The Mandolin Seasons
Jacob Reuven, mandolina
Omer Meir Wellber, acordeón, clavecín y director
Sinfonietta Leipzig
Hyperion CDA68357
En un registro cada vez más amplio de discos que recogen los famosos y virtuosísticos solos de las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi, Jacob Reuven (mandolina) y Omer Meir Wellber (acordeón y clave) muestran una interpretación original y diferente entrelazada con las Cuatro Estaciones Porteñas de Astor Piazzolla. The Mandolin Seasons, definido por un carácter enérgico y espontáneo, revela una simbiosis única entre la obra del compositor italiano y la del argentino.
El álbum, grabado durante tres días en la Grosser Saal de la Gewandhaus (Leipzig) junto a dieciocho músicos de la Sinfonietta de Leipzig, presenta una versión insólita donde el protagonismo lo toman la mandolina y el acordeón. Así, Reuven y Wellber aportan un catálogo de sonoridades y colores nuevos a las obras de Vivaldi y Piazzolla.
El disco se abre con el Concierto para violín en Fa menor ‘Invierno’ en el que la mandolina de Reuven representa las dos caras de una moneda. Por un lado, un sonido eléctrico, frenético y colérico nos hace sentir el frío, el viento y las tinieblas. Por otro lado, un carácter más afectuoso y brillante nos descubre la felicidad del cálido hogar. Además, nos sorprende la sonoridad que proyecta el acordeón: oscuridad, sombra y bruma.
El Invierno Porteño exhibe, en una interpretación magistral entre la mandolina, el acordeón y el violín, melodías marcadas por la soledad y la melancolía frente a otras con la energía y la rítmica del tango.
Con un estallido de alegría y color se inicia el Concierto para violín en Mi mayor ‘Primavera’, donde el cantar de los pájaros resuena, en trinos brillantes, vivaces y de perfecta ejecución, en la mandolina, el acordeón y el violín. Nos asombra la forma, el matiz y la variedad de los adornos que despliega el mandolinista Jacob Reuven. A continuación, el descanso y el sueño del pastor se reflejan a través de una onírica y dulce melodía interpretada por Reuven y Wellber, acompañada por el sutil viento y el ladrido de perro que ejecuta la Sinfonietta de Leipzig. Finalmente, recuperamos la fiesta y el baile a través de una mandolina de carácter saltarín y danzarín que juega sobre las abundantes notas pedales del acordeón.
La ciudad despierta en la Primavera Porteña de Piazzolla, donde una dinámica melodía va viajando de unos instrumentos a otros hasta terminar en la salvaje y virtuosa mandolina de Reuven. Un profundo y emotivo trémolo desencadena de nuevo en frenéticas y bravías escalas y glissandos.
El Concierto para violín en Sol menor ‘Verano’ se abre paso entre el abatimiento y el cansancio del calor veraniego. Este concierto nos atrapa con la llamativa presencia del acordeón en un papel principal, que muestra un sentimiento de agotamiento y debilidad a través de escalas descendentes y virtuosísticos trinos en el primer movimiento, y melodías de notas largas en el segundo. Además, irrumpe junto a la mandolina con sonoridades mucho más eléctricas que reflejan los vientos y las tormentas de verano.
Los glissandi en doble cuerda con los que Reuven abre el Verano Porteño son un claro ejemplo de lo que Piazzolla quiso expresar, el calor húmedo e insoportable de Buenos Aires. Una imagen que se repite con melodías en trémolo de ritmos más lentos y lánguidos.
A continuación, las fiestas en honor a la cosecha y el canto de los campesinos inician el Concierto para violín en Fa mayor ‘Otoño’ donde la mandolina refleja, con alegres melodías y fugaces descensos, el jolgorio y la festividad. Además, las escalas descendentes del acordeón nos hacen recordar la caricia del viento y la caída de las hojas. La diversión y la celebración se verán interrumpidas por el trémolo profundo de Reuven que, con el acompañamiento al clavecín de Wellber, nos devuelven el sueño y el descanso.
El sutil rubato latino y la melancolía del violonchelista Moritz Klauk en su solo del Otoño Porteño terminan con la pasión y la festividad del verano para acercarnos a los colores rojos, ocres y amarillos característicos de esta estación. Son las melodías, las escalas y los trinos de Reuven los que tratan de mantener los últimos rescoldos de una alegría y vivacidad que poco a poco van desapareciendo.
Sin duda, The Mandolin Seasons es aire fresco en el relato de las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi y las Cuatro Estaciones Porteñas de Astor Piazzolla, bajo una interpretación mimada y reflexionada que no dejará indiferente al oyente.
Por Ana Juanals Bermejo
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