El director italiano Sesto Quatrini aterrizará en Barcelona el 2 de mayo para dirigir una gala lírica en el Gran Teatre del Liceu con destacadas voces del panorama internacional. Hablamos con él sobre el trabajo con los cantantes, su paso por el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania y el tiempo y dedicación que requiere estudiar una ópera para incorporarla al repertorio.
Por Manuel Pacheco
¿Cuáles son tus expectativas a la hora de dirigir en un escenario con la tradición e historia como el del Gran Teatre del Liceu?
Es para mí un gran honor subir al podio del Liceu, uno de los teatros más importantes del mundo que, además, está ligado desde su fundación a la tradición del bel canto italiano —el compositor Saverio Mercadante, por ejemplo, que es para mí un autor muy querido, ha estado muy bien representado en este escenario—. Evidentemente, las expectativas son directamente proporcionales al nivel y a la historia de este teatro: muy altas.
La gala contará con cuatro importantes voces del panorama operístico actual: Ermonela Jaho, Lisette Oropesa, Javier Camarena y Carlos Álvarez. ¿Cómo abordas el trabajo con estos intérpretes?
Con cantantes tan extraordinarios todo se vuelve mucho más fácil, ya que cada uno de ellos representa lo mejor a nivel global en su repertorio. Cuando se tiene el privilegio de hacer música con intérpretes de este calibre, el director debe elevar su lectura personal y su visión musical a un nivel superior para que ocurra una simbiosis con el intérprete. Dado que en estas circunstancias no existen obstáculos insalvables de naturaleza técnica, se crea el tiempo y el espacio para trabajar incluso en detalles microscópicos. Y los detalles, como sabemos, marcan la diferencia.
¿Qué repertorio podrá escucharse en la gala?
Es muy heterogéneo. Desde romanzas de zarzuela hasta célebres duetos del más noble repertorio, pasando por grandes arias de ópera italiana y francesa. También habrá tres piezas sinfónicas: la ‘Sinfonía’ de Luisa Miller de Verdi; el ‘Preludio, l’abbandono y la tregenda‘de Le Villi de Puccini, para conmemorar el centenario de su muerte; y la pieza con la que elegí abrir el concierto, el ‘Intermedio’ de Goyescas de Enrique Granados, que es mi personal homenaje a la tierra que me acoge y a la historia del Liceu, ya que la obra se estrenó en este teatro en 1940.
Tu debut en España fue en Canarias, con una gala lírica junto a la Orquesta Sinfónica de Tenerife y dirigiendo el Don Carlo de Verdi en la Ópera de Las Palmas. ¿Qué recuerdos tienes de estas primeras actuaciones en escenarios españoles?
Guardo maravillosos recuerdos de mis primeras experiencias dirigiendo en España. Me encanta el país y la forma en que, como en Italia, se aborda la música: atención infinita y pasión por el arte, gran profesionalidad y un fuerte sentido del trabajo. Además, siempre he considerado que el público español es cálido y generoso. Todo esto me lleva a volver a España con mucha ilusión.
De 2018 a 2023 ejerciste como director artístico del Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania. ¿Cuál ha sido tu trabajo al frente de esta institución? ¿Estás satisfecho con los resultados obtenidos?
El objetivo principal era abrir el teatro a un diálogo más cercano con el panorama internacional; al mismo tiempo, había que intentar realzar las excelencias del repertorio lituano y descubrir otras nuevas. En cinco años he intentado conseguir del coro y de la orquesta un sonido en el que pudiera reflejarme como músico, un sonido más italiano en brillantez y más centroeuropeo en redondez; es decir, menos ligado a la tradición que heredé. El hecho de que hoy en día este Teatro realice coproducciones con la Metropolitan Opera de Nueva York, el Teatro Real de Madrid, La Monnaie de Bruselas, la Ópera de Roma, la Opéra de París y muchos otros teatros de este calibre, es señal de que estos objetivos se han conseguido.
Desde el punto de vista personal, estrené muchos títulos: Der Rosenkavalier, La Juïve, Madama Butterfly, Aida, Los cuentos de Hoffmann, Candide o Anna Bolena. También dirigí otros tantos del repertorio más tradicional. De este modo, he ampliado enormemente mi experiencia y he aprendido a profundizar no solo en el trabajo de dirección artística (lo cual no es tan obvio para un director de orquesta), sino también en otra cultura, otra Europa y otras tradiciones. Fue muy importante para mí y siento que he madurado como persona y como músico.
