El pasado mes de octubre llegaba al mercado Ricercata, quinto trabajo discográfico del pianista madrileño Mario Prisuelos. Con la excepción del admirable registro dedicado a la recuperación de la música del coruñés Marcial del Adalid (Universal Music, 2015), el interés de Prisuelos por la obra de compositores españoles contemporáneos ha sido constante en su discografía.
En Música española para piano: Del barroco al presente (Verso, 2012) combinaba de manera audaz piezas de Antonio Soler con otras de Consuelo Díaz, Tomás Marco y Daniel Stéfani, sin olvidar a clásicos de nuestro nacionalismo musical. Visiones (Verso, 2013) está íntegramente dedicado a compositores españoles nacidos entre los años 1975 y 1988.
El penúltimo registro es un monográfico dedicado al piano de Tomás Marco (Ibs, 2017).
Ricercata, por el contrario, tiene como protagonistas a compositores y obras del repertorio pianístico internacional del siglo XX: Dmitri Shostakóvich y sus 24 preludios opus 34; Karlheinz Stockhausen y la Klavierstück XI; György Ligeti y Musica Ricercata; obras que Prisuelos ha interpretado en recitales, que aprecia y conoce bien, y desde hace tiempo deseaba llevar al disco. Ricercata es su proyecto más personal.
Trabajador rápido e incansable, Shostakóvich completó el ciclo de los 24 preludios opus 34 en poco más de dos meses, entre el 30 de diciembre de 1932 y el 1 de marzo de 1933, sin dedicar por lo general más de un día a la composición de cada pieza. Al igual que Chopin, Shostakóvich rehusó el orden propuesto por Bach en el Clave bien temperado y siguió de manera estricta el círculo de quintas hasta agotar, unas veces con humor, otras de manera grotesca, siempre con nostalgia, todas las tonalidad en un ciclo fecundo en referencias a estilos y compositores del pasado.
No es difícil escuchar al nocturnal Chopin en los preludios 1 y 3, antes de recordarnos aquello vio el viento del oeste ; al Satie circense de Parade recuerda el Preludio núm. 6; y al segundo tema de la Quinta de Mahler (nada menos), el núm. 10; el Liszt más oscuro, mortuorio y trágico, el más grandioso, asoma en el núm. 14; y quizá fuera pensando en el núm. 15 cuando la pianista Sofia Moshevich definió la obra como un conjunto de imágenes chaplinescas .
Pero en los 24 preludios opus 24 hay mucho más. No todos son técnicamente complejos, pero sí requieren claridad interpretativa. Poseedor de una gama amplia y refinada de matices, Prisuelos es un pianista idóneo para interpretarlos; extrae de cada pequeña pieza texturas límpidas, contrastadas, plenas de color.
El suyo es también un piano rotundo, enérgico, en extremo versátil. Pero aquí el énfasis hay ponerlo en la belleza sutil que extrae de la nostalgia. Escúchese los preludios 22 y 23; el contraste entre ambos es maravilloso.
En Stockhausen no está presente el humor cáustico de Shostakóvich; ningún humor, a decir verdad. Su gravedad es la propia del artista que de manera consciente hace avanzar el arte. Compuesta en 1956, la Klavierstück XI (pieza para piano XI) es un ejemplo temprano de música aleatoria dentro de un conjunto cuyas primeras piezas son plenamente seriales.
La originalidad de la número XI radica en su estructura, formada por 19 secciones que el pianista puede intercambiar a voluntad antes de interpretar la obra. Al disonante comienzo (repetición acórdica de cuatro notas) que se reafirma en varios momentos, suceden silencios largos y figuraciones en timbres extremos. Prisuelos ejecuta cada evento con precisión quirúrgica; los graves con pedal parecen insondables, sobrecogen de tanta oscuridad.
Musica Ricercata, compuesta entre 1951 y 1953, es un conjunto de once movimientos que solo al final desarrolla la forma del ricercare; los números previos son todos ejemplos de la técnica conocida como pitch contents, que explora variaciones de registro, ritmo e intensidad a partir de una sola nota. En el Sostenuto inicial la nota elegida es un La, que desemboca más adelante en un Re. El proceso de adición continúa hasta aparecer las 12 notas en la última pieza.
Además de un ingenio sin límites Ligeti ofrece buenas muestras de humor balcánico en ciertas combinaciones rítmicas: el Allegro con spirito, sin ir más lejos.
La interpretación de Prisuelos es sencillamente colosal. Excelente registro sonoro. Disco imprescindible.
Por Alejandro Santini Dupeyrón
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