Ricardo Espigares es director y fundador de la Orquesta Filarmonía Granada, un proyecto que tiene como principal objetivo dar oportunidades a jóvenes solistas. También ostenta, por oposición, la titularidad de la Banda Sinfónica Municipal de Guadix. Sus grandes referentes han sido Enrique García Asensio y Sergiu Celibidache. El 26 de abril debuta en el Teatro Monumental de Madrid al frente de una de las orquestas más prestigiosas, la Orquesta RTVE. Entre los meses de junio y julio tiene una cita con Carmina Burana en el Auditorio Manuel de Falla de Granada durante el Ciclo Internacional de Música Guadix Clásica, del que es director artístico.
Por Paz Ramos
Debutas al frente de la Orquesta RTVE el próximo 26 de abril, ¿lo esperabas con ilusión?
Para mí, dirigir la Orquesta RTVE es todo un sueño. Desde pequeño he escuchado hablar de ella, ¿quién no ha visto los conciertos de La 2? Por otro lado, ser alumno de García Asensio me ha hecho conocer su historia de cerca. Cuando era estudiante del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid asistía mucho a sus conciertos y siempre me preguntaba si algún día iba a tener la oportunidad de dirigirla. Con 30 años, debutar con esta orquesta es un sueño hecho realidad para cualquier director español, es por ello que estoy profundamente agradecido con el maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez y todo su equipo. Además, he de decir que la labor de la RTVE en pro de la proyección de los jóvenes músicos españoles es encomiable, muchas orquestas deberían tomar nota de ello.
¿Qué programa has elegido para tu debut en el Teatro Monumental (reabierto por fin después de largos meses de nomadismo)?
El solista es el pianista Ignacio Arrojo, ganador del Intercentros Melómano en 2016, que ha elegido interpretar el Concierto núm. 21 de Mozart. En base a ello, pensé programar como obertura los Esclavos Felices de Arriaga porque es una forma de visitar el estilo mozartiano desde otra perspectiva, en este caso, desde un compositor español. Finalmente, me decanté por la Obertura de La flauta mágica de Mozart, ya que al margen de que encaja perfectamente con el concierto, tiene una plantilla orquestal similar a la Sinfonía núm. 1 de Brahms, que ocupará la segunda parte del programa.
Eres el director de la Orquesta Filarmonía Granada, que nace con el fin de dar oportunidades a los jóvenes músicos. Se crea en enero de 2015, con gran éxito.
Todo ello surge cuando cuatro jóvenes granadinos se reúnen para tratar de hacer un proyecto distinto al resto: una orquesta dirigida por y para los jóvenes. Al margen de profundizar en la literatura orquestal, uno de nuestros principales objetivos es que tanto compositores, como solistas y directores, tengan experiencias junto a ella, y creo que eso es lo que ha hecho que tenga tan buena acogida, primero en Granada, luego en Andalucía, y ahora, en todo el país.
Obtuviste un gran éxito estas Navidades con ella…
Tuvimos la suerte de tener dos llenos absolutos en el Auditorio Manuel de Falla y una fantástica crítica en la prensa. La Orquesta organiza un encuentro anual en Navidad, aprovechando las etapas que no son lectivas para que los chicos puedan venir a Granada. Estuvimos cuatro días preparando un fantástico programa con la Obertura Egmont y el Concierto núm. 3 para piano y orquesta de Beethoven, con Jesús Campo, pianista acompañante del Coro Nacional de España. Por último, Cuadros de una Exposición de Músorgski, en la orquestación de Ravel. Es la cuarta vez que hacemos este encuentro. En ediciones anteriores, tuve la oportunidad de trabajar también con el violinista Alejandro Bustamante, al que le profeso una profunda admiración. He trabajado mucho con él porque ha sido colaborador nuestro impartiendo, en varias ocasiones, cursos de música de cámara en verano. Creo que el éxito de estos encuentros estriba en que contamos con setenta u ochenta chicos a los que lo único que les mueve es hacer música, sin importarles la distancia, el dinero o las horas de trabajo.
