Los sefardíes tienen en su haber una historia de peregrinación y de exilio, pero también de reconstrucción sonora, a través de las tradiciones de un pueblo que mantiene viva su cultura gracias a su música, sus mujeres y las historias que estas han custodiado a través de los siglos. Y es esto lo que se refleja en esta tercera producción de la pentalogía Sefarad de Mara Aranda, que comenzó en Marruecos y a la que le siguió Turquía.
En esta producción, Aranda nos invita a recorrer una historia musical basada en sus propias experiencias y aportaciones, fundamentadas en investigaciones de campo realizadas a sefardíes de Salónica y de Rodas por especialistas como la etnomusicóloga Susana Weich-Shahak y, con el estudio de los documentos por parte de la escritora Margalit Matitiahu, quienes prologan este disco.
En este disco, la cantante se apoya en tres géneros principales como son el romancero, el cancionero y las coplas sefardíes, de los que selecciona diez temas, algunos casi inéditos y en los que busca plasmar esta crónica musical. Abre el disco la canción sefardí Primavera en Selanika, pieza que se construye a través de tres tradiciones literarias: la búlgara, la turca y la griega. Continúa La dama i el pastor‘primer romance que fue notado, copiado hacia 1421’ y Lavaba la blanka ninya, sin duda una de las piezas más hermosas de esta producción, en la que Aranda, gracias a su dulce y penetrante voz, nos recuerda por qué es una de las grandes intérpretes de este género en España. Pero si de contrastes hablamos, la valenciana nos trae una impresionante reinterpretación de la conocida A la una nasi yo, en la que logra evocar un ambiente intimista, con un tempo reposado y donde prima el lirismo, en contraposición a como se suele interpretar esta célebre pieza.
Pero no es solo la voz de Mara la que destaca en esta grabación, ya que ha contado con ejecutantes de gran nivel como Fernando Depiaggi, Nuno Silva, Houssam Hamoumi, Omran Adrah o Jota Martínez, quienes aportan sus conocimientos musicales y un gran despliegue instrumental como la lyra de Creta, la ta’arilla, kawalas, el clarinete valenciano, la baglama, el ney, zanfona y el salterio, produciendo una sonoridad especial en piezas como Aman tiene karas y Ah Bunu, Bunu.
Por Fabiana Sans Arcílagos
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