Alfonso Gómez, piano
Orpheus Classical OR 2186-6986
Melómano de Oro
Sobre el pliegue donde convergen ambos conocimientos (artes), justo allí debe acomodarse el melómano, entrelazadas las manos bajo la nuca, dispuesto a escuchar, meditar y ofrecer una explicación de cuanto experimenta. Explicación indemostrable, de acuerdo, pero no menos útil, ni menos cierta. Allí debo acomodarme yo ahora, bajo un cielo estrellado con la selección más completa reunida hasta hoy de la obra para piano de Teresa Catalán. Un piano de lenguaje complejo pero a la vez próximo y accesible, de seductora poética, bello y enriquecedor. Destaco estos términos porque en la belleza reside parte de la magia inherente a la música; y porque enriquecedor es el propósito último de cada contribución musical de Teresa Catalán en el transcurso de su ambicioso proyecto de ‘hacer sonar el mundo’. Tal es su compromiso ético.
Las obras reunidas en este disco abarcan un período amplio y representativo de la evolución creativa de Teresa Catalán. Desde el delicado y cristalino intimismo de figuraciones en ostinato de Rojo amapola, en blanco (2018) hasta la caja de música parodiada en Juguetes rotos (1990) median veintiocho ocho años, lapso cifrado en trece composiciones que, a modo de viaje al complejo interior de la compositora, aparecen en orden cronológico inverso. In memoriam, in honorem… las dedicatorias se inscriben con regularidad en el frontis de obras, marbetes solemnes que acompañan con lustre de verbo sempiterno entramados sonoros capaces de expresarse con la fuerza de lo moderno pero a la vez intemporal, contemporáneo y clásico al mismo tiempo. Si debiera condesar la esencia del lenguaje musical de Teresa Catalán esa podría ser la fórmula. No se percibe caducidad en su obra. Tampoco hay nostalgia por sonidos del pasado.
Entre piezas seleccionadas destaca el conjunto formado por cinco elegías. La oscura y estremecedora Elegía núm. 4 (2009) es un homenaje a Ramón Barce, figura decisiva en la formación de Teresa Catalán, y además de maestro, amigo, reconocido en la dedicatoria fúnebre con un término que, enlazando la música con el conocimiento todo, define a Barce en su dimensión más plena: pensador. Barce había sido homenajeado ya en 2008, con la enigmática pieza Wenn alles geht, nichts geht (Si todo va, nada va). También del compositor Fernando Remacha, miembro de la Generación de la República, tuvo ocasión Teresa Catalán de recibir magisterio. Coral, Preludio y Danza (2010) fue compuesta en reconocimiento al maestro.
Cuantos conocen y hablan de Teresa Catalán destacan su natural modestia. Su música es lo importante, nunca ella. Su música, el público al que va dirigida y aquellos encargados de hacer realidad artística el discurso sonoro: los intérpretes. Este disco cuenta con uno excepcional. El pianista Alfonso Gómez es el artífice que pone en marcha la complicada alquimia ideada por Teresa Catalán. Méritos suyos son, aparte de una tímbrica exquisita y dinámicas precisas, cuidadas con esmero máximo, el equilibrio siempre alcanzado entre complejidad estructural y la claridad expositiva. Para apreciar de entrada el fino estilo musical de Alfonso Gómez, propongo al oyente comenzar el disco escuchando el Preludio núm. 4 en Mi menor opus 28 de Chopin que precede a la bellísima Paráfrasis (2014) de Teresa Catalán, ejemplo práctico insuperable de cómo reformular, con un lenguaje personal contemporáneo, un momento musical del pasado.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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