Tienes ya varios premios, uno de ellos el Premio Nacional Cultura Viva, como ‘Revelación Artística’. Ese mismo año lo obtuvo Miguel Ángel Gómez-Martínez, actual director la Orquesta RTVE.
Los premios Cultura Viva, como sabes, son premios que se otorgan a muchas personas del mundo del arte, de la ciencia, de la medicina, de todos los ámbitos, y a mí me propusieron Premio ‘Revelación Artística’ y por unanimidad se me concedió. Fue todo un acicate para que se abriesen otros frentes en mi carrera. En la entrega, coincidí con Miguel Ángel Gómez-Martínez, que recibió el Premio ‘Granados’.
Pero también tengo otros que para mí son muy importantes, como el de la Fundación Celibidache. Recibí la mención como ‘Mejor alumno según la técnica del maestro Sergiu Celibidache’ del Curso Internacional que dicha Fundación organizó en Iasi (Rumania) en octubre de 2013.
Un concierto al que me hubiera encantado asistir es el que ofreciste en la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena de Sevilla. Debió ser emocionante…
Allí tuve la experiencia de estar al frente de una de las mejores bandas de Andalucía, la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla. Dirigí también la Banda Municipal de Jaén y la de Málaga, que es la más antigua, datando de 1859. Tuve una experiencia fantástica con ellas.
La experiencia en Plovdiv, junto a la Orquesta de la Ópera estatal y Mila Georgieva debió ser extraordinaria. Cuéntanos cómo surge este proyecto.
En agosto de 2018 recibo una invitación, para nada esperada, de la agencia Opera Music Management, que trabaja con una cantidad ingente de teatros de ópera en todo el mundo. Querían contar conmigo para un programa sinfónico para sustituir al maestro Tchobanov. Hice la Sinfonía núm. 2 de Brahms y el Concierto de violín de Mendelsohnn. Fue una experiencia muy constructiva, una orquesta fantástica con la que pude dialogar y hacer música sin ningún tapujo.
Como puedes intuir, trabajar con una violinista de la talla de Mila Georgieva, concertino de la Orquesta de la Radio de Stuttgart, fue algo mágico e irrepetible, aprendí mucho de su enorme experiencia y musicalidad. Quizá, mi mayor satisfacción fue cuando ella, acompañada de su maestro, me agradecieron el trabajo que había hecho con la parte orquestal del concierto y el hecho de que no se sintiese dirigida, sino acompañada. Esto me emocionó mucho, porque es algo en lo que García Asensio siempre ha insistido mucho en sus clases: la función del director es la de poner la orquesta al servicio del solista.
¿Cómo surgió el proyecto de colaboración con la Real Academia de Bellas Artes de Granada?
Ese proyecto nació gracias a José Palomares Moral, que es académico y que fue mi profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación. Él me invitó al primer concierto institucional que se hizo entre el Conservatorio y la Facultad, y a raíz de eso me llegó la invitación de la Real Academia de Bellas Artes. Hicimos un concierto con la Orquesta Filarmonía y el Orfeón de Granada en el que hicimos el Réquiem de Michael Haydn y obras de Alfonso García en la Catedral de Granada. A partir de este momento, se estrecharon los vínculos de colaboración con las distintas entidades corales de Granada y el Auditorio Manuel de Falla.
Recuerdo con especial cariño los conciertos conmemorativos del hermanamiento de la ciudad de Granada con Freiburg, nuestra participación con el coro de ópera de Granada y el L’elisir de Amore de Donizetti o el Stabat Mater de Dvorák junto al coro del RCSMM. Estos conciertos en torno al repertorio sinfónico coral me hicieron conocer a fantásticos cantantes como Pablo Gálvez, Francisco Crespo, Verónica Plata, Carmen Mateo, Pablo Ruiz o Javier Povedano, entre otros.
