A finales de año 1841, Fanny Hensel, más conocida como Fanny Mendelssohn, acababa una de sus obras más importantes hasta la fecha. El ciclo de canciones Das Jahr (El año) se presentaba como una perfecta convergencia artística de epigramas clave de la literatura alemana, viñetas dibujadas por su marido y sus piezas características para piano.
Por Rosa García Mira
Sobre la vida de Fanny: hasta aquí, pero no más lejos
Fanny Mendelssohn (1805-1837) fue una compositora, pianista y cantante alemana. Creció en un entorno propicio al desarrollo intelectual desde muy pequeña. Tanto ella como su hermano, Felix Mendelssohn, recibieron una importante educación musical que comenzó con su madre, Lea Mendelssohn, y más tarde, con Ludwig Berger, un protegido de Muzio Clementi. El entorno femenino que la rodeaba era, cuanto menos, destacable. Fue Sara Levy, la tía-abuela de Fanny, la que consiguió aquella famosa partitura de la Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach que Felix luego revivió. Sin embargo, la sociedad en la que habitaba estuvo profundamente impregnada por el sistema patriarcal. En una carta de 1820, Abraham Mendelssohn le escribía a Fanny, su hija, que la música no podría convertirse para ella en una profesión, a diferencia de lo que ocurriría con Felix, porque ella tendría que casarse y cumplir su rol como mujer.
Su obra es bastante prolífica y, además, muy autobiográfica. Cuando, a los 17 años, se enamoró de su futuro marido y este tuvo que mudarse de ciudad, escribió 30 lieder de amor. Compuso su propia marcha procesional para la que sería su boda en 1829, algo nada usual en una mujer en la época. Por estos años ya se habían publicado varios lieder suyos bajo el nombre de su hermano, algo que parecían querer ambos. En 1831 se convierte en la anfitriona de los Sonntagsmusik, unas reuniones musicales que habían sido tradición familiar, con toda clase de artistas e intelectuales, para los cuales componía, interpretaba y hacía de directora musical.
Fue insegura, probablemente, porque su contexto la incitaba a ello. No la dejaron ir a la universidad, como a su hermano, ni la instaron a componer ni a compartir su música. Tuvo que realizar su obra en solitario y, por ello, perdió oportunidades, dinero y experiencias. Felix la retaba incluso cuando ella tenía un hijo de cinco meses, reprochándole que no estaba componiendo tanto. Ella misma admitía no ser capaz de igualarlo muchas veces y, por ello, se abstenía de componer grandes formas y seguía componiendo lieder y piezas para piano. Sin embargo, tras un esperado viaje a Italia en 1839, parece volver con una confianza renovada y compuso unas 24 obras al año siguiente.
En este momento es cuando surge Das Jahr (1841), la obra a la que prestaremos especial atención. Fue en 1846 cuando decidió publicar su obra, y realizó una selección de piezas vocales para ello. Su muerte repentina fue precedida por su último lied, el cual compuso el día antes de morir y cuya premonitoria letra (de Eichendorff), acaba: ‘nuestras fantasías, como nuestras canciones, se alzan hasta llegar al cielo’.
El ciclo de canciones Das Jahr
Das Jahr (El año) es un ciclo de piezas características para piano, que además integra epigramas en la página inmediatamente anterior a la partitura, y viñetas dibujadas por Wilhelm Hensel, el marido de la compositora, en la primera página de cada pieza musical. Se publicó por primera vez en 1989, editado por Liana Gavrilla Serbescu, en mitad de un revival de la música de Hensel, a partir de un manuscrito encontrado que incluía la música con revisiones y correcciones. No es hasta el año 2000 cuando se descubre un segundo manuscrito de la obra, bastante más definitorio, que incluía las viñetas y los epigramas poéticos. Hasta este momento, se había creído que Das Jahr reflejaba las experiencias vividas en el viaje a Italia en 1839-1840; sin embargo, el manuscrito posterior nos muestra una obra que integra música, poesía y pintura para mostrar el paso del tiempo a lo largo de doce meses.
