Nada es imposible, así nos lo demuestra la mezzosoprano Sandra Ferrández, una de las voces más privilegiadas de nuestro país. En esta entrevista nos muestra su lado más personal, hacemos un repaso a su carrera desde los inicios y conocemos en profundidad cómo hace seis años, y con una carrera más que consolidada, cambió el repertorio de soprano a mezzo. Como nos dice ella misma, ha sido duro, pero ahora es más feliz que nunca porque ha logrado conocer su instrumento a la perfección y regalarnos grandes momentos musicales.
Por Ana R. Colmenarejo
Siempre cuenta que desde muy pequeña sabía que se quería dedicar al canto. ¿Qué es el canto para usted?
Para mí es un todo. Desde que tengo uso de razón recuerdo que quería ser cantante. Cuando no iba al colegio en verano, mi madre trabajaba en casa, y yo le decía: ‘voy a salir al portal a cantar porque hay eco e igual alguien me escucha y me lleva a Madrid’. Siempre pensaba que tenía que estar en Madrid para cantar, no sé por qué, y aquí estoy. Eso sí, cantaba todo el día, pero si me lo pedían ya no cantaba, me daba mucha vergüenza.
¿Cómo empezó su formación musical?
Soy de Crevillent (Alicante) y allí hay una afición al canto coral enorme, hay nueve o diez coros en una ciudad de casi 30.000 habitantes. Desde pequeña mis padres me llevaron al coro y empecé a estudiar música y piano; decidí después estudiar en el conservatorio. Estuve tres años en Elche y luego me fui a Valencia y allí estudié Grado Medio con Consol Rico y Superior con Ana Luisa Chova, catedrática del Conservatorio Superior de Música ‘Joaquín Rodrigo’. Cuando acabé mis estudios en España me fui a Lübeck (Alemania) y continué mi formación con Gundula Janowitz. En esa etapa pude crecer mucho profesionalmente y gané algunos concursos como Juventudes Musicales de España de Canción, el Primer Premio de Zarzuela en Abarán, en Bari gané un concurso para hacer Le nozze di Figaro y también fui semifinalista en el prestigioso concurso del Wigmore Hall.
¿Qué proyectos ha llevado a cabo recientemente?
El año pasado hice La Valquiria en el Teatro Real, fue un periodo largo, de dos meses. Empezamos el 2 de enero y acabamos en febrero. Tenía programados tres proyectos más que se cancelaron cuando empezó el estado de alarma. Ahora, el 29 de enero, participaré en el Réquiem de Mozart en el Auditorio Nacional junto al Coro Nacional de España, un concierto que conducirá su director titular, el maestro Miguel Ángel Cañamero. Después empezaré con Rigoletto en el Teatro Cervantes de Málaga, El barberillo de Lavapiés en el Palau de les Arts de Valencia, Carmen en el Teatro de la Maestranza de Sevilla y El gato montés en Oviedo, en el Festival de Teatro Lírico Español en el Teatro Campoamor.
Una de mis mayores alegrías recientes es cuando me llamó Javier Menéndez para invitarme al Maestranza de Sevilla a cantar el rol de Carmen. Lo espero con tanta ilusión que me es imposible expresar la gratitud que siento, es algo apasionante para mí pensar en esa Carmen.
¿En qué género se siente más cómoda?
El lied es un género en el que me siento muy bien. Empecé cantándolo en la carrera en mis inicios y me parece un género muy profundo. Te enseña a desgranar una partitura, a hacer música palabra por palabra, es un trabajo muy profundo que luego he aplicado a la ópera. También cantaba arias de ópera antigua, hasta que fui cantando cada vez más ópera. También me gustan la canción francesa y la española, que es una cosa que me gustaría hacer más. Sigo becada para estudiar con Gundula Janowitz, Donald Sultzen y Wolfram Rieger, estudié un tiempo con ellos y también con Miguel Zanetti.Preparo igual un recital de lieder que una ópera o una zarzuela, siempre hago todo lo que está escrito en la partitura y luego lo paso a través de mí.
Entre la ópera y la zarzuela, ¿con qué se queda?
Es distinto y me gustan mucho los dos, pero la parte actoral me mueve mucho. Por ello, la parte hablada de la zarzuela me parece muy atractiva; es algo que me apasiona y que trabajo igual que la parte vocal o más. Para mí la parte teatral en el concierto está también al cien por cien. Siempre he hecho cursos de arte dramático y me he estado formando. Ahora estoy trabajando con una actriz, preparando papeles, y estoy encantada porque esa parte la quiero desarrollar mucho más.
Hablando de personajes, ¿le gustaría interpretar especialmente un papel que todavía no le hayan dado?
