The Berlin recital: Rachmaninov, Scriabin, Ligeti, Prokofiev
Yuja Wang, piano
Deutsche Grammophon 0289 483 6280 6
Es indudable que Yuja Wang es una pianista que no deja indiferente a nadie: ni a sus fieles seguidores ni a sus más despiadados detractores. Así lo vuelve a demostrar en esta cuidada grabación, realizada por Deutsche Grammophon durante un recital celebrado en la Philarmonie de Berlín. El lugar parece no haber sido elegido al azar, ya que la capital alemana y su sala de conciertos representan ese espíritu poliédrico, vivo y abierto tan en consonancia con el potencial y la imagen de esta intérprete. Y el repertorio… tampoco. Esta mujer tiene un inequívoco don natural para enfrentarse a obras de este calibre: su depurada técnica, su expresiva musicalidad y su prodigiosa memoria se ponen al servicio de un tardo romántico —Rajmáninov—, dos visionarios del siglo XX —Scriabin y Prokófiev—, y un contemporáneo sin velos, Ligeti. Pienso que podría haberse seguido este orden cronológico en el programa, pero ello no impide que estemos ante un disco muy recomendable, apasionante e imaginativo.
Los acordes marciales y las emotivas melodías del Prelude núm. 5, opus 23 de Rajmáninov resumen las intenciones estilísticas de la pianista en este recital. Sonido nítido, ataque directo y seguro, nervio y carácter afloran en el Andante dolce y en el extraordinario Vivace de la Sonata núm. 8 de Prokófiev —rara avis en los programas de concierto—, los Études núm. 1 y 9 de Ligeti, el Étude-tableau núm. 1, opus 39 de Rajmáninov o en los complejos trinos de la Sonata núm. 10 de Scriabin (Trill), denominada «Los insectos». Pero, he aquí que, cuando el discurso pareciera abocado a un desenfreno de notas sin fin que podría abstraer al oyente del mismo, emerge la madurez, los contrastes… lo que no «deja indiferente a nadie»: la pausa, lo evocador, las armonías intermedias, la búsqueda de texturas como en el crescendo-diminuendo del Prelude núm. 10, opus 32, el volátil Étude-tableau núm. 3, opus 33 de Rajmáninov, el Andante sognando de la sonata de Prokófiev —un precioso canto a la esperanza dentro de sus Sonatas de Guerra— o en el comienzo debussiano de la sonata de Scriabin, un maravilloso canto a los mundos oníricos. Una auténtica delicia.
Por: Alessandro Pierozzi
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