La formación musical de Teo Montero Rey combina raíces familiares, influencias clásicas y un enfoque innovador. Este joven compositor gallego ha destacado no solo por su habilidad técnica, sino también por la profundidad emocional de sus obras. En esta entrevista, Teo comparte su trayectoria, sus logros y los retos que enfrenta en su carrera artística. Desde su reciente victoria en el 1º Intercentros Melómano – Premio de Composición Fundación SGAE hasta sus aspiraciones internacionales, nos abre una ventana a su universo creativo.
Por Susana Castro
¿Cuáles fueron tus primeros pasos en el mundo de la música?
Desde muy pequeño siempre he estado conectado con la música. Mi madre, Carmen Rey, cantante y compositora de jazz, no solo me transmitió la pasión por la música, sino que también fue mi primera profesora. Ella me introdujo al piano y al lenguaje musical.
Recuerdo con especial cariño el piano en el que mi madre estudió, que estaba en casa de mis abuelos. Cada vez que los visitaba, pasaba el tiempo jugando con sus teclas, inventando melodías… Pero también guardo esos momentos en casa, al lado de mi madre, cuando trabajaba en arreglos vocales o estudiaba para sus conciertos.
¿Cuándo decidiste que querías dedicarte a la composición?
Mi decisión de dedicarme a la composición es relativamente reciente. Al principio, tenía pensado dedicarme al ámbito científico, en concreto a la astronomía. Sin embargo, la composición siempre fue fundamental para mí.
Comencé escribiendo algunas muy breves piezas para piano en una libreta. Alrededor de los 11 años comencé a escribir las partituras a ordenador. Pasaba horas componiendo, haciendo piezas para piano y explorando las posibilidades que me permitía el programa de notación musical. Más adelante, escribí bastantes obras para conjunto barroco y coro, intentando emular el estilo de las cantatas de Johann Sebastian Bach.
Por ello, cuando tuve que decidir mi futuro, escogí la música. Además, contaba con el apoyo de mis padres y de mis profesores del Conservatorio Profesional de Música de Culleredo, quienes me permitieron estrenar allí obras tanto para piano, como para coro, grupos de cámara e incluso orquesta. Por ello, siempre les estaré muy agradecido, y en especial a mi profesora de piano, Pilar Fernández Salgueiro.
Hasta la fecha, has ganado diversos concursos de composición, ¿qué es lo que te impulsa a participar en este tipo de experiencias?
Son una forma de tener un objetivo por el cual componer, una meta tangible que me motiva a trabajar aparte de mi propio impulso creativo. También, en el caso de quedar premiado, suponen una muy buena oportunidad para conseguir estrenar obras con intérpretes de calidad profesional, así como para ir labrando una reputación y un reconocimiento en un mundo laboral que, actualmente en España, es pequeño, incierto y con pocas oportunidades.
El galardón más importante que has recibido hasta el momento ha sido el Primer Premio en el 1º Intercentros Melómano – Premio de Composición Fundación SGAE. Lo has hecho como representante de tu centro, el Conservatorio Superior de Música ‘Eduardo Martínez Torner’ del Principado de Asturias. ¿Qué te llevó a estudiar en este centro en concreto?
Antes de inscribirme en las pruebas de acceso, hablé con varios compositores que me orientaron sobre cuál era la mejor opción. Finalmente, decidí presentarme en A Coruña, mi ciudad natal; en Oviedo y en Murcia. De antemano, descarté ciudades como Madrid, Barcelona o San Sebastián ya que el costo de vida en ellas es elevado y excede mis posibilidades.
Fui aceptado en los tres conservatorios, pero finalmente opté por el Conservatorio Superior de Música del Principado de Asturias por recomendación de Fernando Buide, de quien recibí clases particulares. Considero que fue una de las mejores decisiones que pude tomar. Mi profesor, Manuel Martínez Burgos, nos permite explorar nuestro propio estilo, mientras nos motiva a mejorar y a salir de nuestra zona de confort. Además, busca oportunidades para nosotros y nos permite adaptar las obras del curso a las posibilidades que surjan. Se ha convertido en una persona a quien admiro, no solo por su trabajo compositivo, sino también por su amplio conocimiento y la forma en la que lo transmite.
