‘Siempre ayudo a otra gente; si lo merecen o no, eso viene después. No todos merecen el esfuerzo, pero el esfuerzo siempre vale la pena. Esa es la forma en la que yo miro mi vida. He tenido experiencias maravillosas y he tenido experiencias horribles, pero todo se equilibra’.
Frieda Belinfante
Por Fabiana Sans Arcílagos & Lucía Martín-Maestro Verbo
Sirva la presente entrega de ‘Mulierum’ para rendir homenaje a una figura del todo comprometida y apasionante: Frieda Belinfante. Violonchelista, directora de orquesta y profesora, nace en Ámsterdam en 1904 en una familia vinculada con la música. Su padre, Aaron Belinfante, un extravagante concertista de piano y dueño del conservatorio donde la joven realizó sus estudios, fue quien la introdujo en la música y quien veló por que su enseñanza se mantuviese acorde con sus dotes, pues era considerada ‘la más musical de todos sus hermanos’.
Frieda debuta a los 16 años en la sala de cámara (Kleine Zaal) del Concertgebouw acompañada por su padre al piano. Meses después de su debut, Aaron enferma y la joven parte a París para estudiar con Gérard Hekking, de quien recibió algunas clases y a quien consideraba ‘como un buen amigo’.
En esta época, la intérprete conoció a la compositora Henriëtte Bosmans, con quien mantuvo una relación a lo largo de siete años, y a la que Frieda recuerda como ‘una persona muy talentosa, aunque un poco mandona’. Es gracias a esta compositora que, en 1922, nuestra protagonista se convierte en violonchelista de la Sociedad Orquestal de Haarlem, orquesta con la que debutaría como solista el 3 de febrero de 1924, tan solo un día después de la muerte de su padre. Poco después de su estreno, Frieda decide abandonar su plaza, dedicándose a dar clases de música y a colaborar con grupos de cámara, mientras buscaba hacerse un hueco como directora.
En este ínterin, Frieda vive un episodio un tanto agresivo. El flautista Jo Feltkamp se había ‘enamorado’, o más bien obsesionado, con la joven intérprete. Este, ante la poca atención que le prestaba Belinfante, la amenazó con un revólver, obligándola a contraer matrimonio. El enlace se produce y mantienen la relación durante cinco años. Curiosamente, Frieda no recuerda a Feltkamp como un mal hombre, sino ‘como un bohemio’ que no comprendió ‘su gran admiración por las mujeres’. Él, a pesar de que siempre tuvo claro que ella ‘no podía amar a un hombre como iba a amar a una mujer’, la guió en la toma de decisiones de su vida profesional: ‘me tomó bajo su protección para que me centrara en mi música. Esa era su misión’.
Es precisamente durante esta época cuando a Frieda se le presenta su primera oportunidad para dirigir la orquesta del Liceo Baarnsch. En un primer momento fue rechazada por ser mujer pues, según el director del propio centro, los chicos ‘son difíciles de manejar, así que es mejor que sea un hombre’. Belinfante relata con gracia que tiempo después recibiría una llamada para relevar en el puesto al director titular, puesto que él no había logrado hacerse con la situación. Frieda comienza a dirigir esta orquesta juvenil y, tras el primer concierto y ante la sorpresa por todo lo que había logrado con los jóvenes, fue invitada por las cantantes de la Asociación de Estudiantes Femeninas y la Orquesta Sweelinck de la Universidad de Ámsterdam para que las dirigiese. Tal fue el éxito logrado que, en 1938, Belinfante decide crear la Klein Orkest, agrupación con la que se ganaría el reconocimiento de ser ‘la primera mujer directora de los Países Bajos en dirigir una orquesta profesional’.
Su desarrollo y reconocimiento como directora iban in crescendo, tanto que en 1939 se traslada a Suiza para estudiar con Hermann Scherchen. Durante su estancia, Scherchen organiza un concurso entre sus alumnos en el que Frieda resulta galardonada con el primer premio. Lamentablemente, estalla la guerra, truncando su recompensa de conducir la Orquesta de la Suisse Romande y paralizando su desarrollo musical.
Ante la complicada situación, una de las primeras decisiones que tomó Frieda fue disolver la Klein Orkest para proteger a sus miembros: gran parte de los músicos eran judíos y quería evitar que fueran forzados a realizar actividades con las que no estaba de acuerdo. Además, se involucra con los activistas de la Resistencia CKC, grupo que se hace responsable de la distribución de ayudas para los músicos que se habían negado a afiliarse en la Nederlandsche Kultuurkamer, institución creada por los nazis para controlar (y censurar) a los artistas. Pero el trabajo de Frieda no se queda únicamente en gestionar los fondos, sino que juega un papel aún más importante: elaborar las falsificaciones de los documentos de identidad para los judíos. Belinfante y sus compañeros son conscientes del riesgo que corren al fabricar estas nuevas identidades si llegasen a ser comparadas con las originales del registro. Por esto, el grupo diseña un plan que llevaría a cabo en marzo de 1943: ‘hacer volar’ el registro de Ámsterdam. El ataque fue muy exitoso, pues se perdieron una gran cantidad de documentos en la explosión: ‘fue una gran pérdida para la ocupación alemana, mucho. Ellos estaban muy molestos y por eso estaban decididos a buscar y matar a las personas del grupo’. Lamentablemente el grupo fue traicionado y doce personas fueron ejecutadas unos meses más tarde.
