamos que haber ofrecido en Conde Duque en Madrid (‘Perturbaciones sonoras’) y que esperamos hacer en el futuro, en el que se incluye un bailarín. Además, tenemos obras en las que se integran música y texto, u otras en las que se trabajan el gesto y la electrónica. Nos parece una parcela muy interesante para trabajar, también de cara al público, conseguir esas ‘bofetadas’ que comentaba Gorka. Si una obra un poco más convencional la contrastas con otra que no tiene nada que ver, con los tres en el escenario realizando gestos y aportando sonido a través de la electrónica, consigues otro tipo de concierto que al público le puede atraer.
Al igual que el resto de agrupaciones del panorama español, ahora mismo tenéis vuestras actividades paradas. En febrero estuvisteis realizando una residencia artística en Música en Segura, pero el concierto que la culminaba ha quedado suspendido. ¿Cómo fue la experiencia?
Jon: Nos encantó, fue muy divertido. Ninguno de los tres había tenido la ocasión de estar antes en una residencia artística. La oportunidad de trabajar con un compositor como Hugo Morales fue una maravilla. Además, el emplazamiento, la Sierra de Segura, es espectacular, nos permitió desconectar totalmente.
Fueron cinco días muy intensos, el tiempo pasó volando, y tuvimos la oportunidad de probar muchas cosas, de montar nuevos instrumentos y trabajar con nuevas acústicas en el lugar en el que se celebrará el concierto cuando sea posible. Fue una experiencia fantástica, de la que hemos sacado prácticamente dos obras, y muchísimo material e ideas que pueden funcionar en el futuro.
Estos festivales con residencias artísticas se organizan cada vez más. ¿Queréis optar a alguno más en el futuro?
Maria: Sí, creo que para un grupo de música actual es una experiencia inigualable, porque al final el compositor cuanto más trabaja con el intérprete más se puede acercar a lo que ensemble puede aportar a la obra. Además, a nosotros, como intérpretes, nos lleva a un campo diferente, nos permite pensar qué es lo que puede funcionar, es muy enriquecedor. Esta residencia ha sido la primera, pero esperamos tener más oportunidades así en el futuro.
Vuestros últimos conciertos antes del confinamiento fueron en la Fundación Juan March. También teníais citas en el Festival de Música Contemporánea de Córdoba o Xornadas de Música en Compostela, ¿se recuperarán estas citas? ¿Sabéis si serán aplazamientos o cancelaciones?
Gorka: De momento, por suerte, nadie nos ha dicho que se vayan a cancelar. En algunos casos ya nos han propuesto fechas para reubicarlos, pero otros festivales están a la espera, lo cual se hace un poco desesperante tanto para nosotros como para las propias organizaciones.
¿Qué compromisos tenéis para la nueva temporada?
Jon: Es un poco difícil dar fechas ahora mismo, pero lo que es seguro es que la gira como ganadores de Juventudes Musicales se programará en la temporada 2020-21.
Gorka: Además, tenemos un proyecto muy interesante con un cuarteto de saxofones de Canadá, Quasar Saxophone Quartet, con el que vamos a montar una obra nueva para septeto. Si nos dejan volar se hará en enero de 2021.
¿Qué objetivos os marcáis para los próximos años?
Gorka: Llevamos cinco años de trayectoria en los que hemos conseguido establecer la agrupación. De hecho, en el País Vasco, en el ámbito de la música contemporánea, resulta conocida. Desde mayo de 2019 nos hemos centrado en una labor de difusión a nivel nacional y estamos viendo que esa labor da sus frutos porque cada vez tenemos más conciertos. Seguiremos profundizando por ahí y, cuanto más podamos extender nuestra red de conciertos, mejor. Evidentemente siempre dentro de las características de Zukan, que imponen unas condiciones de trabajo bastante estrictas, no se puede estrenar una obra cada semana.
Maria: Creo que en estos cinco años hemos conseguido buscar una buena forma de llevar adelante el proyecto. Ahora hay que seguir trabajando para poder expandirse y tener mayor campo de trabajo cada vez.
Jon: Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que han dicho Maria y Gorka porque, precisamente, estos días estamos hablando de todo esto.
Maria: Sí, hay que aprovechar este confinamiento para ‘darle al coco’.
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