Reseña | Vivaldi, Entre Ombre et Lumière

Desde el corazón de Occitania nos llega este esperado segundo trabajo del Ensemble Baroque de Toulouse, conjunto fundado en 1990 por el flautista Michel Brun, que nació con nobles intenciones pedagógicas y muy alejado de los estudios de grabación. Su último disco, dedicado a Antonio Vivaldi, es el resultado de un proyecto postergado (¡cómo no!) por la pandemia en el que se pretende sintetizar la variedad de la vertiginosa producción del compositor veneciano, completísima y extensa, a menudo eclipsada por su insigne retahíla de conciertos para violín, en la que, sin embargo, la voz resulta ser también uno de los pilares de su catálogo.

La propuesta de Brun es una selección vocal e instrumental —bañada en luces y sombras— que pretende sintetizar esa producción, limitándose a la intimidad y a los mínimos instrumentos, y contando con la sobresaliente acústica de la capilla de Notre-Dame d’Alet. En el Stabat Mater destacan la solemnidad y la delicadeza de los matices suavizados por un continuo con órgano sobre la que se eleva prodigiosa una clarividente voz. Le sigue la viveza del tercer concierto para traverso RV 428 Il Gardellino donde los de Brun consolidan perfectamente el cambio de registro hacia la sonoridad de concierto camerístico, ligero y ágil en los movimientos primero y tercero. La poco usual Sinfonia al Santo Sepolcro RV 169ofrece un nuevo interesante contraste por la rugosidad y la aspereza de los arcos.

El disco cuenta con la voz de Caroline Champy, que firma una impecable grabación. Entre las mejores perlas del menú están, por supuesto, la selección de arias en las que destaca ‘Sposa son disprezzata‘por su dramatismo y una pasional personificación de mujer desesperada, mejor contenida quizá que en ‘Svena uccidi abbatti atterra‘, ambas de la ópera Bajazet RV 703. Casi en el mismo nivel encontramos las arias de Il Giustino y Farnace, aunque lo más destacable del disco es el espléndido dueto de ‘Sol da te, me dolce amore‘, de Orlando furioso RV 728,que director y mezzosoprano registran en una inspiradísima interpretación que cierra el disco de la mejor manera.

Por Carlos García Reche