Viento, nenúfares, Júpiter, miradas, amanecer, Alhambra… Puntos cardinales de nuestras vidas que, quizá, dejamos de valorar por intrínsecos o por considerarlos símbolos fugaces de nuestra imaginación, pero que indudablemente esconden susurros de emociones y visiones, en ocasiones, tímidas, en otras, desbocadas. Porque así es el estupendo y sorprendente disco Vision (Warner Music Spain) de María Parra: un ir y venir por esas realidades y sus muchos significados. Estupendo porque está impecablemente tocado y producido. Sorprendente porque esta ‘pianista versus compositora’ refleja en sus pentagramas una muy personal (re)visión del lenguaje pianístico en el que se resume todo el bagaje musical que ha ido atesorando (clásicos, flamenco o jazz), adaptándolo con honestidad a su instinto, a su transparente alma poética porque sí, porque es en lo que cree y en lo que ha encontrado su libertad creativa y expresiva, aunque sin dejar de mirar de reojo a través de su retrovisor vital. A sus luminosos dedos que, bajo el disfraz de Viajeros del Viento, se introducen en una espiral musical que gira y gira como nuestras infancias en un Carrusely buscan su destino en un reino de reminiscencias celtas como Avalono en la frescura de un cielo raso (Aerial View) o, quizá, en las profundidades de un océano misterioso (Deep Ocean); a esos Nenúfares bis que reposan despreocupados a la sombra de notas con olor a Debussy; a esos Venus y Júpiter que se atraen en tono menor y se enamoran fugazmente en tono mayor —uno de los puntos culminantes del disco con claro sabor cinematográfico—; a esos giros aflamencados de Miradas al Sur, a ese anaranjado Atardecer nazarí o a esa Graná con su imponente Alhambra policromada a la que homenajea con pinceladas sonoras llenas de sentido, mientras cae la noche plateada sobre el Sacromonte. A todo ello se lanza María Parra con su arte, su sensibilidad… su piano. Arpegios combinados, acordes contundentes, células rítmicas con aires de fusión, ‘alhambrismo’ melódico, gran equilibrio en dinámicas… ¿Sueño real o realidad soñada? No, simplemente Vision.
Por Alessandro Pierozzi
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