Quattrocento
Capella de Ministrers
Carles Magraner, dirección
CDM 1742
Cuando hablamos del Quattrocento hablamos de una época de bisagra entre la estética medieval y los pilares de la música instrumental hasta el primer Barroco. Aquí se asientan y estructuran las danzas cortesanas que se desarrollarán hasta alcanzar las suites del siglo XVIII. En el contexto del renacer del teatro clásico, la música cobra un papel fundamental para introducir personajes alegóricos y acompañar sus textos, en una época en la que poesía y música son aún elementos indivisibles, como demuestran los numerosos cancioneros datados del Cuatrocientos.
Haciendo selección de diversas fuentes entre 1465 y 1520, incluyendo los Cancioneros de Palacio y Montecassino, la Capella nos introduce en la delicada y sobria música de la Corte napolitana. Agrupados en ballos, el precursor de las suites, descubrimos hasta veintitrés piezas cantadas y vocales interpretadas de manera instrumental. Por un lado, encontramos la formación de alta capella, compuesta de los vientos y la percusión, interpretando piezas como el majestuoso Zappay [lo campo]o la conocida Altade Francisco de la Torre; por otro, los instrumentos bajos, como vihuela, viola da gamba o flauta de pico, así como el precursor del clave, el exequier, con obras como La vida de Culin, muy extendida por toda la Italia meridional, o Madonna Katerina, ya categorizados como pavanas, gallardas, pivas o saltarelos, en un ambiente en el que la danza es todo un protocolo en el que nobles y poderosos no solo disfrutan del asueto y la música, sino que realizan todo tipo de acuerdos y disposiciones fuera de los medios oficiales, como alianzas o desposorios.
Desde las graves bajadanzas hasta los saltarelos más desenfrenados, este programa es todo un festín musical a la altura de los reyes del Mediterráneo.
Por: Pablo F. Cantalapiedra
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