Somorrostro: El mar baila por la playa
Anders Clemens Øien y Maria Camahort, guitarras
JSM Guitar Records JSM 6027
Melómano de Oro
Somorrostro: El mar baila por la playa nos acerca a la vanguardia propia de Enrique Escudé-Cofiner, compositor barcelonés que desarrolló su carrera compositiva entre los años 50 y 60 del siglo XX. Siendo habitualmente compositor de canciones populares, que llegaron al gran público a través de sus giras, también desarrolló un repertorio más complejo que quedó olvidado en los armarios de su casa y que sale a la luz desde trabajos como el que recoge este disco.
En este caso, la labor de recuperación de la música para piano más profunda de Cofiner ha sido llevada a cabo de una forma especial desde las transcripciones para dúo de guitarras de Maria Camahort y desde las manos de ella misma y las del guitarrista Anders Clemens.
El álbum empieza por la suite Estampas Gitanas, en la que ya podemos establecer auditivamente las bases de una parte del estilo compositivo de Enrique Escudé-Cofiner. Siendo la reminiscencia de una obra anterior —Oda Sinfónica (Estampas gitanas núm. 1)— el compositor construye un discurso que explora la dialéctica más profunda del flamenco desde su perspectiva rítmica y sus sonoridades más místicas que se desarrollan desde el magistral dominio de sus elementos musicales. Sin embargo, hay una elegancia y una atmósfera particular que crea el lenguaje de Cofiner y que nos traslada constantemente a la época de mediados de siglo XX. La quietud de las armonías y la belleza liberada de las melodías que Cofiner nos sugiere se redescubren explícitamente en los dos Intermezzos que cierran el álbum.
Maria Camahort con su labor de ‘transcripción activa’ nos regala la sutileza mística de la Fantasía en Do, así como su composición Homenaje a Cofiner, acercándonos a su propio lenguaje compositivo y fundiéndose al mismo tiempo en un diálogo con el compositor barcelonés. La sonoridad de la guitarra fomenta y amplifica la belleza de la propia música. Asimismo, la interpretación del dúo es sublime, ya que logra mostrar y ocultar la dualidad del sonido al antojo y servicio de la música que interpretan. ¿No creen que a Cofiner le habría gustado más así?
Por Sara Guerrero Aguado
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