‘Como un bálsamo y un mensaje de esperanza para el futuro de la música antigua en España’. Así definió la clavecinista Silvia Márquez la final del Concurso de Juventudes Musicales de España en su convocatoria de Música Antigua el pasado mes de febrero. Este no solo sirvió para valorar al grupo de jóvenes que se presentaba en esta edición, sino para recordar a dos grandes representantes del clave recientemente desaparecidos: Esteban Mazer y la pionera de la interpretación de la música antigua, Genoveva Gálvez.
Por Fabiana Sans Arcílagos & Lucía Martín-Maestro Verbo
‘He encontrado en este instrumento una forma de sentir,
de vivir la música que no he percibido en otros’
Genoveva Gálvez (Granada Hoy, 08/10/2016)
Nacida en Orihuela (Alicante) en 1929, Genoveva Gálvez es reconocida como la responsable del resurgimiento del clave y de los estudios de este instrumento en España. Su vida, contada a través de sus grabaciones, su actividad como docente y de algunas de sus publicaciones como Aspectos ornamentales de la música española para tecla del siglo XVIII o Incógnitas scarlattianas, la posicionan, no solo como pionera, sino como una mujer ejemplar en la visibilización de un instrumento que, hasta aproximadamente mediados del siglo XX, había estado ‘silenciado’ en la Península.
Graduada como pianista en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, Genoveva se dedicó a perfeccionar sus estudios musicales en Alemania. Comenta Alberto Joya en su artículo ‘Homenaje a Genoveva Gálvez’ que durante la gira que ofrecía el coro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, agrupación en la que participó como soprano durante la realización de sus estudios en Filología Románica, esta conoció al compositor José Luis Delás, quien la animó y ayudó a establecerse en Múnich para que continuase con sus estudios. Así, en 1953 se establece en la ciudad alemana e ingresa a la Musikhochschule, institución en la que se gradúa en clavicémbalo, clavicordio e interpretación de la música barroca bajo la dirección de la clavecinista Li Stadelmann. Durante este periodo en Múnich, en el que también se introdujo en el campo de la musicología, recibió clases con el clavecinista Rafael Puyana, el organista y musicólogo Clemente Terni y el pianista, clavecinista y musicólogo Macario Santiago Kastner, quienes probablemente propiciarían su interés, dedicación y profundización en la música ibérica.
Haciendo un breve paréntesis, vale la pena recordar a sus dos principales maestros. Li Stadelmann (1900-1993) fue una pianista y clavecinista alemana dedicada especialmente a la ejecución de la obra de Johann Sebastian Bach y a la práctica interpretativa de composiciones de diferentes autores en instrumentos originales. Por su parte, el colombiano Rafael Puyana (1931-2013) es considerado como uno de los clavecinistas más virtuosos e importantes de la historia. Afincado en París, se dedicó a la docencia y a la interpretación con instrumentos originales, pasión que, sin duda, fue trasladada a Genoveva, a una de sus alumnas más avezadas.
Volviendo a nuestra protagonista, tras su regreso a España imparte clases en diversos cursos de verano y en 1966 entra a formar parte del profesorado estable de los Cursos Universitarios e Internacionales Música en Compostela como docente de clave y música de cámara. En 1972 Gálvez ingresa al claustro de maestros del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y con ella se crea la cátedra y se inicia el crecimiento de este instrumento en la institución, en la que se mantuvo durante veinticinco años. Su empeño en el estudio del repertorio de la música ibérica y su ardua labor como docente e intérprete, le valieron invitaciones a centros de todas partes del mundo, entre ellos, la Schola Cantorum Basiliensis.
Pero la importancia de Genoveva no se vincula únicamente a su labor docente, sino a la interpretativa, ofreciendo cientos de conciertos en Europa y América, especialmente en EE. UU. y Suramérica, difundiendo y rescatando, según cuenta Alberto Joya, ‘importantes obras para el instrumento halladas y puestas de nuevo a la luz’. Además ella es ‘quien ha despertado el interés por el clave en los compositores contemporáneos españoles, quienes han escrito diversas obras no solo para el clave, sino para Genoveva Gálvez’.
