Al margen de toda superstición, el Quatour Ardeo, joven agrupación femenina afincada en París formada por Carole Petitdemange, Mi-Sa Yang, Yuko Hara y Joëlle Martinez, presenta una imaginativa selección de piezas que giran en torno al número 13. El eje central del disco es Black Angels de George Crumb, 13 imágenes para cuarteto de cuerda eléctrico. Y es que electrizante es la palabra que mejor define a esta ominosa composición, especular y simétrica, integrada por pequeños episodios de acordes que oscilan entre lo demoníaco y lo celestial o angélico, entre las luces y las sombras. El treno inicial, una explosión chirriante de clusters donde se describe una violenta nube de insectos, evoca el grito nuclear de Penderecki, cuyo poder maléfico es atemperado en los compases finales hasta convertirse en una caricatura de sí mismo. Entre medias, un babel de expresiones de los números 7 y 13 en combinación con elementos percusivos que remiten continuamente a ritos y ecos de culturas orientales. Una suerte de performance sonora que agita, impresiona y conmueve en la vibrante interacción de las cuatro instrumentistas, alternando insólitos glissandi, sordina, golpes de arco y pizzicati.
Ciertas secciones de la obra tripartita de Crumb (que se equipara a un viaje vital: Ida, Ausencia y Retorno) tienen referencias explícitas a formas y modelos del siglo XVII, como la Pavana Lachrymae y la Sarabande de la Muerte Oscura (indicadas ‘a la manera de un consort de violas’), evocadores reflejos de la Pavana y Chacona en Sol menor de Purcell. Los lieder de Schubert La muerte y la doncella (citado de nuevo por Crumb) y Los dioses de Grecia conectan a su vez con el Cuarteto núm. 13 del compositor austriaco, en cuyo Minuetto hallamos idéntico acompañamiento que en el segundo lied. Introducido por el madrigal 13 monteverdiano, el Cuarteto ‘Rosamunda’ es la más refinada muestra que nos propone Ardeo, adentrándose con elocuencia y pathos expresivo en los claroscuros, dualismos, dialécticas y conflictos que atraviesan estos pentagramas, en una pulcra traducción sonora de serena evanescencia.
Por Germán García Tomás
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