La obra la conforman 12 piezas breves de un solo movimiento, una por cada mes del año. Cada una, además, se copió a mano en un papel de color diferente. Posee un marcado carácter cíclico, con alusiones motívicas a meses anteriores o posteriores. Reflejan las particularidades de cada mes: encontramos corales de pascua en marzo o de Navidad en diciembre, la imagen de las campanas tanto en música como en imagen o la alusión a otras piezas musicales, todo ello para capturar el temperamento propio de cada mes. En el posludio final de la obra se encuentra una clara referencia a la Pasión según San Mateo de Bach.
Las viñetas de Wilhelm Hensel retratan el mensaje de los epigramas, que proceden de obras capitales de la literatura alemana, especialmente de Goethe. Cada una de esas obras, además, refleja en palabras el carácter general de la pieza, según investigadoras como Marian Wilson Kimber. La mayoría de los dibujos muestran a una mujer, ya sea tocando un instrumento o en posturas meditativas, lo que se interpreta comúnmente como una clara plasmación del talento creativo de Fanny Hensel.
La obra era, en un principio, un regalo de Navidad para Wilhelm. La dedicatoria que en ella encontramos dice así:
‘Para el hombre que, muchas veces en el año,
desde que he estado unida a él,
ha acortado el tiempo para mí en unas vacaciones perpetuas
ha animado la vida con poesía,
para él, serio y capaz se presenta
el reluciente retrato de un año fugaz’
De esta manera, Fanny Hensel presentaba Das Jahr como una ofrenda musical. En sus cartas de aquel momento reflejaba la importancia del paso del tiempo y, sobre todo, del tiempo perdido pensando en asuntos que no le permitían tener claridad mental. Este es el momento en el que la compositora desarrolla esta música, con un evidente trasfondo reflexivo y filosófico, y es lo que deberíamos buscar a la hora de escuchar este ciclo de canciones.
‘September‘: una pieza especial
‘Septiembre’ es la única pieza que Hensel decidió publicar en vida, pues lo hizo en 1846 para la editorial Bote & Bock, dentro de sus Lieder für das Pianoforte, bajo la catalogación opus 2 núm. 2. Esto nos indica que probablemente estaba orgullosa del resultado o, al menos, creería que era lo suficientemente buena como para interpretarse públicamente. Sin embargo, en esta publicación, prescindió de los elementos programáticos de los que estaba dotada en Das Jahr.
La compositora hizo uso de la técnica de tres manos, donde encontramos un bajo en octavas la mayor parte del tiempo en la mano izquierda, y una mano derecha con arpegios ascendentes y descendentes que integra la melodía principal en el registro medio. Es un claro ejemplo de su propio virtuosismo al piano, así como de su capacidad melódica y armónica.
En el manuscrito descubierto en el año 2000, que integraba las imágenes y las palabras, la pieza aparece sobre un papel de color azul. En la página anterior a la música, el epigrama versaba:
‘Fluye, fluye querido río,
nunca seré feliz’
La viñeta dibujada nos muestra un hombre sentado en algún lugar de la naturaleza, con las manos sobre la cabeza y pensativo. Parece estar al borde de un río jugando con un palo de madera sobre la superficie del agua. Su ropa, según Wilson Kimber, sugiere que sea un peregrino. El agua, el color azul, la postura y el epigrama, representan la melancolía. El manuscrito que se editó y publicó en 1989 añadía, también, las palabras ‘en el río’, ante la ausencia del resto de elementos programáticos.
La pieza, en Si menor, posee forma de sonata, con una introducción cuyas ideas se vuelven a desarrollar y variar en la coda final. Los motivos principales se muestran en las voces intermedias, como es propio de la técnica de tres manos. Los arpegios que se encuentran en la capa superior en la mano derecha funcionan como una representación sonora del cauce del agua del río. Además, exponen un diseño melódico muy interesante, basado un patrón de tres semicorcheas ascendentes, tres descendentes y tres ascendentes (3 + 3 + 3), que se repiten una vez hasta el siguiente compás. Proporciona una sensación rítmica compleja sobre los dibujos de la melodía principal, que normalmente se estructura en dos bloques, de una corchea y una negra, es decir, tres y seis semicorcheas. Este patrón rítmico de 3 + 6, dentro del compás de seis por ocho, definirá la pieza al completo, y también vendrá acompañado por el bajo.
