La adaptación de fragmentos de zarzuela para distintas formaciones instrumentales, desde violín y piano a pequeñas orquestas, destinadas a profesionales y aficionados, eran habituales y estaban realizadas en ocasiones por los propios autores, o por compositores que eran verdaderos expertos en estos arreglos. En este último grupo debemos incluir a Ricardo Miralles (Barcelona, 1944), autor de las versiones que ofrece este magnífico disco.
El disco nace de un encargo del pianista Luciano González Sarmiento, y se concreta en arreglos de media docena de obras singulares de la zarzuela madrileña: Agua, azucarillos y aguardiente, Doña Francisquita, El barberillo de Lavapiés, La Gran Vía, La revoltosa y La verbena de la Paloma. El trabajo realizado por Miralles, pianista, compositor y arreglista, acompañante además de cantantes como Serrat, Alberto Cortez y otros, es brillante, elaborado, rico y expresivo. Su escritura presenta una variada gama de efectos sonoros, hábil mezcla de timbres que se reparten la presentación de melodías y acompañamientos. Merece escucharse la amplia gama de colores que enriquecen las melodías originales. La frescura del trabajo hace que estas melodías, que conocemos y admiramos, no pierdan su frescura ni su espontaneidad. El disco se completa con una versión del conocido chotis Madrid, de Agustín Lara, en la que Miralles muestra su conocimiento del mundo del jazz.
El trabajo del Trío Arbós (Juan Carlos Garvayo, piano; Cecilia Bercovich, violín y José Miguel Gómez, violonchelo) es excelente. Tanto la planificación sonora como la ejecución de cada una de las partes resultan muy atractivas. Lo mismo puede decirse de la grabación técnica, en la que destaca el equilibrio conseguido entre los tres instrumentos, el timbre del piano, la calidez del violín y la nobleza de la voz del chelo. Podríamos decir que con estos arreglos la zarzuela entra en el mundo de la música de cámara por la puerta grande.
Por José Prieto Marugán
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