El guitarrista Juan Francisco Padilla nos adentra en la música que sonaba en Granada en el siglo XIX realizando un recorrido por la rondeña, un género que vivió su momento de esplendor y quedó después en el olvido.
Fue en 2015 cuando los musicólogos María Luisa Martínez Martínez y Peter Manuel hallaron las variaciones que parten de la obra del guitarrista y compositor granadino Francisco Rodríguez Murciano. Sus melodías entre el folclore y la música culta fueron en su época de total devoción y admiración, llegando a influir en el estilo compositivo de Manuel de Falla, especialmente en una pieza, El homenaje a la tumba de Claude Debusy.
La rondeña folclórica tiene su origen en Andalucía, concretamente en la ciudad de Granada. Se caracteriza por un compás ternario y una melodía principal enriquecida con un acompañamiento abandolao. Un estilo que cobró especial fuerza en el siglo XIX, considerado como una de las variantes del fandango andaluz y que evolucionó hasta ser denominado alrededor de 1860 como flamenco.
Padilla interpreta las variaciones con un sonido historicista, que busca ser fiel al de la época, para ello ha utilizado una guitarra del lutier Antonio Torres de corte popular con cuerdas de tripa afinada a 430 Hz.
En este álbum nos reencontramos con las diferentes versiones que han realizado grandes figuras de la guitarra inspirándose en la Rondeña que compuso El Murciano. Todas ellas parten de la misma idea original y se transforman en sutiles melodías adornadas con trémolos, arpegios picados, complejos punteos y rasgueos marcados. Destacan especialmente la Rondeña de Granada y la del compositor ruso Mikhail Glinka que contó para transcribirla con la ayuda de Malipieri, el hijo del Murciano. La última parte del disco recoge los cantes de rondeña y copla de la época con una gran interpretación realizada por la cantaora Esther Crisol.
En definitiva, nos encontramos ante una auténtica joya musical, una música rescatada del olvido interpretada por el virtuoso Juan Francisco Padilla, que muestra su dominio de la guitarra y una gran versatilidad a la hora de combinar el flamenco con la música clásica, dejando como resultado un trabajo de gran calidad y una belleza sublime.
Por: Ana R. Colmenarejo
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