En colaboración con la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (FSMCV)
La joven directora Sofía Zarzoso es la encargada de guiar durante 2024 a la Banda Simfònica de Dones de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana, que realiza su gira durante esta primavera.
Sofía Zarzoso (Castelló, 1996) asumió el pasado enero la batuta de la Banda Simfònica de Dones de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana, una formación que lleva desde 2015 visibilizando el talento femenino en todas las facetas musicales. Con una incipiente carrera como directora, Zarzoso se ha puesto al frente de una gira que concluye —de momento— esta primavera, cerrando un círculo que ella misma abrió con su repertorio: D’un matin de printemps de Lili Boulanger, la pieza que ha sonado al inicio de cada recital.
¿Cuáles fueron tus sensaciones tras los primeros conciertos?
Iniciamos la gira en el Auditorio Internacional de Torrevieja, el pasado 3 de marzo, un recinto que es una pasada, de los mejores que puedes encontrar en la Comunitat Valenciana. Al final el público se entregó y se puso en pie, y teníamos un repertorio muy exigente.
Un repertorio que tú misma elegiste, conformado por Chelva de Laura Beele, Bajo el puente de las palmas de María José Belenguer, Odisea de Sara Galiana, Las arenas de Nimes de Elvira Checa, D’un matin de printemps de Lili Boulanger, Pink Ribbon de Marta Lozano y La Mezquita de Córdoba de Julie Guiroux. ¿Cuál fue el criterio?
Quería proponer un viaje con obras que nos hacen pasar por diferentes ciudades, españolas y extranjeras. Finalizamos en La Mezquita de Córdoba, la pieza más sinfónica de todo el programa, muy descriptiva. Marca el final del concierto y es la más espectacular, pero en cuanto a dificultad, había otras piezas, como Odisea de Sara Galiana, que tienen pasajes muy complejos. La Banda Simfònica de Dones es un escaparate fantástico para nuestras instrumentistas, pero es igual de importante para compositoras, tanto de la escena española como internacional, que no se programan tanto como a compositores. Eso y la visibilidad que da a la figura de la directora; sigue habiendo bandas con una tradición muy arraigada de mantener exclusivamente a hombres en la dirección.
¿Hay alguna obra o autora que te parezca especialmente inspiradora?
Pink Ribbon y su autora, Marta Lozano. Ella se define como compositora social y es activista rural. Cuando acabamos el primer concierto varias personas se acercaron a preguntarnos sobre su obra, porque es muy particular: se escuchan respiraciones, ritmos, soplidos, y como instrumentos a solo se escuchan el gong y el bombo. Esta pieza, además, es una reflexión sobre las consecuencias socioeconómicas del cáncer de mama.
¿Siempre tuviste claro que querías ser directora?
Me llegó de rebote. Mi formación musical inicial fue con la viola. Más tarde empecé a dirigir coros, así empecé a preocuparme por la dirección y comencé con las clases. Esta faceta me fue absorbiendo. Ahora mi carrera la veo como directora. En un curso de verano dirigí el concierto de clausura en el Teatro Apolo de Almería. Cuando acabó el recital, pensaba en lo que había disfrutado compartiendo la música con toda la gente, arriba y bajo el escenario.
¿Qué te atraía del proyecto de la Banda Simfònica de Dones?
Mi primer vínculo con una banda fue en 2012, cuando empecé a tocar el clarinete por mi madre, clarinetista en el Centre Instructiu d’Art i Cultura de la Vall d’Uixó. De la Banda Simfònica de Dones conocía a las primeras directoras, como Beatriz Fernández Aucejo, y me llamó la atención el proyecto. Hace poco, la presidenta de la Banda de Música Santa Cecilia de Sant Mateu me animó a presentarme a este puesto. Es un proyecto muy interesante, que une a muchas mujeres y en el que todas conocen muy bien el mundo de la banda. Además, tienes la oportunidad de hacer un repertorio de mujeres. Así que me presenté. Yo he empezado a estudiar dirección más tarde de lo habitual y no tenía un bagaje como antecesoras a las que admiro: la propia Beatriz Fernández, Lidón Valer o Norma Comes, por ejemplo. Todas tienen carreras enormes y me preguntaba qué hago yo entre ellas.
¿Cuál fue tu sensación al conocer a la formación?
Me sorprendieron las ganas que tenían de hacer música y de disfrutar juntas. Tenían mucho respeto al dirigirse entre ellas y conmigo, y estaban muy receptivas respecto al repertorio. Fue muy fácil desde el inicio sentirme cómoda. Hay jóvenes aprendiendo de las mayores, que a su vez se contagian de la frescura de las jóvenes. Tenemos un caso de madre e hija tocando juntas, es muy bonito verlas en la misma formación.
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