En zarzuela me gustaría mucho hacer La del manojo de rosas de Sorozábal. En ópera, uno de los roles con los que sueño es Charlotte de Werther.
¿Cómo se recibe la zarzuela fuera de España?
Tendríamos que hacerla más y exportarla. El Teatro de la Zarzuela está siempre trabajando mucho para que perdure y para que llegue a públicos más jóvenes, y eso es maravilloso. Es lo que necesita la zarzuela, que la cuidemos y la queramos porque hay que defender lo nuestro para que no se pierda.
¿Qué es lo que más destacaría de su carrera internacional?
Tengo un recuerdo muy bueno de cuando canté la Misa Tango de Luis Bacalov en el Festival Hall de Osaka con la orquesta sinfónica y coro de esa ciudad japonesa bajo la dirección de Michiyoshi Inoue. Fue un evento para celebrar el aniversario de la orquesta y fue un gran honor que contaran conmigo. También canté en Caracas Luisa Fernanda de Moreno Torroba y participé en algunos recitales con la Orquesta Simón Bolívar bajo la dirección del maestro Alfredo Rugeles, entre ellos un concierto de la Embajada de España en Venezuela.
¿Cómo es un día normal de Sandra Ferrández?
Soy muy exigente conmigo misma: me levanto pronto, hago deporte, después hago trabajo de oficina para responder a mis correos y organizar la agenda y enseguida me pongo a estudiar partituras y a vocalizar. Para mí el deporte es fundamental, es parte de mi disciplina, es tan importante como vocalizar o estudiar.
¿Cuándo realizó el cambio vocal de soprano a mezzosoprano?
Cambié de repertorio hace seis años. El cambio me ha ayudado a entender mejor mi instrumento. Una voz no depende solo del color, sino del cambio de registro, y yo estaba haciendo el cambio de registro a mezzosoprano.
¿Cómo fue ese cambio? ¿Fue una decisión suya o siguió el consejo de alguien?
La primera persona que me comentó que era mezzosoprano fue Giancarlo del Monaco en un máster que hice con él en Alcalá de Henares. En mitad de una audición, cantando el aria de Fiordiligi de Così fan tutte, me paró para decirme con mucha seguridad que era mezzosoprano y me propuso trabajar el cuarto acto de La bohème. Yo le dije que era soprano, pero acepté el consejo y probé a cantar como mezzo. Con el tiempo, Plácido Domingo me volvió a decir que le llevara unas arias de mezzosoprano. Con esta segunda opinión tomé la decisión e hice el cambio.
¿Y cómo se siente ahora, unos años después como mezzo?
Siempre lo explico así: para mí la voz de soprano era un zapato que me ponía y me entraba, pero al final me acababa molestando, no me sentía cómoda con él; ahora me pongo mis botas, o me pongo mis zapatos de tacón, aunque tengan 25 centímetros, y estoy en mi sitio, que de eso se trata, de estar tranquila y cómoda. Ahora entiendo mi instrumento, entiendo toda la teoría que tenía tan clara pero que en la práctica no funcionaba porque tenía todo cambiado. Por fin me he adaptado al instrumento y he ido aprendiendo cada día, ahora ya sé lo que tengo que hacer y cómo lo quiero hacer y cómo se hace, porque antes siempre me sentía distinta, y ahí estaba la explicación.
¿Cómo fue su trabajo para llegar a ese cambio?
Fueron años de muchas dudas, algunos compañeros y directores artísticos me preguntaban si estaba cómoda. Ahí ya me lo planteaba, y cuando me lo dijo Plácido Domingo es cuando le di la razón a Giancarlo del Monaco. Empecé a estudiar y a trabajar todo el repertorio como mezzosoprano para que mi cuerpo y mi cerebro pudiesen aplicar todo lo que sabía. Cuando he hecho recital o cuando empezaba mi carrera, siempre cantaba los lieder en tono medio, nunca lo cantaba en el tono alto, porque no estaba cómoda, y eso también era significativo, pero siempre he sido una persona muy disciplinada, así que pensaba que era algo que había que trabajar más, no pensaba que fuera por mi registro.
¿Ha tomado a alguien como ejemplo? ¿Alguna cantante que haya experimentado esto antes?
Hay una persona a la que admiro mucho y que ha pasado por lo mismo que yo, María José Montiel. También pasó por este cambio Marilyn Horne, un referente para mí, y curiosamente a ella se lo dijo Mario del Monaco.
¿Cómo fue su vuelta al Real con La traviata el pasado mes de julio? ¿Qué sintió al pisar el escenario de nuevo?
