En 2019, la oboísta Clara Espinosa y el trompista Lucien Julien-Laferrière fundaron el Ensemble Semura Sonora con el propósito de reunir a músicos de la zona de Zamora con músicos procedentes de diversos horizontes y explorar nuevos caminos para llenar el espacio sonoro zamorano.
Por Alicia Población
¿Cómo se conocen Clara Espinosa Encinas y Lucien Julien-Laferrière?
Lucien: Veníamos de países diferentes, yo de París y ella de Zamora, y nos encontramos estudiando en Friburgo y luego en Basilea.
¿Por qué os fuisteis a estudiar fuera de vuestros países de origen?
Lucien: Dos de mis hermanos ya estaban estudiando en Francia, uno en el Conservatorio de Lyon y otro en el de París. Yo quise hacer algo diferente para encontrar mi camino. Había un trompista que me gustaba mucho, de la Hochschule für Musik, y me fui para Friburgo.
Clara: Cuando yo tenía 12 o 13 años, uno de mis profesores les habló a mis padres de la posibilidad de estudiar en el extranjero. En Zamora no había demasiadas oportunidades para estudiar música ni para encontrar un trabajo como músico, así que la idea estaba en la cabeza y, en cuanto tuve la oportunidad, me fui a estudiar a Alemania. Desde hacía mucho tiempo tenía claro que hacer lo que yo quería en Zamora no iba a ser posible. También es cierto que salir era como una moda. Salíamos todos y fuera nos encontrábamos con un montón de españoles.
Lucien: En París sucede justo lo contrario; la gente tiene como objetivo entrar en el Conservatorio Superior de París y, hasta hace diez años, había pocos franceses que quisieran salir a estudiar fuera.
¿De dónde nace vuestro interés por la música antigua?
Lucien: Estaba estudiando trompa moderna en Alemania y descubrí la trompa natural; en la escuela había dos trompas naturales en el armario de la clase. Me llamó la atención y empecé a tocarla en proyectos. En un curso de verano de la Freiburg Barroq Orchestra, una de las más orquestas más importantes, conocí al profesor belga Bart Aerbeydt y me abrió al mundo increíble que es la música antigua.
Clara: Yo estaba en Basilea estudiando oboe moderno. En el máster, para completar créditos, te dan la opción de hacer algún estudio relacionado con los otros departamentos. En Basilea está el de moderno, jazz, música antigua… Como Lucien ya había empezado con antigua y había hecho que me interesara, comencé también con ello, y acabé estudiando más tiempo este tipo de música. Pasaba más tiempo con la gente de la Schola Cantorum y hacía muchos más proyectos allí, así que decidí sumergirme plenamente. Hice un Erasmus en el Conservatorio Regional de París con el oboe barroco y, con este último empujón, decidí hacer el máster.
En el año 2016 descubristeis por casualidad, en una estantería familiar, el catálogo del archivo musical de la Catedral de Zamora y os sumergisteis en un verdadero trabajo de arqueología musical. ¿Por dónde se empieza para sacar a la luz un proyecto como el vuestro?
Lucien: Primero fue la casualidad y luego la ilusión, porque coincidió con el momento en el que estábamos haciendo el paso de la música moderna a la antigua en nuestros estudios.
Clara: Era uno de los primeros viajes de Lucien a España, y él tenía mucho interés en conocer la cultura y la música españolas, así que una tarde, en la que, se puede decir, estábamos bastante aburridos, le preguntó a mi madre si tenía por casa algún libro sobre la música de Zamora. Mi madre trajo un libro que se llamaba La música en la Catedral de Zamora, un catálogo de las obras que están en el Archivo de la Catedral. Al principio no le dimos importancia porque al fin y al cabo solo era una lista, pero Lucien sí se interesó y propuso ir a investigar esta música que se suponía que estaba en la Catedral. Ya había personas que habían hecho este tipo de proyectos de investigación, sobre esta música y sobre las obras de Salazar, por ejemplo, pero a mí nadie me había hablado de ello durante mis años estudiando en el Conservatorio de Zamora.
Lucien: A mí, como extranjero, me parecía alucinante que en la Catedral hubiera un tratado con más de mil obras, publicado hace cuarenta años, y que no se conociera en la propia ciudad ni por los zamoranos.
Ya habéis viajado con este proyecto. Habéis estado en Francia, por ejemplo, y habéis sacado un álbum. ¿De dónde salen los medios? ¿Hay subvenciones para incentivar este tipo de emprendimiento?
