
Sansón y Dalila es la única ópera de Camille Saint-Saëns que ha perdurado en el repertorio, y no es casualidad. Inspirada en el relato bíblico, la obra combina un lirismo cautivador con una instrumentación majestuosa, explorando la seducción, la traición y la venganza a través de una música de gran riqueza dramática. Desde su accidentado camino al estreno hasta su consagración en los escenarios, esta ópera ha fascinado al público con su intensidad y belleza.
Por Fabiana Sans Arcílagos
Introducción
Dijo, pues, Dalila a Sansón: ‘Te ruego que me declares dónde está tu gran fuerza’. Y Sansón le dijo: ‘Si me atan con siete cuerdas frescas que no se hayan secado me debilitaré y seré como cualquier otro hombre’. Los príncipes de los filisteos le llevaron siete cuerdas frescas que no se habían secado y Dalila lo ató con ellas. Y tenía ella hombres al acecho en un aposento interior. Entonces, le dijo: ‘¡Sansón, los filisteos se te echan encima!’. Pero él rompió las cuerdas como se rompe un hilo de estopa cuando toca el fuego. Y no se descubrió el secreto de su fuerza.
Así —y según el Libro de los Jueces, 16—, Dalila le dijo a Sansón que la había engañado, y este, después de ser atado con sogas nuevas y tras haberle tejido siete trenzas en su cabeza, le reveló la verdad sobre su fuerza. El nazareno de Yahvé no podía tocar su cabello, su poder se concentraba en él y, al ser cortado, se debilitaría como cualquier otro hombre. Dalila, quien se había sometido al odio de los filisteos, entregó al joven condenándolo para siempre.
Esta es la base de la historia en la que se sumergen dos de los personajes bíblicos más conocidos y representados en las artes, a la que Camille Saint-Saëns dedicó una exuberante creación musical.
La ópera ‘bíblica’ de Saint-Saëns fue estrenada el 22 de diciembre de 1877 en una versión en alemán en el Teatro del Gran Duque en Weimar. El promotor de esta velada no fue otro que el compositor y pianista Franz Liszt, quien se había interesado por las composiciones del francés en una visita que este había realizado años antes al ducado.
De las trece óperas de Saint-Saëns, Sansón y Dalila es la que acumula mayor número de representaciones. Se enmarca dentro de lo que denominan Grout, Palisca y Burkholder como ‘ópera lírica’, que viene a ser el ‘tipo romántico de la opéra-comique’. La melodía es el principal atractivo de este estilo de obras escénicas, que se caracterizan por la ampliación en su duración y la temática basada en el drama o la fantasía romántica. Por su parte, el crítico Carlos Ruiz Silva vincula la obra con la grand opéra, gracias a ciertos aspectos comunes como ‘la tendencia a lo espectacular, la importancia del coro(…) y el tono generalmente heroico’. Pero independientemente de la denominación del estilo, para ambos, Gounod es el principal representante de este género y Saint-Saëns uno de sus continuadores.
Travesía de una ópera
A pesar de que Sansón y Dalila fue estrenada en 1877, esta inicia su travesía una década antes con la idea del compositor francés de realizar un oratorio basándose en la historia bíblica. Saint-Saëns, quien se había acercado al relato gracias al libreto de Voltaire para la ópera de Rameau Samson, le comenta sus intenciones a Ferdinand Lemaire. El poeta y libretista, entusiasmado con la idea, le propone al compositor desarrollar la historia en una ópera.
De esta manera, y aceptando la invitación, el músico francés inicia su obra por el segundo acto, aunque según el musicólogo Steven Huebner ya existía un primer boceto de un coro escrito en 1859. A pesar de los detalles, y según relato del propio compositor, este segundo acto fue ejecutado para un público selecto en su casa antes del estallido de la guerra franco-prusiana, en 1870. Entre los asistentes se encontraban ‘Augusta Holmes, Henri Regnault y Romain Bussine (que) cantaron a partir de libretos parciales mientras que él (Saint-Saëns) ejecutaba partes de orquesta al piano que aún no había compuesto’. Este acto tuvo una segunda escucha, pero la audiencia —una vez más— no recibió con buenos ojos la historia. Saint-Saëns decidió abandonar la ópera.
