Romances inciertos. Un autre Orlando
François Chaignaud, voz
Jean-Baptiste Henry, bandoneón
François Joubert-Caillet, violas da gamba
Daniel Zapico, guitarra barroca y tiorba
Pere Olivé, percusiones históricas y tradicionales
Nino Laisné, dirección musical
Alborada éditions ALB002
★★★★
La referencia a la biografía ficticia del caballero Orlando de Virginia Wolf es un guiño a la ambigüedad de género que vertebra este sofisticado proyecto, reminiscente de la ópera-ballet, concebido por François Chaignaud y Nino Laisné. La versión discográfica que llega a nosotros corresponde a un registro en condiciones de estudio realizado en el Arsenal de Metz en agosto de 2020, pretende, en palabras de los coautores, ser más que una ‘huella del espectáculo’ y dar vida nueva a epopeyas ‘cuyas continuas metamorfosis no alcanzan a satisfacer la búsqueda del ideal’.
Músicas de los siglos XVI al XX, de las tradiciones oral y culta, sirven a tres personajes, protagonistas en sendos actos musicales, alimentados de pasiones esquivas y cambiantes. La mujer travestida de soldado que sigue a su amado a la guerra da voz soprano a un romance popular, a una canción sefardí, a un villancico anónimo del Cancionero de Upsala, donde modula a la gravedad del bajo que emerge a luminoso tenor, ‘sombra soy del que murió’, en el mismo verso. El arcángel de hermosura ambigua que ‘canta en los vidrios’ (áspera emisión sonora) estrofas del San Miguel de García Lorca, otras que acompañan danzas populares (jota de los laos, corri-corri de Cabrales) y un aria doliente para castrato de zarzuela barroca. La gitana Tarara, por último, mujer misteriosa, canta al abandono en La farsa monea, las coplas de García Padilla y Mostazo que se cantara en el film de El barbero de Sevilla (1940) y otras tonadas populares inspiradas en su propio mito.
La Tristeza de un Doble A, de Piazzolla, sirve de obertura al lucimiento exclusivo de un elenco instrumental fabuloso cuya heterodoxa mixtura tímbrica es altamente sugestiva. Las piezas instrumentales, interludios entre las vocales, destacan por su contrastada rítmica y colorido. La jovial Folía canaria y la Folía barroca, de comienzo oscuro y ulterior delirio; Rosario, marcha de Semana Santa, o la improvisación para bandoneón y viola de Nana sevillana, son una delicia. La Sonata de Gallès y el célebre Vértigo de Royer, originales ambos para clavecín, merecen lugar aparte entre los arreglos de Nino Laisné.
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