Por Rafael Más López
Ante la cuestión de si soy percusionista o timbalero debo responder que soy percusionista; el timbalero es un percusionista especializado en timbales. Todos los timbaleros que he conocido han sido percusionistas que se fueron especializando en los timbales por diferentes motivos. Aparte de los timbales, en la orquesta toco la percusión siempre que se requiere un aumento del número de percusionistas, pero mi puesto habitual es el de timbalero solista junto a Enrique Llopis «Harry».
Hoy día tenemos acceso a diferentes tipos de timbales y el sonido entre ellos es muy diferente. A los timbales les pasa como a cualquier otro instrumento moderno, son el resultado de la experiencia y la investigación de muchas personas a las que este instrumento les cautivó, lo estudiaron y dejaron su sello en su morfología, en su sonido y, por tanto, en sus posibilidades expresivas.
Los primeros timbales que se empezaron a usar en la orquesta provenían de los botines conseguidos en las guerras, puesto que el timbal se usaba junto con las trompetas como un arma disuasoria. A partir del último tercio del siglo pasado empezó una corriente musical que pretendía preservar la forma de interpretar en la época barroca y clásica, con instrumentos que debían ser de esa época o copias modernas de los originales. Gracias a esta corriente se retomó el uso de los timbales antiguos.
El sonido de estos timbales no tiene nada que ver con los modernos, su morfología y los materiales de construcción son muy diferentes. La gran diferencia estriba en el tamaño, sistema de afinación y en el parche. Normalmente se usa un par de timbales. Son más pequeños que los modernos y se tocan con parches de piel, consiguiendo un tono más definido y sin armónicos extra, pero con un tiempo de resonancia menor.
En la orquesta tocamos con timbales modernos. Una orquesta del siglo XXI debe tocar con unos timbales modernos, si no, sería inviable tocar el repertorio clásico-romántico y del siglo XX. Los timbales modernos se tocan generalmente con un juego de cuatro timbales con los que es posible abarcar una octava y media de registro, aunque se puede llegar a dos octavas con algún timbal especial.
Se supone que hasta el siglo XIX no hubo un avance mecánico considerable para que se facilitaran cambios de afinación con rapidez. El primer juego de timbales moderno y de buena afinación se debe a W. F. Ludwig en 1911. A grandes rasgos, y generalizando, este es el nacimiento de los timbales modernos, aunque han seguido transformándose hasta nuestros días.
El timbal no es un instrumento demasiado complicado morfológicamente. Básicamente es un cuenco de cobre —o caldera— que sirve de caja de resonancia y se cubre con un parche, antiguamente de piel animal, hoy tanto de piel como de materiales sintéticos.
El papel de los timbales más emocionante en una obra sinfónica es en La consagración de la primavera, aunque no es un solo exactamente
El parche va sujeto con un aro que, a su vez, está sujeto por unas varillas a una rueda que hay debajo de la caldera. Esta rueda también está conectada a un pedal y cuando movemos el pedal la rueda tira de todas las varillas a la vez y se cambia la afinación a una velocidad increíble. También están dotados de una palanca por la cual se consigue el mismo efecto pero muy suave, se llama palanca de microafinación y nos sirve para corregir pequeñas variaciones en la afinación.
El timbal es un instrumento que pertenece a la familia de las membranas. En los demás instrumentos como la caja o el bombo la caja de resonancia es un cilindro de madera y tienen un parche a cada lado. Esta característica física le da a los timbales la peculiaridad de que el oyente pueda diferenciar notas bien afinadas ricas en armónicos en una tesitura grave.
Al poder tocar notas afinadas puede desempeñar distintas funciones que otros instrumentos de membranas no pueden. También, por supuesto, se usa como instrumento rítmico-melódico y generador de color, como el resto de la percusión.
Por tradición siempre han estado al lado de las trompetas, puesto que antiguamente el timbal reforzaba el papel de las trompetas y formaba parte de las fanfarrias que tocaban los metales. Ahora se suelen ubicar en la parte de atrás de la orquesta, detrás de la línea de metales. Es su sitio más conveniente, entre otras cosas por su gran potencia de sonido, y que va ligado al mundo del metal. En esta línea se colocan justo en el centro.
