Desde la primera nota del quinteto de viento de Peter Mieg podemos dejarnos deleitar por todo lo que el luso Art’Ventus Quintet tiene que ofrecernos. No solo consiguen transmitir esa perfecta unión de los cinco instrumentos, sino que ponen en valor la intervención de cada uno de los componentes en el conjunto de las obras, haciéndolas suyas: personales, musicales y especiales.
Este disco está basado en obras de compositores que son suizos o que tienen una relación importante y especial con Suiza: un país que siempre se ha mantenido neutral, pero en el que sus habitantes tienen la influencia de países y culturas vecinas. Es impensable imaginarse Suiza y no valorar la riqueza lingüística y cultural que posee este país. Es por ello por lo que Art’Ventus Quintet quiere poner de manifiesto obras tan particulares como las que nos presentan, permitiendo e invitando a los oyentes a descubrir nuevos paisajes sonoros y compositores.
La primera obra, Wind Quintet de Mieg, a pesar de haber sido compuesta en 1977, nos deja reminiscencias de otras épocas, recordando incluso al orden y estabilidad barrocos y a la cultura francófona que tanto influyó a Mieg como compositor.
Adagio & Scherzino, de Paul Huber, tiene esa dualidad de asemejarse a un coro en el primer movimiento y, de repente, cambiar a un estilo más ecléctico y juguetón que recuerda a las Seis bagatelas para quinteto de viento de Ligeti.
Es inevitable pensar en música suiza y no pensar en melodías alpinas y, sobre todo, el primer instrumento que se asocia a ello: la trompa. Además de una genuina interpretación de la obra, Quintett de Paul Juon empieza recordando esas melodías alpinas, marcando una seña de identidad a la vez que transportando inmediatamente al oyente.
Divertimento for Wind Quintet de Gion Antoni Derungs, aun siendo quizá la obra más contemporánea del disco, tiene momentos que muestran la unión del Derungs con la música vocal, latente en su música para quinteto de viento.
Una interpretación convincente e impecable a la vez que profesional y cercana. ¡Bravo!
Por Antoine Flores Gracia
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