Con tres óperas a sus espaldas, y tras varios años con Sansón y Dalila en el baúl, el músico retoma la composición de su ópera gracias al entusiasmo que recibió por parte del compositor Franz Liszt. Así, con los dos primeros actos finalizados, Saint-Saëns decide ofrecer un concierto con el primero de ellos en París. Lamentablemente, este no tuvo la acogida que se esperaba, siendo altamente criticado. Tras la negativa de la crítica y el cansancio del compositor al ver que su ópera no obtenía los frutos esperados, la famosa mezzosoprano Pauline Viardot organizó una recepción privada para que se ejecutase una vez más el segundo acto. A pesar del esfuerzo de la cantante —para quien había sido escrito el papel de Dalila— y su fama, este tercer intento tampoco obtuvo una buena acogida.
Así, y transcurridos diez años de la culminación de la ópera, Sansón y Dalila vio la luz. El tema religioso, las vicisitudes políticas y la falta de interés de los gerentes de los teatros retrasaron la escenificación de esta obra, que fue traducida al alemán para su estreno en Weimar. La traducción del libreto estuvo a cargo de Richard Pohl, mientras que la ópera fue representada por Auguste von Müller (Dalila), Franz Ferenczy (Sansón), Hans von Milde (sumo sacerdote), Adolf Hennig (viejo judío) y dirigida por el sucesor de Liszt en el ducado, el compositor belga Eduard Lassen.
El estreno obtuvo gran éxito, pero no llegó a representarse en suelo francés hasta 1890 y en el escenario de la Ópera de París hasta 1892. Hoy en día es común ver en las temporadas de teatros a Sansón y Dalila, mientras que el aria‘Mon coeur s’ouvre à ta voix’ se ha convertido en una de las favoritas del público. Sin duda, debemos agradecer el empeño de Liszt con Saint-Saëns, ya que nos ha dejado una gran ópera.
Mucho más allá de ‘Mon coeur s’ouvre à ta voix’
Parece lógico pensar que el aria ‘Mon coeur s’ouvre à ta voix’ es, con diferencia, el mejor momento de Sansón y Dalila; pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que esta melodía para mezzosoprano se ha popularizado entre las preferidas por las cantantes, es solo una parte de la impresionante obra compuesta por Camille Saint-Saëns.
La unificación de las tradiciones sonoras y el exotismo que se exponen a lo largo de los tres actos se funden en un dramatismo propiciado por la majestuosidad orquestal. La agrupación, además de sus secciones tradicionales, incluye castañuelas, campanas y dos oficleidos, instrumento de viento-metal muy representativo en la orquesta romántica.
A Saint-Saëns se le ha querido relacionar con Wagner debido al uso de sus motivos, pero estos son utilizados como un recurso necesario para guiar la acción, principal preocupación del compositor. Los vínculos no terminan con el compositor alemán, existe en Sansón y Dalila —según algunos especialistas— una evocación a Meyerbeer, Gounod, Bach y Haendel, este último ‘patentado’ especialmente en el primer acto y en la riqueza de armonías.
Pero, si bien los compositores en ocasiones rememoran a sus antecesores o iguales, no es adecuado restar el gran valor y contenido de una ópera como la que estrenó Saint-Saëns en 1877. El francés logra combinar sonoridades orquestales mezclando hábilmente las voces con la madera y el metal, atravesando el canto llano y los orientalismos, logrando un color orquestal único pero de gran pureza. La simplicidad del músico en reflejar a través de las notas lo que percibía, lo llevó a la practicidad en su escritura, limitándose, como señala Baumann, ‘a transponer’.
