XII Sonates del Pare Antoni Soler
Sira Hernández, piano
SOLFAS R 1611210
Melómano de Oro
Si acaso existe un solo calificativo que pudiera describir a Sira Hernández este sería, sin lugar a dudas, “todoterreno”, pues la pianista barcelonesa se atreve con todo: de Bach a Britten, de Mozart a Cage, de Scarlatti a Mompou… Y, como no podría ser de otra manera, el Padre Soler, de quien nos presenta doce sonatas en este nuevo trabajo discográfico.
La elección de estas piezas funciona como un homenaje al gran musicólogo y compositor Joaquín Nin Castellanos, ya que fue él quien, en 1925, las publicó para la editorial Max Eschig de París basándose, además, en la famosa edición Birchall de Londres. A pesar del escaso valor científico que pudiera tener esta publicación a día de hoy —pues es evidente que, debido a las anotaciones referentes a la interpretación así como las dinámicas indicadas, señalan que la edición fue pensada para piano y no para clave—, es probablemente en esta pequeña “incoherencia historicista” donde radique el interés de nuestra intérprete en emplear concreta y precisamente esta edición. Y es que, donde los melómanos más puristas probablemente encuentren un error imperdonable, Sira Hernández ha sabido hallar la esencia de esa interpretación expresiva y libre, casi romántica, que hoy nos ofrece en este nuevo e imprescindible disco.
Nuestra “todoterreno” nos entrega a una nueva lectura de las sonatas, emocionante y pianística, buscando siempre lo mejor de los recursos de su instrumento. El indisimulado uso del pedal y la flexibilidad en el tempo, el rubato y el amplio rango dinámico, alejan la ejecución del concepto más generalizado que tenemos de la música barroca. Las frases de Sira Hernández nunca son abruptas, sino que el sonido se va construyendo celosamente en cada línea, permitiendo al oyente gozar con toda claridad del principio y fin de todos y cada uno de los periodos. Los tempi nunca son estrepitosos, más bien moderados, cómodos, lo que permite saborear la rica variedad tonal de las sonatas de Soler, así como las intensas construcciones armónicas y rítmicas que se van sucediendo a lo largo de todo el disco.
En las sonatas del Padre Soler reconocemos muchos elementos característicos comunes a las de su maestro Scarlatti, como los pasajes en terceras, las frases repetidas o los grandes saltos en el bajo, aunque, lejos de imitar a su maestro, lo que pretendió fue reapropiarse del lenguaje español que el napolitano había tomado prestado. Parte de ello puede percibirse en los guiños folklóricos que escucharemos en pasajes de la Sonata R. 21,conritmo de polo, o la Sonata R. 90,con ritmo de seguidilla. Lo mismo sucede con aquellas texturas que evocan el rasgueo de la guitarra, como las notas repetidas en la Sonata, R. 84, el grupeto de cuatro notas que marca el inicio de la la Sonata R. 86,así como los acordes arpegiados del bajo.
Pero, a pesar de que la mayoría de estos recursos técnicos pueden llegar a pecar de mecánicos, Sira Hernández huye de esa pulcritud “excesiva” habitual en los pianistas que buscan imitar un sonido clavecinístico para hacernos llegar una interpretación más espontánea, más apasionada y más arrebatadora, todo ello sin perder un ápice de corrección en la ejecución de los detalles que plagan la obra de Soler.
Por: Lucía Martín-Maestro Verbo
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