Título: Tár
Dirección: Todd Field
Música: Gustav Mahler, Hildur Guðnadóttir, Edward Elgar
Tár: historia de una caída
Lydia Tár (Cate Blanchett) está en la cima de su carrera. Directora de orquesta, pianista, musicóloga y compositora, ha dirigido las mejores orquestas del mundo. Ahora, con la filarmónica de Berlín, se dispone a realizar un nuevo logro; la grabación de la Sinfonía núm. 5 en Do sostenido menor de Gustav Mahler.
Mediante una sutil forma de narración audiovisual, esta película expone, por un lado, la compleja personalidad de Lydia, y por otro, temas controvertidos como la política de cancelación, el abuso de poder, la separación entre obra y artista o las apariencias.
Lydia Tár: directora de orquesta
El manejo que tiene Lydia de la batuta es un reflejo de su personalidad. Fuerte, llena de ímpetu y maquiavélica. Sobre el podio es poderosa, pero también excéntrica y controladora. Tajante, mueve sus manos y maneja todo a su antojo, la orquesta está bajo sus cuerdas y disfruta ejerciendo su autoridad. Su obsesión hace que no se percate de su progresiva degeneración.
Tras una fachada de afectividad se esconde una frustración que en la película queda marcada por ruidos, a veces sutiles, otras a base de gritos. Sonidos que solo la directora escucha, y que representan su culpabilidad. Su conciencia no está en silencio, y una frustración constante queda marcada en sus sueños, llenos de simbolismos, mostrando que detrás de una mente brillante, puede esconderse un monstruo cuyas acciones lo van encerrándolo en el laberinto.
La Quinta de Mahler
La elección de esta sinfonía para la cinta no es casual. Al igual que la vida de la directora, la Quinta muestra dos mundos opuestos. Y es que Mahler compuso esta obra en su convalecencia contra una hemorragia intestinal por la que casi muere. El compositor revela en los dos primeros movimientos la tragedia, con la presencia constante de la muerte, y un tétrico primer movimiento a modo de marcha fúnebre.
La segunda parte muestra la otra cara de la vida. Comenzando con un frenético scherzo, aparece ahora la alegría de vivir. Finalmente, culmina con los dos últimos movimientos en una musicalidad serena: un adagietto con una parte melódica plena y llena de sentimentalismo en su IV movimiento, y un exuberante final, en el que la orquesta explota con la más absoluta felicidad. No es de extrañar que este quinto y último movimiento no aparezca en la película, pues la vida de Tár cae en picado, asemejándose más a la tragedia de los primeros.
Se muestra así un paralelismo: Tár es estable cuando todo está bajo su control. Por eso le encanta su trabajo. Los músicos que fueron dirigidos por Mahler solían quejarse de los abusos a los que el director les sometía bajo su batuta dictatorial. Así como también a ambos directores les gustaba mantener un control férreo en su vida personal; Mahler anulando a Alma, y Tár controlando las vidas de su mujer y su hija. La manipulación a la que fuerza a las personas de su entorno le está pasando factura hasta tal punto que, el suicidio de una antigua compañera, va a ser el detonante de su caída.
Cuando Lydia empieza a darse cuenta del daño que ha causado, ya es tarde. Sus ansias de poder y su pasión por el triunfo se han convertido en el arma que va a arruinar su carrera.
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