
El 12 de julio arranca la primera edición de Ópera a Quemarropa, un festival de ópera de cámara que busca crear producciones accesibles para acercar este género a todos los públicos. Ricardo Campelo y Ruth González son sus directores artísticos.
Por Manuel Pacheco
¿Qué características tiene la programación que habéis diseñado, en contraste con los grandes formatos operísticos?
Esta programación se diferencia de los grandes formatos operísticos en varios aspectos clave. En primer lugar, nuestro formato es ideal para hacer circular las producciones de manera más eficiente, ya que no requiere camiones, semanas de montajes técnicos ni el traslado de decenas de personas. Esta logística facilita que las producciones sean más accesibles y móviles.Además, nuestras obras son creaciones originales y sostenibles pensadas específicamente para la contemporaneidad. Esto permite que las producciones aborden temas actuales y utilicen métodos de producción responsables, lo que las hace relevantes y resonantes con el público de hoy.
Cada producción se presentará en dos ciudades de la Comunidad de Madrid, con estrenos de creadores españoles. Esto no solo diversifica nuestra programación, sino que también ofrece más trabajo a los profesionales del sector, quienes a menudo tienen poco espacio en los teatros de ópera tradicionales. Al apoyar a los talentos locales, fomentamos un ecosistema operístico más inclusivo y dinámico.
La programación de Ópera a Quemarropa no nace como una contraposición a las grandes casas de ópera. De hecho, nuestra colaboración con Ópera de Tenerife, que presentará los estrenos del festival en septiembre, demuestra nuestra intención de ser un nuevo actor en el sector de la lírica. Buscamos formar alianzas que enriquezcan el tejido operístico y hagan que la ópera, en general, trascienda. Queremos invitar a otros a unirse a esta misión de crear un panorama operístico más diverso y accesible para todos.
Los seis títulos del festival muestran una apuesta clara por la creación actual. ¿Consideráis que la exploración de nuevos formatos, lenguajes o temáticas sirve para conectar mejor con la audiencia?
Sí, explorar nuevos formatos, lenguajes y temáticas es una de las misiones clave del festival, lo cual es crucial para conectar mejor con la audiencia. Ahondar en temáticas actuales, que son tan diversas y potentes, ayuda a entusiasmar a creadores que quizá no habrían considerado el formato operístico para sus obras. Este enfoque no solo fomenta la creatividad, sino que también invita a intervenir espacios inesperados para la realización de óperas, desafiando las convenciones tradicionales y acercando el arte a nuevos públicos.
Evolucionar de esta manera permite a las obras hablar no solo directamente con la audiencia, sino también en lenguajes que resuenan profundamente con sus experiencias y expectativas contemporáneas.
La programación se inaugura con el estreno absoluto de A solas con Marilyn, escrita por el Premio Nacional de Música David del Puerto y el dramaturgo Alfonso Zurro. ¿Qué podéis contarnos sobre esta producción?
Se trata de una pieza compuesta para guitarra eléctrica, viola eléctrica y paisaje sonoro, a partir del texto de Alfonso, que ha sido adaptado por él mismo para convertirlo en una ópera para dos voces, soprano y mezzosoprano. La historia de A solas con Marilyn se centra en la vida de una madre y cajera de supermercado, cuya existencia dará un vuelco tras el abandono de su marido. La mención de Marilyn, el nombre de la otra mujer, desencadenará un tortuoso viaje de autodescubrimiento y desesperación de la protagonista, cuyo nombre nunca se revela, y que se ve obsesionada por la figura enigmática de Marilyn.
Y de los mitos modernos a los mitos clásicos con Cassandra o el elogio del fracaso, creada por María Herrero e Íñigo Guadarmino. ¿Habéis buscado conexiones temáticas entre las óperas programadas?
La conexión es la contemporaneidad, todas las obras hablan del aquí y el ahora. Unas utilizan el mito de la adivina maldita para hablar de las Casandras actuales y otras se sumergen en un icono pop para tratar la percepción de la realidad después de una experiencia traumática. Los mitos son herramientas que nos legamos de generación en generación para protegernos del caos. Y todo ese legado conforma nuestra cultura, que nos brinda valores y nos recuerda lo que podemos hacer en tiempos convulsos.
Dos de las producciones recuperan piezas de principios del siglo XX: Mahagonny & The seven deadly sins, que combina en un solo montaje estos dos títulos escritos por Kurt Weill y Bertolt Brecht, e Il segreto di Susanna del compositor Ermanno Wolf-Ferrari. ¿Qué criterios habéis seguido para escoger estas óperas?
Para esta primera edición, queríamos hacer una programación que abarcara compositores de distintas épocas y estilos, ofreciendo una perspectiva amplia y diversa de la ópera. La elección de obras del siglo XX responde a nuestra intención de conectar dos siglos que forman parte de nuestro presente. Muchos de nosotros hemos visto terminar el siglo XX y otros han nacido en el siglo XXI; juntos, representamos el presente de la humanidad.
La ópera saldrá a la calle con el estreno del colectivo La Plaza, creado durante una residencia en el Centro Cultural Pilar Miró. ¿Hay una apuesta por el talento emergente dentro de la filosofía de Ópera a Quemarropa?
Por supuesto. Y no es solo una apuesta, sino que es la única forma de mantener la ópera como un arte vivo, con creadores jóvenes que generan público joven. Las nuevas generaciones son las únicas que pueden tejer el puente entre el presente y futuro del género operístico. En ellas es inherente la conexión con las preocupaciones e intereses de la contemporaneidad, así como el uso de las formas de expresión del momento en que vivimos. Las generaciones jóvenes cuentan con una forma de ver el mundo llena de inocencia, osadía e ilusión.
A la hora de elegir el equipo artístico, directores y directoras de escena, intérpretes… ¿habéis intervenido para tomar decisiones, o tenía ya cada producción su propio equipo definido?
Las propuestas nacen como una provocación de nuestra parte a una serie de creadores de los que conocemos sus obras, dinámicas de trabajo y calidad. Ellos han conformado sus equipos libremente.
¿Consideráis que es compatible la estructura tradicional de los teatros —escenario, disposición del público, etc.— con la idea de cercanía y accesibilidad que hay detrás del festival?
Sí, consideramos que es compatible. En el caso de los espacios no convencionales, es más fácil lograr la cercanía y accesibilidad deseadas, ya que se pueden utilizar libremente y plantear la disposición del público de la manera que mejor favorezca esa proximidad. De hecho, en futuras ediciones, estamos a favor de explorar y encontrar nuevos espacios no convencionales para llevar las producciones y continuar promoviendo esta cercanía.
En cuanto a los teatros tradicionales, especialmente los teatros a la italiana que hemos seleccionado para nuestra programación, su tamaño resulta perfecto para que el espectador esté a poca distancia del cantante. Esta proximidad es una de las principales ventajas de la ópera de cámara, ya que permite una experiencia más íntima y envolvente. Creemos que tanto los mencionados espacios no convencionales como algunos teatros tradicionales bien seleccionados pueden proporcionar la cercanía y accesibilidad que son fundamentales para el espíritu de nuestro festival.
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