La introducción de ‘September‘ preludia los motivos sobre los que se desarrollará el discurso musical, en el Andante con moto que le da pie. El motivo de corchea-negra en el registro agudo es el germen del motivo principal en la exposición (en ella, se encuentra en el registro medio), y está formado por ese patrón rítmico de 3 + 6 previamente discutido. Se trata de una melodía cantabile y fácil de distinguir bajo el entramado melódico de los arpegios.
En la sección de desarrollo, el dibujo melódico de la exposición se repite transportado una quinta ascendente, para luego aumentar la densidad rítmica a la par que la tensión armónica. En un descenso cromático del bajo, se prepara la modulación a la tonalidad de Si bemol menor, que llegará forte, donde el patrón rítmico perceptible será de 6 + 3. El lirismo y la fuerza emotiva de la música en este punto son muy destacables.
Tras un breve pasaje cromático y ascendente, Hensel nos hace regresar a la melodía principal, no sin variarla y añadirle, tras una breve bajada cromática, los motivos que presentaba en la introducción. De esta manera, se pone de manifiesto el carácter cíclico de la pieza, que acaba en una progresión IV – III – II – I y pianísimo, provocando un final progresivo y en contraste con los dibujos melódicos anteriores, porque esta vez, los acordes se presentan en bloque y encontramos los primeros silencios de la pieza.
Recepción de su obra
La obra de Fanny no ha sido desconocida a lo largo de la historia, como explica Wilson Kimber. Clara Schumann interpretó dos lieder suyos en Göttingen en 1855; Otto Dresel interpretó su Piano Trio en un concierto en 1856 y la reseña establecía que su ‘fuerza sostenida, en realidad, excedía algunos de las obras favoritas de Felix’. Cuando Antonin Dvorák, en 1892, afirmaba que las mujeres no tenían poder creativo, George Chadwick hablaba del talento innegable de Fanny Hensel. Las reseñas que recibió en vida, sin embargo, dejaban bien claro que su género impedía su consideración como artista, haciendo alusión a su incapacidad para desarrollar ideas, su sonido excesivamente femenino, su falta de oportunidades laborales, su excesiva emocionalidad…
Sin embargo, lo que realmente asusta, y debería asustarnos, es que estos prejuicios de género sigan estando vigentes en pleno siglo XXI. Especialmente, sobre la obra de una mujer que fue celebrada en vida y muchos años después de su muerte. Alan Becker escribe para la American Record Guide, en febrero de 2013 que ‘para profundidad emocional, tendrán que buscar en otro sitio’, sobre el disco de Els Biesemans dedicado a la obra Das Jahr. Debe dejar claro que Hensel tenía ideas independientes de su hermano, cuya comparación se presenta ciertamente desafortunada, al tiempo que comenta lo atractiva que es la intérprete en sus fotos del disco. Esto es problemático en tanto a que perpetúa creencias acerca de que las mujeres no son capaces de crear una obra con una emocionalidad ‘importante’, no trivial. Una reseña posterior sobre el disco de Hirotoshi Kasai, también de Becker, nos deja con mejor sabor de boca y la sensación de que la música es lo realmente importante.
Existen, por supuesto, reseñas profesionales y bien redactadas sobre la obra de Fanny Hensel, como es el caso de la de Joan Chissell sobre el disco ‘Mendelssohn-Hensel Piano Works vol. 1’ de Serbescu. Son un reflejo la importante consideración en que se tiene a la artista hoy día.
Escuchemos la obra de Fanny Hensel este septiembre, seamos parte de su historia con Das Jahr. Aunque no fuese su intención publicar la obra, sí lo fue publicar ‘September‘. Por si nos queda alguna duda de si la historia de la compositora hubiera sido otra de haber sido un hombre, quedémonos con esta frase que le escribía a Felix en una de sus cartas:
‘No es tanto una forma de componer la que me falta como una cierta manera de vivir, y como resultado de este defecto, mis cosas largas mueren en su juventud de decadencia; me falta la habilidad para sostener ideas propiamente y darles la debida consistencia’.
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