La pianista Susana Gómez Vázquez compagina su labor interpretativa con la composición y la divulgación musical. En 2021 lanzó su primer disco, Ad Illam, en el que busca romper estereotipos sobre ‘lo femenino’. Ahora presenta su nuevo álbum, Sisters of the Moon (Hermanas de la luna), que incluye música de compositoras de diversas épocas.
Por Manuel Pacheco
¿De dónde surge tu interés por el piano?
En mi familia no hay músicos profesionales, pero son todos grandes amantes de la música y mi madre tocaba el violonchelo de joven. Desde bebé yo ya escuchaba música, con Radio Clásica todo el día sonando. Mi bisabuela, que procedía de La Habana, era pianista, pero cuando vino a España con 23 años tuvo que dejar el piano por las circunstancias de la época: el machismo, la Guerra Civil… Siendo muy pequeños, mi madre nos introducía en la música a mí y a mi hermano a través de juegos y bailes. Con 3 años me metí a ballet clásico y estuve diez años haciéndolo. Y a los 4, cuando mi madre me preguntó qué instrumento quería tocar, yo le dije que arpa, pero no había profesor en la Escuela de Música de Alcalá de Henares. Así que empecé con el piano y fue la mejor decisión, noté que era parte de mí misma.
¿Cómo acabaste estudiando en la Royal Academy de Londres?
Mi primer profesor, Miguel Ángel Martínez Guillén, me llevó al Real Conservatorio Superior de Música de Madrid a conocer a algunos profesores, y me sugirieron que me fuera a estudiar a la Junior Academy de Londres (entonces yo tenía 12 años). Empecé a estudiar en el departamento junior de la Royal Academy, y con 14 años me fui a un internado de música, la Purcell School for Young Musicians, y allí estuve cuatro años con la misma profesora que tuve en la Junior Academy, Patsy Toh. Después de esto decidí presentarme a las pruebas de acceso de la Royal. Siempre he tenido beca, si no todo esto hubiese sido imposible.
Tras esto, ¿cómo se produjo el regreso a España?
Después de la Royal Academy hice un año de máster en Barcelona con Josep Colom, que me encantó, y luego me fui a Alemania, donde hice un máster de dos años. Para mí siempre ha sido muy importante el profesor, allí me fui con Fabio Bidini, que también me gustaba mucho. Luego llegó la pandemia y volví a España de forma muy repentina porque cerraban las fronteras. Durante esa época empecé a trabajar en mi primer álbum, y aunque venía de haber estado un tiempo fuera, como en su momento gané el Concurso de Juventudes Musicales de España, ya me había empezado a mover y a tocar por aquí. No fue demasiado brusco, pero sí fue un mundo nuevo.
¿Qué importancia han tenido los premios que has recibido —varios en la Royal Academy, el Juventudes Musicales o el Ciutat de Carlet— a la hora de dar forma a tu carrera?
Me han ayudado sobre todo a la hora de darme a conocer en España. Los que gané en Inglaterra me ayudaron a tocar en grandes sitios como el Wigmore Hall, el Queen Elisabeth Hall o la Purcell Room. Lo que más valoro de estos premios es el hecho de que me hayan hecho tocar, que me hayan dado la posibilidad de hacer recitales en todo el país. Al final es lo que necesitas cuando estás empezando. Es verdad que no soy muy fan de los concursos, pero los que hice me han ayudado.
Además de ser concertista, también te declaras gran amante de la música de cámara y has sido durante años integrante del Trío Le Beau. ¿Qué diferencias o similitudes encuentras a la hora de abordar estos dos tipos de repertorio?
Creo que hay que buscar el mismo afán de perfección. A veces se pierde esa mentalidad cuando se toca música de cámara, y se debería aspirar a la mejor interpretación. Es verdad que cuando estás en cámara lo primero es saber que no estás sola, y en esos casos me gusta escuchar en mi cabeza… por ejemplo, en el caso del trío, al violín y al violonchelo. Hay que ser conscientes de que eso es lo que el compositor tenía en mente, que a veces como pianistas se nos puede olvidar y nos metemos en nuestra burbuja. Al final estamos haciendo algo precioso, juntar tres energías, que exploten y que se cree magia. Sumando después la energía del público. También es importante para mí escuchar la obra antes, analizarla teniendo en cuenta todos los instrumentos. Nunca debemos olvidarnos de que no estamos solos, hay que escuchar muchísimo. El oído es muy importante.