Lucien: Nos llamó la atención que, a pesar de que había personas que sí habían hecho investigaciones sobre esta música, el contacto de esas obras con la gente local no se había hecho. Hay libros y documentos publicados, pero la conexión con el público no estaba. Nuestra primera idea fue: tenemos un tesoro musical, hay que enseñárselo a la gente. Queríamos conectar al público con su patrimonio olvidado. Surgió el primer proyecto, Sonoridades olvidadas, y quisimos contar con gente de Zamora, así que llamamos a una antigua profesora de Clara que tenía un coro y montamos un programa con ellos. Desde hace cuatro años, todos los veranos, hacemos una gira con este programa por los pueblos de la provincia.
Clara: Esto de buscar la conexión con el público ha incentivado a los organismos de Zamora, y a la Diputación, sobre todo, a sacar adelante el proyecto. Para quienes nos financian, ver que cuando vamos a un pueblo pequeño se llena la iglesia es fundamental, y cada año nos han ido ayudando más.
Lucien: ‘Semura’ es una forma antigua de ‘Zamora’, que puede venir de los pueblos del norte. Hay una ciudad en Francia que se llaman Semur (Semur-en-Auxois), así que había una conexión también entre Francia y Zamora. El nombre del ensemble viene a decir que queremos llenar el espacio sonoro de Zamora con música barroca y con patrimonio de aquí.
¿Creéis que es fácil llevar al público la música que estáis rescatando, teniendo en cuenta la falta de programación de este tipo de obras?
Lucien: Como instrumentista, considero que dentro de la música antigua se interpretan siempre los mismos compositores, las mismas obras, y que el mismo programa de música de Bach se toca en Berlín, en Londres o en Madrid. Muy pocas veces lo que estamos tocando está vinculado con el sitio donde estamos tocando. En mi carrera tuve la suerte de hacer una gira en México con la orquesta de Friburgo. Tocábamos la integral de las sinfonías de Beethoven. Cualquiera diría que esto fue una increíble oportunidad, pero para mí, estar en México y descubrir su cultura, pero seguir tocando Beethoven y ver cómo solo van a escucharte quienes se pueden permitir hacerlo, que ya conocen Beethoven y te discuten el tempo de la Quinta sinfonía… Yo en esta ocasión no sentía, como músico, que estaba en México. Lo que me gusta de este proyecto es que sí siento que estoy en contacto con la gente y con el territorio.
Clara: Además, nosotros también hacemos un enorme trabajo de divulgación. Creo que, al principio, los primeros conciertos se llenaban por la novedad, pero cada vez que tenemos un proyecto vamos a la radio local y, a través de los medios de comunicación, tratamos de explicar qué hacemos. No solo queremos llegar y tocar. Cuando vas a una sala de conciertos no tienes apenas relación con tu público, con quien te escucha. Aquí sí, la gente viene a hablar con nosotros después de cada concierto y es algo muy gratificante.
Hablando del ensemble y de sus miembros, tenéis por ejemplo al contratenor Alberto Miguélez Rouco que dirige otro ensemble de música antigua, Los elementos. ¿Cómo elegís a quienes forman parte del ensemble?
Lucien: El núcleo del ensemble somos nosotros dos. Y, antes de encontrar los instrumentistas, hay que pensar el programa que queremos hacer. A nosotros, como oboísta y trompista, la música que más nos interesa es la que empieza a en el siglo XVIII, así que fuimos buscando las obras que tuvieran oboe, ya que yo sobre todo dirijo. Después de decidir las obras, vimos que necesitábamos varios solitas y empezamos a buscar. Evidentemente influye mucho la parte sentimental y personal. En nuestro primer proyecto vino mucha gente de Basilea, porque estábamos estudiando allí. De hecho, Alberto, por aquella época, era nuestro compañero de piso y en su ensemble, Los elementos, que también nació en Basilea, tocábamos, y tocamos, nosotros.
Clara: Por otro lado, también queríamos que los instrumentistas interesados en la música antigua que fueran de Zamora pudieran ser parte del proyecto. Nuestra organista y quien toca el sacabuche son de Zamora. Luego llegó una etapa donde necesitábamos a mucha más gente, muchos más cantantes, y empezamos a ampliar mucho más la red española. Si encuentras a alguien que te gusta, esa persona conoce a otra y así se van trazando lazos. Cuando grabamos el disco fue precioso estar recluidos todos en un monasterio, quince músicos, y que no hubiera absolutamente ningún problema.
Este año sacasteis el álbum Miércoles de Tinieblas. La grabación rescata la figura de los maestros de capilla de la Catedral zamorana Juan García de Salazar (1639-1710) y Alonso Tomé de Cobaleda (1683-1731) ¿Cómo fue el proceso del disco y qué importancia creéis que tuvieron estos autores en la música española?