Llevas la música en las venas porque desde niño, y ayudado por tu tío, diste los primeros pasos en la música hasta que ingresaste en el Conservatorio Profesional de Música ‘Ángel Barrios’ de Granada, donde obtuviste las máximas calificaciones en la rama de composición. ¿En qué momento te pasas a la dirección de orquesta?
Después de haber dado clase en mi pueblo y haber rotado por varios instrumentos, ingresé en la Banda Municipal de Alfacar, un pueblo cercano a Víznar —donde nací—. Cuando percibí la sensación de que un conjunto de personas respondía igualitariamente a una gestualidad, me dije: quiero ser director de orquesta. Y aquí estoy. La culpa fue del maestro Francisco Higuero Rosado, director de esa banda.
Tienes grandes proyectos, como Carmina Burana de Carl Orff en junio en el Auditorio Manuel de Falla, en Granada. El mes pasado obtuviste un gran éxito con tu Orquesta en Granada y Saint- Saëns.
Sí, fue el concierto del pasado 2 de marzo con la Orquesta Filarmonía Granada y el ganador del Intercentros Melómano 2018, el jovencísimo y brillante chelista Guillem Gràcia Soler. Hicimos un programa dedicado a Saint-Saëns, quizá con las tres obras más significativas de su catálogo: la Danza Macabra, el Concierto para violonchelo y orquesta núm. 1 y, aprovechando que el Auditorio tiene órgano, hicimos la Sinfonía núm. 3 ‘Órgano’, un auténtico retrato biográfico de este fantástico compositor.
Nos pareció una propuesta muy original hacer un monográfico a Saint-Säens por varios motivos: no es un compositor, a pesar de su calidad, al que se le rinden este tipo de homenajes; por otra parte, no ha sido muy programado en Granada. Nos motiva hacer cosas diferentes.
Este verano, dentro del Ciclo Internacional de Música Guadix Clásica tengo dos programas, uno junto a la Banda Sinfónica Municipal de Guadix, el Orfeón de Granada y el Orfeón de Málaga, en el que hacemos el Carmina Burana en el Auditorio Manuel de Falla el día 16 de junio. El segundo programa será durante los días 12 y 13 de julio, cuando tenemos la segunda edición del Encuentro de Jóvenes Talentos de Andalucía, con los que probablemente haremos la Sinfonía Fantástica y el Carnaval Romano de Berlioz y El aprendiz de brujo de Paul Dukas. Otra opción es la Sinfonía núm. 1 de Mahler.
¿Te interesaría dirigir zarzuela?
Soy amante de la zarzuela y de la música española, me siento orgulloso de ser español y de la cantidad de compositores y músicos tan importantes que ha dado y da nuestro país. Lógicamente, siendo alumno de García Asensio —que es uno de los mayores defensores de la zarzuela en el mundo entero, siendo prueba de ello la infinidad de grabaciones junto a los más grandes cantantes y orquestas —, no podía ser de otra manera. La conozco desde que era pequeño porque en todos los cursos que he estudiado con él siempre había zarzuela. De hecho, al margen de programarla en versión concierto con mucha frecuencia, he dirigido Agua, azucarillos y aguardiente de Chueca en Granada con una pequeña orquesta. Era ese tipo de producción amateur que con mucha dificultad sale adelante, pero querían contar conmigo y me animé.
El año que viene, en el Concierto de Año Nuevo del Auditorio Manuel de Falla, haré un programa con preludios, intermedios y romanzas de nuestro género. Estaría encantadísimo de poder dirigir habitualmente en el foso. Además, creo que en España cometemos el gravísimo error de desprestigiarla con respecto a la ópera o al repertorio sinfónico, cuando hay verdaderas joyas. Nos sorprenderíamos si supiésemos que el éxito fuera de España es enorme.
Hay una frase que te define muy bien: ‘para mí, el talento es la pasión que pones en lo que haces’. ¿Es esa pasión la que pones con los jóvenes en tu orquesta?
