Reseña | Vivaldi: L’estro Armonico – Armoniosa

Aunque muchas han sido las veces que se han grabado las obras de Antonio Vivaldi (1678-1741), y en especial esta integral: 12 Concerti opus 3 «L’estro Armonico», la versión de Armoniosa nos ofrece nuevas luces y pinceladas cuanto menos curiosas. Un único violín compite contra dos instrumentos de tecla y dos violonchelos, instrumentos dedicados principalmente al bajo continuo en este género música que es el concerto. Se han empleado un gran número de claves y órganos, lo que ha aportado un sinfín de registros y posibilidades que han dado vida a las transcripciones del clavecinista Michele Barchi. Unas transcripciones creadas y bien meditadas ex profeso para servir a este disco.

No es esta una versión ortodoxa o parecida a lo que previamente hayamos escuchado. El hecho de asignar una instrumentación no era algo que en la música del Barroco fuera ni mucho menos cerrado, como ocurrió en los siglos posteriores. Las agrupaciones hacían la música con los instrumentos que tenían a su disposición, con lo cual no es de extrañar que el organista interprete la línea reservada a los segundos violines, propiciando una riqueza tímbrica fruto del momento y la circunstancia. Esta agrupación ha querido buscar esa circunstancia con una grabación llena de matices y sorpresas. También impresiona el gran peso y protagonismo que cobra la línea del bajo continuo, una descarga sonora que evidencia la columna vertebral de esta música, los cimientos sobre los que toda una arquitectura se sostiene.

Estructurados en tres y cuatro movimientos, el doble compacto recoge los doce conciertos, la mitad de ellos en tonalidades mayores y la otra en menores. Vivaldi muestra una predilección por La menor, Mi menor y Sol mayor, las cuales encontramos también de forma frecuente en muchas de las sonatas de la vastísima producción del compositor veneciano.

Armoniosa nos deleita con una visión renovada de un corpus de obras plenamente maduro de uno de los autores más prolíficos y valorados de todos los tiempos.

Por: Enrique Pastor Morales