El resto del departamento de composición del conservatorio también posee una calidad excelente, al igual que mis compañeros, de quienes aprendo constantemente a través de sus obras y su enfoque creativo.
¿Qué nos puedes contar sobre la obra que te hizo merecedor de este reconocimiento?
La obra, Domine ne in furore tuo arguas me,es una canción para soprano y piano escrita sobre el Salmo 37 según la numeración de la Biblia Vulgata, uno de los Salmos penitenciales. En él se refleja la angustia del salmista ante el castigo de Dios, que posteriormente se transforma en esperanza.
Fue un reto, no solo por las dimensiones requeridas para la canción, largas en comparación al repertorio habitual de canto, sino también por la complejidad de traspasar a la música la dualidad de Dios como castigador y salvador. La incertidumbre y la mezcla de emociones del salmista se traducen en la alternancia de pasajes fuertemente disonantes y agresivos con secciones esperanzadoras, sin renunciar a un lirismo que traspasa toda la obra y que es inherente a la música vocal.
Algunas influencias son Lili Boulanger y Alexandr Scriabin, dos de los compositores a quienes más admiro.
La obra fue estrenada por Sofía Gutiérrez-Tobar y Noelia Navas Padilla el pasado mes de diciembre en la Gala de Clausura de Intercentros Melómano 2024, ¿qué tal fue la experiencia?
La experiencia de ver mi obra estrenada por Sofía y Noelia fue realmente emocionante y gratificante. Siempre es un placer dejar una obra en manos de intérpretes tan talentosas y profesionales como ellas.
Además, como premio también recibiste un encargo, patrocinado por UNIR, para escribir una obra para la violonchelista Isabel Anaya Herrera. ¿Cómo describirías esta partitura?
Se trata de mi primera obra para violonchelo solo, por lo que me llevó a través de un proceso de aprendizaje sobre el instrumento muy enriquecedor, con el fin de escribir algo cómodo e idiomático.
Titulada Vitam aeternam (Vida eterna en latín), simboliza el viaje de la humanidad hacia la trascendencia y el anhelo de inmortalidad que siempre nos ha acompañado como especie. Con un comienzo misterioso e incierto, termina desembocando en un clímax decidido que actúa como eje de la obra. Al final, el motivo principal, el semitono, se transfigura, alcanzando así la vida eterna y la paz. Algunas influencias fueron Zoltán Kodály o Alfred Schnittcke.
También pudiste escuchar este estreno en la misma Gala de Clausura, ¿qué crees que aportó Isabel como intérprete a la obra?
Pese a no haber hablado mucho con Isabel durante el proceso de estudio de la obra, pienso que logró conectar profundamente con ella, comprendiéndola en su totalidad. Su interpretación fue muy expresiva y logró transmitir la esencia de la pieza con una gran sensibilidad, no solo cumpliendo con las indicaciones de la partitura, sino aportando una capa personal que sin duda la enriqueció.
¿Hacia dónde te gustaría orientar tu carrera profesional en el futuro?
A largo plazo, me gustaría dedicarme plenamente a la creación musical, preferiblemente a través de obras de encargo o de composición para medios audiovisuales. No obstante, soy consciente de la dificultad de alcanzar ese objetivo en el mundo actual, y no me importaría complementarlo con la docencia o trabajando como pianista acompañante.
A más corto plazo, me gustaría continuar mis estudios fuera del país, para expandir mis horizontes, tener nuevas perspectivas y enriquecer mi formación musical. Pese a no tenerlo claro todavía, me llaman la atención conservatorios como el de París, o alguno de los diversos en Países Bajos.
En breve se abrirá el plazo del 2º Intercentros Melómano – Premio de Composición Fundación SGAE, ¿qué consejo les darías a aquellos estudiantes de composición que estén pensando en presentarse?
Mi consejo es que hay que aprovechar todas las oportunidades que tenemos a nuestra disposición, y esta es una de ellas. Este premio da una visibilidad y una posibilidad de estreno muy valiosa para cualquier estudiante de composición. Pero, incluso si no se resulta premiado, el proceso de creación de la obra y el aprendizaje que supone ya son suficientemente valiosos como para decidir aventurarse a ello.
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