‘El rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico y no significante, definido solo por una circulación de estados’. Este fragmento del conocido libro de Deleuze y Guattari puede ayudar a comprender la intención de este primer disco de la pianista y matemática catalana Laura Farré Rozada. Así, se trata de una propuesta cíclica que nos sumerge en la música francesa de los siglos XX y XXI desde una perspectiva conceptual caleidoscópica, en la que la circularidad se logra mediante múltiples puntos de partida interconectados entre sí. El modelo arbóreo, taxonómico, queda así descartado y esa calidad rizomática nos sumerge en un discurso sonoro que conecta referencias a la música antigua, la tradicional o la litúrgica, con aspectos matemáticos, para llevarnos, como en un sueño, hacia un recorrido muy lúcido, por la escritura pianística reciente.
Un trabajo muy maduro, tanto en el plano interpretativo y técnico como en la facilidad para establecer un discurso coherente en la selección de obras. Laura Farré toma como pilares a Thierry Escaich, Olivier Messiaen, Phillippe Manoury y Henry Dutilleux, compositores esenciales de la música francesa que, además, le sirven como representación de diferentes escuelas: el serialismo integral y sus orígenes con Messiaen, su contraposición en Dutilleux, la electrónica en Manoury o la improvisación en Escaich. A partir de ahí, desde esa concepción rizomática de desbordamiento, aparecen tres autores de generaciones posteriores y provenientes de otros lugares del mundo: Ofer Ben-Amots, israelí y norteamericano con raíces en España y Bulgaria, el finlandés Joel Järventausta y el búlgaro Vladimir Djambazov. Farré convoca estas voces entrelazándolas conceptualmente con los autores franceses desde un análisis preciso de sus influencias, así como de aspectos muy concretos en las obras, construyendo un relato cíclico coherente y atractivo que invita a una atenta escucha.
Siguiendo el trazo que hemos tomado como guía, podríamos concluir que este debut discográfico de Laura Farré ‘no tiene ni principio ni fin, sino un medio por el que crece y desborda’.
Por Sergio Blardony
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