La madurez de un muchacho
Tenemos ocasión de escuchar una de las últimas producciones líricas del compositor madrileño Tomás Marco, escrita entre 2008 y 2009 por encargo del Estío Musical Burgalés y estrenada en versión de concierto el 28 de julio de 2017 en el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. Aunque todavía sigue sin ser vista sobre un escenario.
El texto lo escribió el propio Marco, partiendo del relato de Zorrilla y añadiendo textos de autores que se han ocupado del personaje (Tirso de Molina, Molière, Lord Byron, Da Ponte, Goldoni) y de otros ajenos al tema como Sor Juana Inés de la Cruz o Quevedo. La intención del compositor es presentar el personaje, el mito, bajo la óptica actual, convirtiendo su creación en una fábula y una reflexión. Desde el punto de vista de la escritura musical, Marco expone su interés en que el texto que se canta sea inteligible, hasta donde es posible en el mundo de la ópera.
La interpretación se debe a la soprano ourensana Carmen Gurriarán (da vida a los personajes de Doña Inés, Doña Ana y Lucía), el tenor Juan Antonio Sanabria (como Don Luis Mejía y narrador) y Alfredo García, barítono madrileño para quien fue escrita la partitura, en el papel de Don Juan Tenorio. Les acompañan el Coro y el Grupo Modus Novus (que nace en el seno de la RTVE) dirigidos por Santiago Serrate. Todos ellos han realizado un trabajo encomiable.
La música es atractiva, aunque conviene escucharla atentamente y más de una vez. El compositor consigue un destacado colorido instrumental, en el que la presencia de la percusión es generosa, aunque sin resultar dominante. El canto ha sido cuidado para que sea entendible, alejado de los recursos tradicionales y sin exigencias sonoras excesivas. Creo que el objetivo es que el «mensaje» llegue al oyente. Momentos destacados son los más conocidos de la historia: el relato de las conquistas (Escena 1), la escena del sofá (Escena 4), el duelo entre Don Juan y Don Luis (Escena 5) y la presentación de la estatua (Escena 7).
La presentación es demasiado espartana. Echamos de menos el argumento y especialmente el texto, pues no resulta fácil reconocer, por ejemplo, qué papel interpreta la soprano en cada momento.
Por: José Prieto Marugán
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