En 2021 lanzas tu primer disco, Ad Illam. Además de piezas de Chopin, Ravel o Ginastera, recoge otras de las hermanas Boulanger y la primera grabación de dos obras de García Demestres. ¿Cuál es el espíritu detrás de esta propuesta?
Tanto en el disco como en todos mis recitales, para mí es importante tener una idea temática y hacer que el público se embarque conmigo en un viaje. Un viaje que no sea únicamente musical, sino que implique un cúmulo de cosas que creen un universo. Con Ad Illam, este universo era en torno a la mujer. Bien con obras escritas por compositores y dedicadas a la mujer, bien escritas por compositoras. Exploré diferentes facetas de la mujer: maestra, compositora, madre, amante… También quería romper con estereotipos.
¿En qué sentido?
A veces se identifica la mujer o lo femenino con lo delicado, y yo quería mostrar a la mujer como lo que es, con su carácter, que puede tener exactamente la misma fuerza a nivel musical y compositivo que los hombres. Creo que la mayoría de las personas piensan así hoy en día, pero a veces se piensa en lo femenino como algo delicado, o me ven a mí, tan delgada, y luego llegan después de un concierto y me dicen: ‘¡Qué shock!’. O: ‘Has tocado la Sonata de Ginastera y… ¡cuánta potencia!’. Y yo digo: ‘Claro, no tiene nada que ver’.
Han pasado ya tres años desde ese primer álbum. ¿Estás preparando algún proyecto discográfico nuevo?
Este mes de septiembre se publica mi segundo disco, Sisters of the Moon (Hermanas de la luna). Para mí este disco es mágico. Todo empezó cuando estaba en una exposición viendo unos cuadros de Leonora Carrington, y vi unos que ella llamaba así, Sisters of the Moon. Por aquel entonces estaba preparándome un recital con obras de compositoras, y justo el día anterior mi abuelo me había dicho: ‘¿Por qué no grabas un disco con esto, que es precioso?’. Empecé a unir las ideas, el recital giraba en torno a las Pléyades y dije: ‘Ya está, hermanas de la luna, este va a ser mi nuevo disco’. Lo titulo en inglés porque los cuadros de Carrington están titulados en inglés. Las Pléyades son un grupo de estrellas que también se llaman Las siete hermanas. Según la mitología griega, fueron enviadas al cielo por el dios Zeus y obtuvieron así su libertad. De forma metafórica, estas Pléyades las encarnan las compositoras: Hélène de Montgeroult (compositora del siglo XVIII), Fanny Mendelssohn, Amy Beach, Boulanger, Alicia de Larrocha, Florence Price, Claudia Montero, Iluminada Pérez Frutos y yo misma. En el disco hay tres estrenos, cuatro contando mi obra, las de Claudia Montero, Iluminada Pérez Frutos, y una Pieza festiva de Alicia de Larrocha que nunca ha sido grabada, solo hay una grabación suya en un directo.
También, al estar relacionado con las Pléyades, he escogido obras que giren en torno a esos momentos en los que se pueden vislumbrar las estrellas, no solo la noche, sino también el amanecer o el atardecer. Y también piezas relacionadas con la danza, porque estas ninfas de Artemisa lo que hacían era bailar mucho, y con el amor. Algo muy importante para mí, tanto en los discos como en los recitales, es tener en cuenta las tonalidades y las emociones. Uno podría decir: ‘Uy, siglo XVIII, luego saltas al XX…’. Pero, claro, yo lo hago pensando que a nivel tonal haya relación, que a nivel emocional tenga relación. Como dije antes, tiene que ser un viaje, si hay un sobresalto es un sobresalto intencionado.
Es un repertorio muy interesante y poco interpretado.
He estado tocando este repertorio en recitales en junio y me causa alegría ver cómo le gusta a la gente. Hubo una persona que me dijo que venía con prejuicios porque no conocía a las compositoras y no sabía qué esperar, y que luego, según empezó, se quedó fascinado. Y esto ocurre tanto con el público que suele ir mucho a conciertos, como con el que no. Me alegra ver que la gente es receptiva a la hora de encontrarse con cosas nuevas y disfrutarlas. Al principio tenía un poco de miedo porque a mí me encanta esto, explorar música nueva, y nunca sabes cómo va a reaccionar el público.
¿Con qué sello has grabado el disco?
