Si consideramos que el cuarteto de cuerda fue la agrupación de cámara por antonomasia de la música clásica, romántica y parte del siglo XX, viene atisbándose desde hace décadas que el de saxos es el cuarteto de nuestro tiempo. La proliferación de cuartetos de saxos, así como de obras dedicadas, ha ido en aumento desde los años 50 gracias a la versatilidad y a las cualidades del instrumento, tan aptas para el jazz, la clásica y la contemporánea. Música tradicional y nueva se citan en este fantástico trabajo —el tercero— de la joven agrupación Kebyart, de cuya trayectoria hacemos eco en este número, que incluye obras de Bach, Felix y Fanny Mendelssohn. Considerado ya como uno de los cuartetos de saxos más reconocidos del país, los catalanes dieron un importante salto en su carrera al debutar en L’Auditori con la OBC y música de Glass el pasado noviembre. Algunas de las propinas de aquel concierto se recogen en el presente disco, como los 7 Capricci de Jörg Widmann, obra que fue dedicada a Kebyart. Un explorador viaje hacia las entrañas del saxofón, con toques neoclásicos y experimentales, recorre las primeras siete pistas, de las que destaca Walzer, los Corale 1 y 2, y la divertida Zircusparade. Con transcripciones propias, el cuarteto salpica el opus 81 de Mendelssohn, en el que se percibe la intención de ‘sonar como un cuarteto de cuerda’ cuando estos cuatro hábiles intérpretes se lo proponen. Con mucha homogeneidad, el grupo aborda el contrapunto de los corales de Bach y Mendelssohn con dinámicas milimétricas y alta precisión antes de deleitarse en algunos capítulos del Lieder ohne Worte opus 30 —gran Agitato con fuoco—, amplificando con belleza las líneas del piano a través del aire y del latón. En aras de dignificar el legado de Fanny Mendelssohn, el cuarteto reserva dos lieder de su opus 6: el bellísimo O Traum der Jugend, que da nombre al disco; y un el virtuoso Saltarello romano para cerrar un disco que, con coherencia programática y una altísima calidad, dejará sin palabras a cualquier amante del saxofón y de la música.
Por Carlos García Reche
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