Reseña | Sinfonías de la mañana Vol. 2

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Martín Llade es periodista, pero entre sus aficiones destacan su faceta de escritor y su pasión por la música clásica. Cada día en el programa Sinfonía de la Mañana de Radio Clásica cuenta un relato sobre la vida o sobre hechos anecdóticos y vivencias de un compositor o de un intérprete, todas ellas basadas en hechos reales con algún retoque literario que nos ayuda a introducirnos más en sus historias, que van acompañadasde una exquisita selección de piezas musicales.

Llade recibió en 2016 el Premio Ondas Nacional de Radio al Mejor Presentador y Mejor Programa por Sinfonía de la Mañana. Se trata de un formato innovador, muy adecuado para la radio, con el que los oyentes podemos aprender y disfrutar al mismo tiempo, un modelo que sin duda hace mucha falta en las ondas. Las historias de Llade hacen que uno se enganche a la radio y a la música clásica. En su libro Sinfonías de la Mañana Vol. 2 podemos disfrutar de 35 relatos acompañados de piezas musicales de grandes compositores como Monteverdi, Mozart, Rajmáninov, Dvorák, Puccini, Bach, Holst, Mahler, Straus o Vivaldi.

Sus páginas nos sumergen en una gran multitud de historias, desde la música de Alfonso Ferrabosco o la de Carlo Gesualdo, del siglo XVI, hasta la del compositor Aram Jachaturián, del siglo XX.

Hay relatos tristes, como el de la austera vida que llevaron Anna Girò y Vivaldi,acompañado por el Stabat Mater en Fa menor RV 621:1,interpretado por el contratenor David Daniels y la agrupación Europa Galante, dirigida por Fabio Biondi.Oel que narra la esclerosis múltiple que fue invalidando a la gran violonchelistaJacqueline Du Pre, acompañadode la Suite n.º 13 “El cisne”, de El Carnaval de los Animales,de Saint-Saens, interpretada por Jacqueline al violonchelo y por Ossian Ellis al arpa. Una pieza sutil y delicada que emociona.

Destaca la interpretación que realiza la Orquesta Filarmónica de Berlín de Los Planetas Op. 32:VII Neptuno “El místico”, de Gustave Holst. Historia que relata cómo una caída durante un ensayo cambió la vida del compositor.

También hay historias de amor. Para algunos el amor por la música estaba por encima de todo, como era el caso de Brahms, quien no se quiso comprometer con ninguna dama y escondía su belleza tras una larga barba. La pieza que acompaña este relato es el Intermezzi Op.117 n.º2 en Si bemol menor, interpretado por el pianista Mikhail Rudy.O la historia de Robert Schumann, que se enamoró de Clara Wieck cuando la vio tocar el piano siendo tan solo una niña. El relato va acompañado por Papillons Op.2: 11, interpretada por Alex Slobodyanik al piano.

Romeo y Julieta es la pieza con la que Martín Llade se enamoró para siempre de la música clásica. Cuando tenía 16 años escucho la Suite n.º2 Op.64de Prokófiev y se quedó totalmente eclipsado por ella. Se trata de una obra que imprime carácter y fuerza, capaz de revivir a la mismísima Julietta Capuleto.

Hay historias graciosas, como la de Prospero Bertani, que no quedó muysatisfecho tras haber visto Aída, ópera en la que invirtió gran parte de su sueldo y por ello decidió escribir una carta a Verdi. La New Philarmonica Orchestra realiza una excelente interpretación de la Danza de los esclavosdel Acto 2de Aída,bajo la batuta de Riccardo Muti.

Las rapsodias que George Enescucompuso con 19 años fueron, a su pesar, sus obras más conocidas.Llade nos cuenta una divertida anécdota de cuando tuvo que dar clases de violín por compromiso a un alumno que no estaba muy aventajado y,tras dar su primerconcierto,la crítica publicada en los periódicos al día siguiente fue, cuanto menos,dudosa. La Orquesta Filarmónica de Montecarlo realiza una gran interpretación de la Rapsodia n.º1bajo la dirección de Lawrence Foster.

En definitiva, el libro-disco Sinfonías de la Mañana Vol.2 vuelve a transportarnos en el tiempo, a acercarnos a la vida de los mejores compositores e intérpretes que ha habido en la historia de la música y nos muestra su lado más humano sin dejar de lado al genio que habitó en todos ellos. Un gran trabajo literario y una gran selección musical que no se pueden perder ningún melómano.

Por: Ana R. Colmenarejo