Jessye Norman, soprano. Tatiana Troyanos, mezzo-soprano, James McCracken, tenor.
Tanglewood Festival Chorus
Orquesta Sinfónica de Boston.
Seiji Ozawa
PHILIPS 50. 464 736-2
2CD
Recuperación de un registro de 1979 realizado en el Symphony Hall de Boston, de una obra capital en la literatura sinfónicocoral del siglo XX. Los Gurrelieder, es decir, los Cantos del Castillo de Gurre, sobre los textos del danés Jens Peter Jacobsen, terminados por Schoenberg en 1911 constituyen uno de los monumentos de la música occidental del pasado siglo, figuran en el catálogo de su autor como una de sus obras más significativas, de mayor peso y dificultad, con una duración que alcanza a la hora y tres cuartos, y en gran medida prólogo sintético de una nueva concepción de la música que, sin embargo, es parte del proceso evolutivo desde el pasado inmediato. La calidad de la versión justifica que se haya recuperado mejorándola con la renovación de sus elementos técnicos. Algo que confirma, entre otros datos, que la intervención de la soprano Jessye Norma fuera considerada paradigmática en su momento, como lo son las de las otras partes solistas, la mezzosoprano Tatiana Troyanos y el tenor James McCracken, a los que se suman en misiones más reducidas el barítono David Arnold, el tenor Kim Scown, y el recitador Wener Klemperer, que completan con los Coros del Festival de Tanglewood, dirigidos por John Oliver, y la Orquesta Sinfónica de Boston, todos dirigidos por Seiji Ozawa, el extraordinario “reparto” del registro original.
El grupo de solistas, más un coro, más una orquesta de grandes proporciones y la duración de la obra explican que Stuckenschmidt, al hablar de esta obra en su biografía de Schoenberg dijera:del compositor que “era una mezcla particularmente complicada de fantasía súbita y de una capacidad cerebral de combinación que recuerda el trabajo de un ordenador”. Y ese complicado tejido es en el que el director y los intérpretes han de penetrar para que entendamos su “lectura en voz alta”. Y en este caso lo consiguen, porque la obra nos llega por sí misma, explicada en la sucesión hilvanada de su tejido, de la mano de Seiji Ozawa, en una versión que además de actualizada técnica se nos antoja plenamente vigente.