Mantienes una intensa actividad como director. Previo a tu visita al Liceu has dirigido L’elisir d’amore en la Royal Opera House de Londres y en el Teatro Regio de Parma, y Rigoletto en la Deutsche Oper Berlin. ¿Cuáles son tus dinámicas de estudio y preparación?
Soy muy meticuloso, sigo mi propio método para preparar una ópera. Primero trabajo las líneas vocales de la partitura, comparándolas con el libreto y resaltándolas con diferentes colores, porque en mi caso hay una fuerte inclinación sinestésica entre voces, música y color. Después trabajo toda la parte instrumental, empezando por las cuerdas y eligiendo qué dirección llevarán los arcos, y lo mismo en los instrumentos de viento: los modos de ataque, el fraseo, las dinámicas y, a grandes trazos, algunos tempos de metrónomo como referencia. Es decir, la primera fase consiste en escribir en la partitura tanta información como sea necesaria para crear mi interpretación.
Solo después de este trabajo, que lleva mucho tiempo, empiezo a releer musical y teatralmente la obra en su totalidad, revisando y cambiando también muchas de las ideas iniciales que eran puramente técnicas, incluidos los metrónomos, con el objetivo de adherirlos a una visión más amplia y estructural de la pieza. En las etapas finales de estudio canto toda la ópera a capela, las partes vocales y algunas instrumentales, porque eso me ayuda a encontrar el melos del que hablaba Wagner. Y, finalmente, escucho las interpretaciones de otros directores y cantantes para hacerme una idea de las tradiciones interpretativas, ya que, en mi opinión, siempre hay que tenerlas en cuenta para proponer la tuya propia.
Has declarado que te encuentras cómodo en un formato como el de la gala lírica, dirigiendo voces y arias operísticas. Entre todos los célebres títulos que componen tu repertorio, ¿hay algún compositor o alguna partitura con la que sientas especial afinidad?
Siempre he intentado tener un repertorio muy heterogéneo que abarcara desde el Clasicismo hasta la música contemporánea, porque soy por naturaleza un hombre curioso y abierto a la diversidad. Creo que nunca seré considerado un especialista en algo o en algún compositor en particular, sino que me gustaría ser evaluado por lo que soy capaz de proponer. En todo caso, entre las obras que ya he dirigido las que más he amado y amo son Las bodas de Fígaro, Don Carlo y Der Rosenkavalier, todas ellas, en mi opinión, extremadamente difíciles, intensas en el contenido que transmiten y verdaderamente inmortales. Obras maestras del género.
Por otra parte, tengo una gran afinidad tanto con el bel canto romántico —pongo a Guillaume Tell, Norma y Don Pasquale en mi podio personal— como con la música de Puccini, de la que me gusta prácticamente todo. Me gustaría estrenar títulos como Falstaff, Simon Boccanegra o Il Trittico. Espero vivir lo suficiente para poder dirigir también El anillo de los nibelungos, Tristán e Isolda y Los troyanos, además de las obras completas de Benjamin Britten y Franz Schmidt.
¿Cuáles son los compromisos que te esperan tras tu paso por Barcelona? ¿Visitarás próximamente otros escenarios españoles?
Inmediatamente después de Barcelona estaré en la Ópera de Frankfurt con un emocionante compromiso que me llevará a dirigir dos óperas del mismo nombre: Otello de Rossini y Otello de Verdi. En julio trabajaré en la grabación de un disco con una gran soprano italiana muy querida por el público español, de la que pronto desvelaré su nombre. No puedo decir en qué salas actuaré la próxima temporada, ya que la mayoría de las programaciones aún no están anunciadas, pero, a partir de septiembre, las historias que me acompañarán serán las de Carmen, Don Pasquale, Nabucco, Madama Butterfly, Romeo y Julieta, La traviata y Manon. Volveré a España en las próximas dos temporadas a teatros importantes con títulos que todavía no han sido anunciados, compromisos que me hacen especial ilusión. Tengo la sensación y la esperanza de que habrá muchas otras oportunidades en el futuro de volver a vernos.
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