A mí los timbales siempre me gustaron, pero a decir verdad también me gustaban los demás instrumentos de percusión. A lo largo de mi carrera fui dando importancia a los instrumentos que más necesitaba en cada momento.
Mi primera experiencia como timbalero se produjo cuando ingresé en la Joven Orquesta Nacional de España. En aquella época, el director apostó por tener un timbalero fijo y tuve la suerte de ser el timbalero durante tres años: allí es donde me di cuenta de que me gustaban mucho y que me encontraba muy a gusto en el puesto.
Durante ese periodo tuve la suerte de conocer y dar clase con un joven timbalero alemán, Peter Sadlo, el timbalero de la Filarmónica de Múnich, lo que me animó muchísimo y me hizo no perder de vista el instrumento. Pero lo que más me influyó fue el concepto y la forma de tocar los timbales de Marinus Komst, timbalero de la Orquesta del Concertgebouw en Ámsterdam, donde estudié durante dos años.
La cantidad de conciertos para timbal es muy pequeña, esto se debe a las particularidades físicas y al desarrollo expresivo
En aquellos años, en España para tocar los timbales en una orquesta tenías que ser titular y no había pruebas expresamente para timbalero, de forma que cuando visitabas una orquesta siempre tocabas la percusión y las únicas plazas eran de percusionista, así que durante años me dediqué a estudiar en profundidad la caja, la marimba y la multipercusión. Cuando entré en la RTVE ocupé el puesto de percusionista, pero en 2007 tuve la oportunidad de poder acceder al puesto de timbalero después de haber pasado por el de solista de percusión.
Sin duda alguna el papel de los timbales más emocionante en una obra sinfónica es en La consagración de la primavera, aunque no es un solo exactamente, es una obra con pequeños solos y el papel del timbal tiene una importancia tremenda en el discurso de la interpretación.
No considero que los timbales tengan una gran capacidad como instrumento concertista. Si lo comparamos con otros instrumentos como la marimba o la percusión, en general la cantidad de conciertos para timbal es muy pequeña, esto se debe a las particularidades físicas y al desarrollo expresivo.
Pero ha habido compositores que se han atrevido y en mi opinión lo han conseguido, como por ejemplo el Concierto para seis timbales de Georg Druschetzky, compositor y timbalero virtuoso, o el concierto de William Kraft, también compositor y timbalero, por el tipo de lenguaje y estética del concierto, dentro de los conciertos más tradicionales.
Otros clásicos son el Concierto para timbales de Werner Tarichen o la Fantasía para dos timbaleros de Philip Glass. También querría resaltar, aunque no es un concierto, por su importancia en el avance tímbrico y sonoro que tuvo en su momento, las Ocho piezas para timbales de Elliot Carter. No quiero dejar pasar esta oportunidad para hablar del excelente trabajo con el Concierto para timbales y orquesta que estrené recientemente de mi colega Miguel Franco.
Para mí es un orgullo pertenecer a la Orquesta RTVE y desempeñar el puesto de timbalero, es algo que nunca llegué a imaginar. Los músicos RTVE nos mostramos todas las semanas a toda España por radio y televisión y esto es un aliciente para mejorar cada día nuestra calidad individual y nuestra función en la orquesta.
Es muy gratificante cuando algún estudiante te dice que ve los conciertos desde pequeño y que deseaba conocerte o también ves cómo se colman de emoción si finalmente tienen la oportunidad de colaborar con nosotros, es muy bonito.
Mis compañeros son el ya mencionado Enrique Llopis «Harry» en los timbales y Raúl Benavent y José Luis González en la percusión, con los que me complemento muy bien y con los que siempre me motiva tocar a su lado día a día, unos excelentes profesionales.
Los timbaleros que más me gustan por su estilo de tocar, por su concepto del timbal, del movimiento y su pensamiento musical son Peter Sadlo, de la Filarmónica de Múnich; Marinus Komst y Nick Woud de la Royal Concergebouw de Ámsterdam; Rainer Seegers, de la Filarmónica de Berlín; y Fred D. Hinger del Metropolitan Opera de Nueva York. Y, en general, los percusionistas que más me han gustado son Elden Chandler «Buster» Bailey y Christopher Lamb, ambos de la Filarmónica de Nueva York.