Gálvez cuenta con una importante discografía en la que destaca, una vez más, la presencia de la música española. Títulos como Libro de Cifra Nueva de Luys Venegas de Henestrosa. Siglo XVI, Soler: Sonatas para clave, Clavecinistas ibéricos del siglo XVIII, España en la Música Europea de los Siglos XV al XVIII, Música española contemporánea para clave (con obras de Luis de Pablo, Claudio Prieto, Cristóbal Halffter o Tomás Marco), o Recercadas del Tratado de Glosas de Diego Ortiz, 1553, son solo una muestra del interés que ya hemos comentado. Además, Genoveva no excluye a otros compositores como, por ejemplo, Scarlatti, Johann Sebastian Bach y sus hijos, Johann Christian y Wilhelm Friedemann, repertorio que encontraremos en un disco en el que participa también Rafael Puyana. La aportación discográfica de Gálvez consta de obras para clave solo, dos claves o música de cámara, y ha sido galardonada tanto en España como en el exterior, y reeditada en varias ocasiones. Según palabras de Alberto Joya, en sus grabaciones ‘se proyecta con pleno dominio, fino lenguaje y vigente actualización de las obras que interpreta. Su búsqueda constante en cuanto al terreno de la investigación y la evolución de las tradiciones interpretativas han hecho de ella una intérprete fiel y cuidadosa, una artista sutil y elegante’.
Asimismo, merece la pena traer a colación a otras dos clavecinistas que fueron fundamentales para el desarrollo de la interpretación de este instrumento en el siglo XX, como son la polaca Wanda Landowska (1879-1959) y la valenciana Amparo Garrigues (1903-1945). Landowska es reconocida como una de las figuras pioneras en el estudio e interpretación histórica de la música y en la recuperación del clave como instrumento de concierto. Su interés por Bach y por los maestros del Barroco, en especial por la interpretación de estos compositores en instrumentos de época, la llevó a analizar, profundizar e indagar sobre la música antigua, estudios que se plasman en su primera publicación, el libro Musique Ancienne: Le Mépris pour les Anciens, la Force de la Sonorité, le Style, l’Interprétation, les Virtuoses, les Mécènes et la Musique (1909), que se traduce como La música antigua: el desprecio a los antiguos, la fuerza de la sonoridad, el estilo, la interpretación, los virtuosos, los mecenas y la música. Landowska mantuvo una relación cercana y fecunda con Manuel de Falla, naciendo de esa amistad el Concierto para clave del compositor español, escrito, dedicado y estrenado por la polaca. Durante esta época en Francia, fundó su escuela, centrada en el estudio de la obra de los compositores de los siglos XVII y XVIII con criterios históricos y la sala de conciertos en
A esta institución fue a estudiar la valenciana Amparo Garrigues (1903-1945) quien, desde el principio de su carrera, recibió grandes elogios por sus interpretaciones. Según comenta Irene Mendoza Martín en su texto ‘Mujeres pensionadas en Francia por la JAE’, el concierto más señalado de Amparo ‘fue el que tocó en presencia de Joaquín Nin, maestro de grandes músicos, y Salvador de Madariaga, embajador de España, en 1932 en el aniversario de la proclamación de la República’. Un año después, el diario Luz de la República del 9 de febrero de 1933 publica la crítica de Salvador Bacarisse sobre el concierto que ofrecieron varios artistas en el Instituto Francés de París. Garrigues impresionó con su ejecución: las piezas han sido ‘interpretadas con una seguridad de estilo tan perfectamente hermanado con la calidad de sonido y de su manera de frasear, que el resultado es de una perfección absoluta, pero sin sequedad, deliciosamente afectado en Rameau o Couperin; alegre, animado, en Mateo Albéniz y Soler, tan españoles dentro de las formulas italianas. Debussy y Ernesto Halffter fueron también notablemente interpretados por Amparo Garrigues, que fue aplaudida con entusiasmo’. Del mismo día, pero del diario El Sol, se puede leer ‘las versiones que Amparo Garrigues dio de los músicos del XVIII alcanzan la línea de la perfección y, con ella, un sonido pleno, nutrido, variado en sus efectos dentro de la más estricta estilización’.
No obstante, a pesar de la intensa actividad de Garrigues, así como de nuestra protagonista Genoveva Gálvez, es llamativo apreciar cómo los textos que encontramos sobre ellas no dejan de ser prácticamente anecdóticos, careciendo, además, de al menos una monografía que honre a estas dos figuras imprescindibles. Esperamos que en un futuro próximo esta situación pueda revertirse, pues es nuestra responsabilidad mantener viva la voz de las hacedoras de nuestra cultura musical.
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