Ángel Illarramendi: un mundo de texturas
La capacidad innata de Ángel Illarramendi de crear mundos sonoros en torno al lenguaje visual queda patente en su forma de componer y, yo casi diría, de ser. En él conviven tradición y modernidad, nostalgia y alegría, armonías y ecos que nos retrotraen al álbum infinito de imágenes de nuestras vidas. Así vuelve a mostrarlo en este Zuzunean —en directo— gracias a la brillante interpretación de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, dirigida por José Miguel Pérez-Sierra, el Orfeón Donostiarra y la Coral Zarautz Abesbatza. El prolífico autor de bandas sonoras nos presenta, en este homenaje que se le tributó en 2017, su lado más sinfónico.
Para abrir boca el poema sinfónico Zarautz que en palabras del músico «debía ser una obra alegre y emotiva, con claras raíces vascas, que expresara mi Zarautz de mañanas luminosas y atardeceres entrañables, con sus golpes de mar y ese espíritu lúdico que nos caracteriza a los zarauztarras». Pretenderlo y conseguirlo: obra de colores luminosos y de diálogos instrumentales alrededor de un tema con reminiscencias norteñas que nos traslada de lo íntimo —oboe, piano— a lo explosivo —un viento metal estilo fanfarria y una percusión plena—, una receta aliñada con pasajes de cuerda llenos de aroma a nostalgia.
El Concierto para clarinete, piano y viola supone una sorprendente apuesta por los solistas escogidos. Obra de contrastes, con un primer y tercer tiempos desenfadados, de claros guiños al jazz, al cine, al clarinete de Poulenc, a las orquestaciones de Gershwin, y un adagio en el que los tres solistas, Delphine Dupuy, Juan Navarro y Josu Okiñena brillan a un gran nivel con una melodía cíclica que nos hace recordar, en ocasiones, a los míticos George Delerue o Ennio Morricone.
La Sinfonía núm. 7, escrita en un solo movimiento, destaca por el arraigo del autor a la técnica de la fuga, el lirismo cinematográfico de la cuerda en la segunda parte y la inclusión de un canon para coro en un final «cuasi místico».
El disco se completa con un fragmento de la suite Los Borgia y una canción tradicional para coro, Agur Jaunak.
Illarramendi: un mundo de texturas, un autor imprescindible.
Por Alessandro Pierozzi
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