Tantalo
L’armonia degli affetti
Alessandro Urbano, dirección
Alicia Amo, soprano
Carlos Mena, contratenor
Ibs Classical IBS132021
El conjunto suizo L’Armonia degli Affetti nos embarca con este disco en un viaje a la Italia de la Seconda pratica —o stile moderno, según Giulio Caccini—, término con el que Monteverdi describía una nueva música que progresivamente suplantaría casi todo lo establecido hasta la llegada del incipiente siglo XVII. La nueva música, destinada a revolucionar la estética musical de aquel Renacimiento ya perecedero, tuvo en la célebre Camerata Florentina el impulso renovador que suplantaría el contrapunto por la monodia y el bajo continuo. ‘Imitar el habla’ fue una de las premisas de compositores como Giulio –y Francesca– Caccini, Jacomo Peri, entre otros, a los que también se sumaría la escuela romana y veneciana, que promoverían el desarrollo del bel canto gracias a la canción y al aria operística.
El disco recorre la producción de compositores italianos casi olvidados como el propio Caccini, Castaldi, Kapsberger, Benedetto Ferrari, Barbara Strozzi, Mazzochi, y muchos otros, representativos de un Barroco embrionario. Lo recitado y lo cantado conviven armoniosamente en una selección bien escogida y amena, que alterna piezas vocales e instrumentales, donde la patrulla de Alessandro Urbano se recrea con plenitud, especialmente en la primera pista de tiorba sola, Arpeggiata a modo. Carlos Mena y una espléndida Alicia Amo se reencuentran en este trabajo para conmover los afectos del oyente, firmando un registro de primera calidad. De Mena destaca Lo vidi in terra de Marco Gagliano y Queste pungenti spine de Ferrari donde el contratenor alardea de virtuosismo y expresividad por igual. La soprano firma otro disco de impecables intervenciones, y deslumbra en la arrebatadora aria de Caccini Vedrò il mio sol, donde la palabra se eleva hasta la aurora gracias a una técnica y calidez exquisitas. El dueto vasco rueda perfectamente en Lov’adoro e non v’amo, sin duda, otra de las grandes joyas del disco, que constituye todo un deleite apto para el público entendido y el casual, ya que los afectos y sentimientos no entienden de gustos o clases, sino que trascienden la época y el alma.
Por Carlos García Reche
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