Por su lado, el conjunto coral tiene una gran importancia en la ópera del francés, siendo el grupo un personaje propio. Saint-Saëns le da voz y vida propia al coro a través de ‘solos’ en primer plano, diálogos con la historia que juzgan o se introducen en la acción. La presencia del grupo vocal se percibe con gran atención en el primer y tercer actos, desempeñando en cada uno un rol diferente. En el primero, el coro tendrá el papel de los hebreos, figura suplicante ante un Dios todopoderoso que tiene el poder de recompensarlos o juzgarlos. Estos, optan por la segunda opción convencidos por Sansón, quien será enjuiciado por no cumplir con su condición de vida. Por otra parte, en el tercer acto tendremos a un coro más libertino, cegado por el odio y la venganza, este se guiará por los deseos de Dalila gracias a la mezcla sensual y exótica de la música que palpita con voz propia a través de la percusión.
Finalmente, el rol de las voces se entrelaza con el de la orquesta y el coro y, a través de momentos espléndidos, el lucimiento musical termina siendo compartido. Así, la primera de las voces que escuchamos es la de Sansón, introducido en el primer acto tras un movimiento tranquilo y sincopado de la orquesta y el coro. Sansón, tenor heroico pero noble, lucha entre la pasión del amor y el deber que tiene con Yahvé y su pueblo. Por su parte, Dalila, seductora y atractiva, se impone a través de una voz cálida y voluptuosa, que media entre las dos vertientes del personaje. Su gesta se representa mediante los clarinetes y contrafagotes, que simbolizan el mal que acecha.
‘Mon coeur s’ouvre à ta voix’ y la traición del aria
Dalila es, si duda, uno de los papeles más importantes escrito para la voz de mezzosoprano. Como ya hemos comentado, el personaje fue escrito para la cantante Pauline Viardot, aunque esta nunca lo representó más que en reuniones informales. A pesar de esto, este personaje contiene una de las arias más famosas de la historia de la ópera, que traducida al español sería ‘Mi corazón se abre a tu voz’.
En el segundo acto, a través del pizzicato de las cuerdas, Dalila intenta convencer Sansón de que le revele el secreto de su fuerza. La joven, seductora y vengativa, alterna junto a Sansón los motivos por los cuales deben —o no deben— estar juntos. El joven, quien expone sus razones religiosas, es poco a poco convencido por la seductora Dalila. El aria, que se encuentra acompañada de flautas, oboes, clarinete, cuernos, cuerdas y arpas, ejecuta notas reiteradas en un primer verso y se transforma en una línea cromática en el segundo. La voz, con ciertos melismas y largas frases, mantiene los descensos cromáticos en los que se revelan las intenciones de la mujer.
La melodía, que comienza con una suave confesión de Dalila a Sansón (‘¡Ah! Responde a mi ternura’), es acompañada por el arpa. Su forma estrófica permitió a Saint-Saëns acompañar la palabra con la música, como si de una resonancia se tratara. Tanto la armonía como la melodía comprenden una fusión de estilos musicales occidentales, mientras que la voz toma fuerza hacia el final del aria.
En el tercer acto, en el interior del Templo de Dagón se celebra la famosa Bacanal. Esta fiesta de atmósfera salvaje celebrada por los filisteos es la secuencia de ballet más representada de la ópera. Un ballet con símbolos orientales teatraliza el triunfo de Dalila y los filisteos sobre Sansón y su dios.
Algunos datos sobre el compositor
No es común contar en esta sección con compositores como Camille Saint-Saëns, por ello nos permitimos la ocasión para relatar en un breve espacio parte de la vida de este músico, nacido en París en 1835 y fallecido en Argel, ciudad donde compuso el tercer acto de Sansón y Dalila en 1921.
Podemos decir que Saint-Saëns ha sido uno de los músicos más prolíficos de la historia. Destacó como pianista, organista, director de orquesta y, por supuesto, compositor. Sus composiciones abarcan desde óperas (con ballet), pasando por corales y llegando hasta el cine, ya que en 1908 compone la sinfonía en seis movimientos para conjunto de cuerdas, piano y órgano, para la película El asesinato del duque Guisa.
Conoció personalmente a Liszt, Gounod y Wagner, y admiraba a Bach y Rameau, pero fue gracias a su maestro, Halévy, que despertó su interés por la ópera. Títulos como Le timbre d’argent y Sansón y Dalila tuvieron su estreno casi una década después de ser escritas, siendo la primera en presentarse La princesse jaune, su tercera ópera.
Deja una respuesta