El disco se abre con Don Quichotte à Dulcinée, un conjunto de tres canciones en el que ya se vislumbra la excelente cooperación entre los dos intérpretes. La música fue en principio un encargo para la película Don Quixote, aunque al final fue Jacques Ibert el encargado de componer la banda sonora. Las tres canciones utilizan ritmos típicos de la música popular española y cubana: guajira, zorcico y jota. El barítono expresa convincentemente las diferencias dinámicas y el carácter de cada pieza.
Seguidamente escuchamos Deux mélodies hébraïques, basadas en cantos tradicionales hebreos. Están interpretadas con mucha sensibilidad. En las Chansons madécasses participan también la chelista Aurélien Pascal y la flautista Mathilde Calderini. Se trata de tres canciones basadas en poemas de Evariste Parny y su audición merece mucho la pena, en primer lugar porque no es muy habitual escucharla en recitales y en segundo lugar por la originalidad en la combinación de instrumentos, convirtiéndose la voz en el instrumento solista del cuarteto.
De los Cinq chants populaires destacamos la elegancia de la canción francesa, el efecto de diálogo en la hebraica o la reminiscencia de las guitarras en la canción española. También escuchamos las Cinq mélodies populaires grecques a las que Ravel puso el acompañamiento; Les Histoires Naturelles, cuyo estreno fue un auténtico escándalo y dividió a la crítica; cerrándose el disco con Ronsard à son âme y Sur L’Herbe. La voz de Sicard se caracteriza por una cuidada dicción y calidad sonora, que es acompañada magistralmente por Cardona. ¡Fantástico!
Por Francisco J. Balsera
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