Título: Ull per ull
Música: Marc Vaillo
Una de las cuestiones más controvertidas que trae de cabeza a críticos y aficionados a la música cinematográfica de nuestro tiempo es aquella que se dirime en torno al concepto que llamamos relevo generacional, idea basada en el materialismo dialectico —’lo nuevo niega y sustituye a lo viejo’—que, sin ser demasiado original, plantea algunas cuestiones al respecto. Tomando como cierta esta idea queda por comprobar si aquello a lo que llamamos nuevo tiene per se la misma calidad que aquello otro que también consideramos como viejo, de ahí que esa preocupación este presente, no solo en la crítica especializada, sino también en la realidad del aficionado, fan, friki, etc., que observa cómo este relevo no termina de tener la credibilidad que muchos defienden. Más allá de lo que está sucediendo con la música norteamericana, donde este cambio no se está realizando con la calidad deseada, sucede que aquí, en nuestro país, este relevo está desterrando —en un sentido positivo del concepto— las egregias figuras de músicos tan conocidos como Antón García Abril, José Nieto o Alberto Iglesias, compositores de alto coturno que han elevado la música patria a la categoría de excelencia. Sobre esta idea se asoman nombres de nueva singladura que forman el mapa de la música cinematográfica española de la actualidad, firmas como la de Marc Timón Barceló, Manel Gil-Inglada o Marc Vaillo, menos conocidas que las de Velázquez, Baños o Vidal, pero no por ello con menos calidad. Son los primeros espadas que en un futuro muy próximo presidirán los carteles de las producciones más importantes de nuestro país. Lo que Giacchino, Tyler y compañía no han conseguido en la meca del cine, aquí se está produciendo con relativa normalidad.
Buscando en la memoria encuentro algunos trabajos del compositor catalán Marc Vaillo, talento e imaginación con denominación de origen, que muy bien pueden dar sentido a todo lo expuesto con anterioridad. Obras tan interesantes como El habitante incierto, Los inocentes o Ull per ull son el paradigma de que algo está cambiando en nuestra geografía musical. Quizá sea la partitura de Ull per ull, serie de televisión dirigida por Mar Tarragona, la que define con más acierto la elegante personalidad de Vaillo. Grosso modo, la historia narra la lucha entre obreros y patronos que tiene a la Barcelona de los años 20 como telón de fondo. El anarquismo, la revolución promovida por la lucha de clases, el sindicalismo y la pasión de un amor imposible son los principales elementos sobre los que Vaillo ha compuesto su retablo de la sociedad catalana de principios del XX.
La obra inicia su recorrido con una panorámica de la revuelta obrera que Vaillo describe con contundencia sobre un enérgico leitmotiv que anticipa los acontecimientos que están por llegar. La percusión, constante y reflexiva, adquiere un sentido cuasi procesional que marca la intensidad de la lucha obrera. Sin caer en la tópica o típica, según se prefiera, idea revolucionaria que siempre acompaña a esta clase de escenas contestatarias, el músico pone los acentos sobre la relación que une a los dos hermanos protagonistas y que a la postre será determinante para el ulterior desarrollo de la historia. Vaillo compone una segunda idea, melancólica y melódica, que desemboca sin solución de continuidad en la segunda gran melodía de la obra, una dramática elegía para cuerda y viento que describe el dolor provocado por la tragedia. Unas cuantas notas del arpa pellizcan ese sufrimiento que la familia de Enric —el hermano como eje principal de la historia— soporta ante el asesinato a sangre fría de Isidre, el romántico anarquista muerto a manos de Torrents, el empresario y dueño de la fábrica textil sobre el que gira gran parte de la trama. Como no hay dos sin tres, Vaillo escribe para el empresario y su familia la melodía más elegante y distintiva de toda la partitura, idea que describe la elegancia y, si se me permite la expresión, opulencia de la típica que no tópica familia aburguesada de principios del siglo XX. Es en esta idea donde se reconoce el estilo elegante y solemne que Ull per ull tiene bajo los distinguidos trazos del compositor.
Como reseñé con anterioridad el nuevo mapa de la música cinematográfica actual está cambiando la fisonomía de un país que pedía a gritos ese cambio generacional, y que está provocando que la música y, por ende, el arte en todas sus manifestaciones posibles, siga avanzando sobre los cimientos que los grandes maestros de la música pusieron hace varias décadas. Barceló, Gil Inglada y Vaillo son los garantes de este cambio, movimiento que demuestra que la música cinematográfica de este país está más viva que nunca.
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