Reseña | Viento

Desde hace ya muchos años hemos visto cómo la música de cine se ha convertido en una especialidad musical en sí misma, por los requerimientos técnicos del sector, los plazos de trabajo tan agobiantes y el indudable camino estético que se ha creado (en el contexto de la música sinfónica actual). Esto ha provocado que, poco a poco, se formase la figura del compositor de cine, con fuertes raíces en la tradición sinfónica, pero con un camino que parte ya de la propia música de cine (sobre todo en las generaciones que van surgiendo a día de hoy).

Fernando, por su trayectoria y forma de entender la composición, no es el compositor de cine anteriormente descrito, sino que es un compositor de música de concierto (sinfónica) que se dedica, entre otras cosas, a componer música para el audiovisual. Y es que este pequeño matiz lo cambia todo.

Este disco no es una recopilación de sus músicas para la gran pantalla, sino que se trata de tres obras escritas por el compositor en los últimos diez años para orquesta y coro (habiendo un concierto para violonchelo, una cantata y un poema sinfónico). Por supuesto que la influencia de la estética de la música de cine está presente en la música de Fernando, pero el hecho de componer exclusivamente para el concierto le aporta la riqueza y técnica necesaria para abordar esta música en sí misma.

En este disco encontramos una música predominantemente diatónica, con la que Fernando trata de generar momentos muy emocionales a través de las cuerdas frotadas, y momentos de mucho color y riqueza orquestal, más rítmicos y efectistas a través de los vientos y la percusión. Una gran sorpresa y recomendación especial para los lectores es la Cantata de estío, con un uso extraordinario del coro como entidad (destacando por una mayor libertad y flexibilidad armónica, que tiende a la modalidad) y en combinación con la orquesta (dejando momentos muy rítmicos que enriquecen mucho la pieza).

En definitiva, una música bella que se adhiere inseparablemente a la idea y concepto de música programática, creando imágenes sonoras muy claras que sí, nos pueden evocar al imaginario cinematográfico, pero que no dejan de ser un recurso más para contar una historia a través de la música.

Por Pablo de Diego