Inolvidable en todos los sentidos. Fue reencontrarme con mi vida de verdad, con mi profesión y volver a lo que yo soy, a ser cantante, volver a ser la Sandra artista que necesitaba salir. Si ahora la emoción es al cien por cien en aquel momento era al mil por mil. Cuando sonaba la obertura se nos saltaban las lágrimas a los compañeros y a mí. Lo sentía como si el teatro estuviera lleno, aunque realmente estaba al 30 % por las normas con respecto al aforo.
¿Hay medidas de seguridad para poder disfrutar del arte en estos momentos?
Creo que en España somos un ejemplo de cultura segura. En los teatros siguen los protocolos, nos hemos mentalizado tanto los artistas como los directores de ir todo el tiempo con la mascarilla, del lavado de manos, de no acercarnos y de ser muy responsables al acabar el trabajo e irnos a casa y cuidarnos.
¿Cómo se ve en unos años?
Hay veces que la vida te lleva por otro camino, hay gente que empieza la carrera fuera de España y luego vienen aquí y al revés, quien empieza en España y después la hace fuera. Sí que es verdad que trabajo menos en Europa en este momento, pero estoy abierta, tengo la mirada y planes de futuro fuera.
¿Cuál es el teatro que más le gusta?
No tengo ninguno favorito y todos son favoritos a la vez. El Teatro Real es como mi casa, y el equipo es maravilloso, me pasa lo mismo en la Zarzuela, que es un referente a nivel español. También tengo muchas ganas de volver al Teatro Campoamor en Oviedo, al Liceu y a Sevilla, que hace mucho tiempo que no voy y me toca ir ahora. No me puedo olvidar del Palau de les Arts, sobre todo cuando lo dirigió Helga Schmidt. Ellaera una persona muy inteligente y sabía mucho de voces, todo el repertorio que me ofreció era para mí, nunca se equivocó. Meayudó muchísimo y confiaba mucho en mí, de hecho, los roles importantes que hice eran de mezzosoprano. También me dirigió en Butterfly y con Ottavio Dantone hice otro rol en L’isola del piacere de Martin i Soler.
¿Sigue algún ritual antes de cantar? ¿Tiene algún amuleto?
Tengo unos cuantos amuletos que dejo en el camerino, pero que llevo siempre en el bolso vaya a donde vaya. Uno de ellos me lo regaló una amiga. Antes de salir, esos meses o esos días que estoy preparando algo, me sumerjo en mi trabajo y no existe nada más, estoy al máximo e intento centrarme en eso con mis amuletos en el camerino. Uno de ellos es un escarabajo de madera que llevo siempre conmigo y que creo que me da suerte.
¿Siente nervios antes de salir al escenario?
Tengo que controlarme porque tengo muchas ganas de salir, y esos días de antes me entran ganas de empezar, de probar a ver cómo surge.
¿Tiene pensado grabar pronto algún disco?
Ahora no es el momento porque tengo mucho trabajo, pero sí lo he pensado, y creo que es algo que hay que hacer con mucha calma.
¿Se imaginaba esta vida y haber llegado tan alto?
Yo quería cantar y sabía que me iba a dedicar a ello, pero cuando cambié de repertorio no me esperaba ser tan feliz con el cambio.
Lo mejor de una función es cuando termina y te preguntas ‘¿qué he hecho hoy?’ y no te acuerdas de nada, porque si te acuerdas es que no estabas dentro de lo que estabas haciendo, es mucho más bonito cuando te das cuenta de que realmente has sido ese personaje.
Es también profesora de canto, ¿cómo son sus clases?
Me encanta dar clases. Estudio semanalmente con repertorista y con maestra y también tengo mis alumnos en Madrid y en Valencia. Ahora que sé cómo funciona mi instrumento doy todo en las clases, como si me estuviese dando clase a mí, lo que yo hubiese necesitado en ese momento si estuviese en la situación de la otra persona. Es igual de importante recibir clases que darlas, se aprende muchísimo enseñando también.
¿Cree que cantar a su nivel se debe al factor suerte o a un trabajo constante? ¿Qué consejo le daría a las personas que están leyendo esta entrevista y son estudiantes de canto o de cualquier disciplina artística?
No me gusta hablar del factor suerte, pero lo que sí que tengo es gente que me quiere y pienso que es fundamental tener pilares fuertes: buenos amigos, la familia, mi agente, para que todo vaya mejor… Me siento rodeada de buenas personas que me ayudan, mi familia y ángeles de la guarda que hay por ahí.
También es muy importante el trabajo, si no hay trabajo no hay buen resultado, y está muy bien hacer el ejercicio de mirar hacia dentro para examinar detenidamente lo que se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal y se puede mejorar. En definitiva, creo que si tienes claro tu sueño tienes que seguir adelante sin desistir, hay que seguir sin mirar atrás ni a los lados, hay que ser fuerte.
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