Ortega inicia este camino interpretando dos obras del compositor Isaac Albéniz, adaptadas para guitarra. El Capricho Catalán conserva la esencia de la música popular catalana, sin embargo, Cádiz —de la Suite Española—evoca el rasgueo de tradición andaluza, sonoridades diferentes que Ortega conduce con maestría. Este recuerdo adquiere poderío y fuerza en la Serenata Española de Joaquín Malats, donde la cadencia andaluza y el ritmo de tresillo muestran el alma del folklore español.
Antón García Abril convierte a la guitarra en ligadura entre música y palabra, dedicando la segunda y cuarta de sus Evocaciones a Federico García Lorca y Antonio Machado, respectivamente. Dos obras que, bajo el sonido cálido, amable y acogedor de la guitarrista madrileña, transmiten en sus melodías el sentimentalismo, la emotividad y el recuerdo.
Continua Ortega con La Suite Valenciana —en tres movimientos, Preludi, Cançoneta y Dansa— de Vicente Asensio, que homenajea con una sonoridad enigmática e íntima a las raíces de su tierra. Seguidamente, En los trigales, de la Suite Campos de España de Joaquín Rodrigo, muestra la música popular castellana, reflejada a través de una vigorosa danza interrumpida por una melodía de carácter majestuoso.
Juan Erena describe en La luz del alba la última luz del amanecer que ven los condenados a muerte. Acariciando las cuerdas de su guitarra, Ortega expresa el sentimiento de soledad, tristeza y desamparo en una ejecución íntima que llega a las entrañas del oyente. Finaliza el viaje con Joaquín Turina y su Sonata opus. 61, cuyos ritmos y melodías nos recuerdan al cante y el toque flamenco.
Rumores del Mediterráneo, un discocargado de sonoridades que rememoran las melodías y ritmos de tradición española, araña el corazón del oyente con la interpretación de la guitarrista Elena Ortega.
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