Belinfante no estaba exenta de peligro, así que decidió cambiarse el nombre por el de Hans Kroon, vestirse de hombre y pasar desapercibida. Cuenta que el disfraz fue tan efectivo que, en varias ocasiones, se topó con su madre y esta no la reconoció. Frieda es perseguida por la Gestapo y, tras meses escondida, decide huir. Su travesía comienza en Bruselas, pasa por París, y a principios de 1944 llega finalmente a Suiza. Gracias a su maestro, Hermann Scherchen, Belinfante no es deportada nuevamente a Holanda y es enviada a un refugio. Durante su ‘estancia’ en este lugar formó un coro pero, a pesar de sus buenas intenciones, la idea no tuvo una gran acogida, pues los refugiados preferían ‘no hacer nada y sentarse a esperar a que terminara la guerra’. Gracias a su personalidad inquieta, Frieda logró conseguir un violonchelo con el que ofreció un concierto junto a una pareja que tocaba el violín y la viola. Además, gracias a un amigo que residía en Estados Unidos, Harold, logró comprarse un clarinete y tomar clases, algo que para ella era importante en su formación como directora de orquesta.
En julio de 1945 Frieda regresa a Ámsterdam, pero la desilusión y la tristeza hicieron que decidiera cambiar su rumbo, emigrando a Estados Unidos para el resto de su vida. Uno de los detonantes que recuerda Belinfante de su partida a América fue el rechazo que tuvo ante la desidia de la gente, ‘descubrimos que las personas que habían estado ‘montando vallas’, estaban en la cima, mientras que de la gente que había dado su vida, nadie hablaba […], fue una ducha muy fría la que obtuve cuando regresé’. Intentó continuar con la música, dirigiendo una pequeña orquesta y dando clases de violonchelo, pero el constante rechazo hizo que Frieda decidiera poner punto final a su vida en Ámsterdam.
Instalada ya en California, retoma su carrera musical a través de la enseñanza y como intérprete de violonchelo con algunas orquestas de estudio en Hollywood. Su reputación, sus ganas de dirigir y su empeño la llevan a fundar, en 1954, la Vine Street Musicians, siendo Frieda una de las primeras (si no la primera) mujeres en dirigir una orquesta profesional en Estados Unidos. La agrupación ofreció su primer concierto el 22 de mayo de 1954 y, al terminar la presentación, se le acercaron algunos mecenas interesados en promover el conjunto en el condado, naciendo así la Sociedad Filarmónica del Condado de Orange, promotora de la orquesta.
Belinfante celebra varios conciertos a lo largo de sus cinco años de contrato y produce programas formativos juveniles. Pero, a pesar del éxito, el conjunto se disuelve en 1962 por desavenencias con la junta directiva y la situación precaria e irregular de los músicos, pero también por el repudio que mostraban hacia la homosexualidad de la directora.
Pero este episodio no frenaría a Frieda, quien se dedicaría después a asesorar a diferentes orquestas y sociedades musicales, además de obtener un puesto de profesora de violonchelo y dirección de orquesta en la prestigiosa Universidad de Los Angeles. En 1987 es homenajeada por la Junta de Supervisores del Condado de Orange al destacar ‘sus muchas contribuciones a la comunidad musical’ durante treinta años, proclamando el 19 de febrero como el Día de Frieda Belinfante. En 1994 su historia y la de sus compañeros de la resistencia fue reconocida en una exposición en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos, financiada por el gobierno holandés. En esta época la directora Toni Boumans prepara un documental en la que retrata la vida de Frieda, But I Was a Girl, the Story of Frieda Belinfante, aunque ella no pudo vivir para verlo, pues falleció en Nuevo México el 5 de marzo de 1995 a los 90 años.
A los veinte años de su fallecimiento, la también escritora Toni Boumans publica el libro Een schitterend vergeten leven (Una vida espléndidamente olvidada), biografía dedicada íntegramente a la directora, recordada por ella como ‘una mujer fuerte y decidida con pasión por la música’.
Recursos consultados:
– Biografisch Portaal van Nederland (Portal biográfico de los Países Bajos).
– Entrevista realizada por Klaus Müller a Frieda Belinfante el 31 de mayo de 1994. United States Holocaust Memorial Museum.
– Elisa Rolle, Days of Love: Celebrating LGBT History One Story at a Time. 2014.
– Chris Pasles, ‘Frieda Belinfante Honored: Cultural Pioneer Still a Voice for Excellence‘. Los Angeles Times, 19 de febrero de 1987.
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