Los dos han sido con Eudora Records. Gonzalo Noqué, que es la persona que está detrás, es fabuloso. Da gusto grabar un disco y tener a alguien que te está apoyando, porque sientes que el sonido va a ser el que quieres. Y los he grabado en el Auditorio de Zaragoza, que tiene una acústica increíble.
Sueles abordar la obra de compositores actuales, en ocasiones con estilos muy distintos. Pienso, por ejemplo, en un repertorio que incluía a Teresa Catalán, Alicia Díaz de la Fuente o Claudia Montero [fallecida en 2021] ¿Cómo abordas este tipo de trabajo?
Ese repertorio lo trabajé hace algunos años para el Festival de Música Iberoamericana, tenía que crear un repertorio de compositoras. Lo primero que hago siempre es explorar la música de muchos compositores y… cuando yo toco algo tengo que vibrar, y en este caso, vibré mucho con Homenaje de Alicia Díaz de la Fuente, Juguetes rotos de Teresa Catalán y el Rondó de Claudia Montero. Les pedí las partituras y la verdad es que en todo momento han estado ahí para cualquier duda. Al final las composiciones son algo orgánico. Yo como compositora lo sé, ya que he cambiado mis obras según las he ido tocando en conciertos. En Inglaterra también he trabajado mano a mano con los compositores, y les puedes preguntar cualquier cosa.
A propósito de tu faceta de compositora, los dos discos incluyen piezas tuyas y has estrenado otras obras en salas importantes. ¿Cómo te acercas al mundo de la composición?
Desde pequeña he escrito mucho, poesía y narración. Siempre he querido expresarme, y la composición era como escribir poesía, pero en música. En Londres recibí clases de composición casi al mismo nivel que piano. Cuando estaba en la Purcell School gané el premio de composición a la vez que el de piano porque para mí eran cosas que iban de la mano. En la Royal Academy también hice composición, tuve profesores bastantes buenos allí. Ahora no tengo tanto tiempo para componer todo lo que querría, aunque sigo haciéndolo.
Tu obra Ella, recogida en el disco Ad Illam, es ejemplo de tu intención de romper estereotipos, se trata de una música llena de energía.
Es el resumen del álbum. La pieza surge del pianísimo, alcanza un clímax que es un momento de éxtasis y alegría y luego vuelve a la nada. He intentado mostrar con esto, y con el álbum, estas emociones que todos tenemos, seamos hombre o mujer, y que a veces nos da miedo mostrar, a mí la primera. Y qué mejor que la música para darles voz.
Quiero preguntarte por tu labor como divulgadora y pedagoga. ¿Crees que es un trabajo que va de la mano con la interpretación?
Desde muy joven he trabajado con escuelas y grupos en riesgo de exclusión social. Llevábamos instrumentos a estos grupos, o a colegios, y les enseñábamos a relacionarse entre ellos a través de la música. Para mí esto ha sido muy importante desde siempre, y lo he seguido haciendo a través de conferencias. Las charlas que he dado ahora en la Universidad de Texas, y luego en España, giran en torno a cómo podemos hacer que el ritmo no pare, cómo podemos hacer llegar la música al público. Eso es algo que siempre trabajo. Lo que sugiero en las conferencias es unir la música con diferentes disciplinas artísticas: baile, actrices, audiovisuales… Otras veces soy yo misma la que hablo en los conciertos. Lo más importante para mí es que no se rompa el ritmo de la música, que si cuentas una anécdota sirva para unir, y no rompa el ritmo. A veces meto una poesía, pero porque esa poesía refleja una idea que había en la música. Creo que los músicos tenemos que tener esto en cuenta
¿Qué conciertos te esperan ahora que empieza el nuevo curso?
El 7 de septiembre estaré tocando con la Orquesta Ciudad de Almería el Concierto en blanco y negro para piano y orquesta de cuerdas de mi queridísima Claudia Montero. Me hace mucha ilusión porque me lo envió poco antes de fallecer, y a nivel emocional es muy importante. Luego voy a tocar en el Teatro Apolo de Almería un programa que he llamado ‘Ascensión a los Ibones azules’, que son unos lagos que hay en la montaña en Biescas. Exploro una ascensión a la montaña, incluida la noche. Es un recital que forma parte de unas conferencias que hablan de montañismo, deporte y música. Y el 28 de septiembre presento en Lisboa el disco Sisters of the Moon.
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