Tchaikovsky: The Nutcracker
Los Angeles Philarmonic
Gustavo Dudamel, director
Deutsche Grammophon 4836274
2 CD
Melómano de Oro
Noche de Navidad, misteriosa y alegre a la vez. Clara, junto a su cascanueces, va a vivir una historia llena de aventuras, magia, danzas y mucha, mucha música: ¡abrid vuestro corazón porque la fiesta va a empezar!
Estas palabras podrían formar parte de las notas al programa de una obra universal, una partitura sin igual, compuesta por Chaikovski y coreografiada por Petipa e Ivanov: El Cascanueces. Sus pequeños-grandes momentos musicales tienen el poder de soltarse de cualquier amarre argumental, temporal o escénico… Y en eso consiste su grandeza. Así nos lo «narra» Gustavo Dudamel, junto a Los Angeles Philarmonic, en la grabación presentada por Deutsche Grammophon. La obra destila un sinfonismo sin costuras, puro, cristalino, como el de Waltz of the Snowflakes, en el que la sección de viento-madera y un coro angelical transmiten reconfortantes sensaciones; o rotundo y repleto de contrastes que van desde el lirismo lacrimógeno de la cuerda y los metales de A Pine Forest in Winter o el Pas de deux —debo confesar mi debilidad ante una de las cumbres melódicas de la historia de la música—, al marcado carácter programático en la llegada de Drosselmeyer, la batalla con el Rey Ratón o el sabio folklorismo de las danzas del Acto II.
Si bien algunos pasajes denotan cierta precipitación respecto a otras versiones más «bailables», Dudamel mantiene el color y el tempo musical imprimiendo, por ejemplo, el entusiasmo necesario en Mother Ginger o Trépak y una nostalgia a raudales en Clara and Nutcracker o en el Waltz of the Flowers, uno de los momentos más bellos.
La dirección y el conjunto se muestran cohesionados en su lectura de la partitura, destacando a nivel individual flautas, clarinetes, arpa, percusión, trombones, trompetas y contrabajos. Con este doble disco se inicia la colaboración entre el conjunto angelino y la discográfica alemana, y debemos felicitarnos por ello, ya que el resultado de este primer capítulo es emotivo, brillante y vibrante.
Clara despertará y todo habrá sido un sueño: el hechizo de esa noche se habrá roto… Pero no el embrujo de esta obra de arte con cierto aroma a eterno.
Por Alessandro Pierozzi
Ana Amelia González Laguna dice
Precioso trabajo!!