Admirada por su precocidad y su talento, no exentos de una ‘madurez’ musical aún sin pulir, parece haber encarado un interesante viaje por bellas veredas hacia destinos desconocidos. Un auténtico descubrimiento. Romance es el título de este trabajo que nos abre la puerta al Romanticismo por el que transita la ilustre pianista y compositora, admirada por Chopin, Liszt o Schumann, su marido: ¿les suenan? Un estilo dulce, atormentado, convincente y sentimental adorna unos pentagramas escritos con el máximo rigor, con plenitud creativa y sin ataduras psicológicas. Desde su Concierto en La menor opus 7 —una obra interesantísima— hasta la clasiquísima Piano Sonata en Sol menor, pasando por los arreglos de dos obras de Schumann —Myrthen opus 25 y Liederkreis opus 39— o los Romances opus 11 y el fabuloso Scherzo —momento culminante del disco—, Clara alza la voz a los cuatro vientos como creadora espléndida, pianista excepcional y, sobre todo, mujer con una personalidad arrolladora e independiente. Y Kanneh-Mason, en cierto modo, se embebe de este espíritu y nos lo cuenta tal y como es. Como solista junto a la orquesta Royal Liverpool Philarmonic, o junto a la violinista Elena Urioste en los Romances opus 22, o en el mano a mano con su piano, la joven británica nos presenta una sucesión de imágenes llenas de ternura, frescura y emoción. Su toque denota claridad, intensidad y un estilo descriptivo transparente, aunque en ocasiones no alcance la cima del tan deseado y complejo rubato romántico, pero es cuestión de tiempo.
Decía Clara Schumann: ‘Una vez creí que tenía talento, pero abandoné esa idea; una mujer no debe desear componer porque nunca ha sido demasiado hábil para ello. ¿Por qué iba a esperar yo a poder hacerlo?’ ¡Menos mal que se dio cuenta a tiempo!
Por Alessandro Pierozzi
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