Creo que no poner pasión en un trabajo con el que te identificas tanto es imposible. Para ser músico, lo primero que tienes que entender es que la música forma parte de tu identidad y que lo que pase con ella te afecta a ti. Si mejoras, eres feliz; si no avanzas, te hace sufrir. Para poder hacer música y que todo lo que tú sientes trascienda hacia el público tienes que desnudarte por completo, y si no eres capaz de hacer que tus pensamientos y emociones traspasen a la orquesta y de la orquesta al público, el espectáculo no tiene sentido. Esto es importantísimo porque es, precisamente, lo que define a una orquesta joven, el hecho de que toda esa energía es muy trasferible entre unos y otros. Por eso me encantan las orquestas jóvenes.
Entre los grandes directores, ¿quién crees que ha originado una influencia permanente en el arte?
Yo pertenezco a la escuela de Sergiu Celibidache gracias al maestro García Asensio y, si tengo que destacar lo que me ha influido del pensamiento celibidachiano, es la búsqueda incesante de la verdad, el hecho de tratar de desentrañar el significado que hay entre los sonidos (único cauce para llegar a la música), para que este llegue sin ninguna mutación al público. Creo que Celibidache ve al intérprete, el cual nunca debe influenciarse por su punto de vista personal ni por las tradiciones, como un cauce entre el compositor y el público, y eso me parece realmente honesto. Hoy en día existe tanto libertinaje en la interpretación, que el hecho de respetar la partitura es de ser un tío original. Miguel Ángel Gómez-Martínez en su discurso de investidura como doctor Honoris Causa de la Universidad Politécnica de Madrid lo dice, a veces con la música se tergiversa mucho lo que realmente está escrito. En ese sentido, creo que Celibidache fue alguien que abrió mucho los ojos al mundo, dejó un legado muy importante y, la labor de García Asensio por transmitir sus enseñanzas ha sido realmente loable. Creo que España le debe un reconocimiento generalizado, porque somos muchos los directores que hemos bebido de esa fuente incansable de Enrique que ha hecho que todos estos valores trasciendan de generación en generación, y que en España hoy en día, exista una escuela de dirección musical muy definida.
Decía Franz Strauss, padre de Richard, que ‘cuando un hombre nuevo se enfrenta con la orquesta, según el modo de ascender los peldaños que llevan al estrado y abrir su partitura, antes incluso de que empuñe su batuta, sabemos si él es el amo o lo somos nosotros’. ¿Crees que esto sigue vigente?
La dirección de orquesta tiene tantas facetas. Tienes que tener tantas cosas en la cabeza para poder ser director. Nosotros tenemos una idea teórica de lo que queremos, pero el proceso se completa en la orquesta, en el momento en el que intentas materializar con sonido tu concepto e ideas sobre la obra. Esto implica que, al margen de tener una formación musical en su amplio sentido de la palabra y una técnica que te permita comunicarte con la orquesta, además tienes que poseer una capacidad psicológica y pedagógica que te permita liderar un buen trabajo en equipo. A veces es realmente complicado que termine sonando lo que tienes en tu cabeza. Hay que conseguir que todas las individualidades pasen a ser un todo y que cada uno sepa qué función cumple con respecto al total unitario.
Tu gran pasión es la música, estás continuamente dando oportunidades a los jóvenes, ¿pero te queda un hueco para alguna otra pasión?
A mis 30 años me he dado cuenta de que necesitamos escuchar al silencio, poner pausa entre concierto y concierto; entre proyecto y proyecto; entre obra y obra… Con más motivo aquellos que estamos al frente de muchos. Siempre estamos volcando nuestra energía en el exterior y es muy importante vaciarte para hacer mejor música. Por eso, el contacto con la naturaleza, los amigos, la pareja, es imprescindible. Para mí, lo más importante es disfrutar de todo aquello que me da la vida cuando la música tiene silencio.
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