Lucien: Cobaleda nos llamó la atención desde el principio. Nunca se había grabado, nunca se había editado una partitura suya, no se sabía absolutamente nada. Y, al descubrir sus manuscritos, abrimos un mundo de interrogantes y vimos que estaba vinculado a una nueva era de la música española.
La música barroca española, fuera de España, es totalmente desconocida. Si preguntas cuántos compositores barrocos españoles se conocen, si acaso te dicen Tomás Luis de Vitoria o Morales, pero estos compositores son del Renacimiento. Siempre se ha dicho que el arte es el reflejo del poder, y en España fue el Siglo de Oro, pero después, cuando el poder español decae, es cuando se produce la revolución musical más importante, que es el Barroco, con centro en Italia. Esto se va a Alemania, a Francia, a Inglaterra, y por razones políticas y religiosas, esta revolución no llega de la misma forma a España, y el país se queda con las reminiscencias de la música del siglo anterior. Eso explica que, hasta hace treinta años, la música española del siglo XVII no se conociera ni se valorara en absoluto. A principios del siglo XVIII, con la llegada de Felipe V, que venía de Francia, llega toda la influencia ítalo-europea y así llega también a Zamora, lo que explica el estilo de Cobaleda. Un amigo nos decía que era curioso escuchar la música de este compositor porque se mezclaba el estilo del Renacimiento con ornamentaciones barrocas y que, por esta razón, le resultaba difícil de encajar. Fue la identidad de esta música lo que nos llamó la atención, su autenticidad.
Clara: Cobaleda tiene varias lamentaciones de Semana Santa que son para oboe o violín solista con canto o varios instrumentos solistas más canto. Para mí era bastante raro estar ante una obra de oboe solista más canto, no se conocen muchas piezas así. De esas obras había las tres lamentaciones de Semana Santa, un motete y un miserere para terminar. De las tres lamentaciones de Cobaleda, solo teníamos la segunda y la tercera, pero la casualidad hizo que de Salazar tuviéramos solo las primeras. Sin embargo, las de Salazar no estaban completas, faltaban cuatro voces de ocho. Trabajamos mucho tiempo con un musicólogo zamorano, Alejandro Luis Iglesias, que ya había grabado música de Salazar, e hizo la reconstrucción de estas voces. Y, aunque de Salazar ya se han tocado obras, sobre todo las más clásicas, esta es la primera vez que se hace una obra policoral, con dos coros.
Tenéis tres proyectos entre manos, Sonoridades olvidadas, que a su vez dividís en ‘Maestros de capilla del S. XVIII’, ‘Las Lamentaciones del maestro Cobaleda’ y ‘El Brocarte de Zamora’. Y, por otro lado, Curiosos Ministriles y Dulzzísimo Ruiseñor. ¿Con cuál os quedaríais y por qué?
Lucien: Sentimentalmente te diría que la gira con el coro de la gente de Zamora, ‘Maestros de capilla del S. XVIII’, es la que más nos toca.
Clara: Y es el primero que hicimos. Pero a mí el de ‘El Brocarte de Zamora’ me encanta. Brocarte era el organista de la Catedral y fue la persona que hizo de nexo entre Salazar y Cobaleda. Además, descubrimos que era un músico muy interesante porque hicimos unas conferencias y pudimos conocer su figura. Se confundía mucho con otro Brocarte, de Segovia, y descubrimos que muchas de las obras atribuidas a uno, eran del otro. Es un oficio de difuntos, pero la música es preciosa y nos transporta al ambiente que se debía de respirar en la Catedral de Zamora en el siglo XVIII porque se distinguen las músicas de los tres compositores.
Si contarais con todos los medios necesarios, ¿qué os gustaría hacer?
Clara: Tenemos muchísima suerte en Zamora porque la Catedral nos ha abierto las puertas. En otros sitios de España, al parecer, es muy difícil que esto ocurra.
Lucien: En Francia tuvimos la Revolución, pero en España, la religión siempre ha tenido mucho peso. En la actualidad, hay una generación de músicos que está haciendo un tremendo trabajo de investigación. Si me das los medios, seguiría haciendo lo mismo, pero sacaría más discos, más conciertos, etc.
Clara: Investigar la música del siglo XVII en España.
Lucien: Sería interesantísimo seguir tirando del hilo, hacer una colaboración con las catedrales de España, intercambiar obras, investigarlas, tocarlas, grabarlas, etc.
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