El pianista Félix Ardanaz nos invita en su sexto trabajo discográfico a realizar un recorrido por algunas obras pianísticas de comienzos del siglo XX cuyos compositores estuvieron muy enraizados en la cultura parisina de esa época. Del repertorio seleccionado escuchamos dos obras de Debussy (el preludio La fille aux cheveaux de liny el estudioPour les arpèges composés), el monumental Gaspard de la Nuitde Ravel, las tres primeras Gnossiennesde Satie, la Canción de Manuel de Falla y dos números de la Suite Iberia de Álbéniz, concretamente ‘Triana’ y ‘El Corpus Christi en Sevilla’.
El Preludio con el que se abre el disco está basado en el poema de título homónimo de Leconte de Lisle y la música tiene un carácter sereno y lírico. El pianista construye de manera formidable las dinámicas, dando lugar a una dirección melódica realmente expresiva. El Estudio, en el que se combinan los arpegios entre las dos manos, presenta sonoridades que nos transportan a las primeras obras de Debussy. Tras estas dos breves piezas viene una de las grandes obras de la literatura pianística que data de 1908, Gaspard de la Nuit. Es visible la experiencia que Ardanaz tiene interpretando esta composición. Además de poseer una técnica impecable, el músico ha sabido recrear con gran precisión el colorido sonoro de los diferentes números, desde la dulzura de Ondine, pasando por el ambiente sombrío de Le Gibet y terminando con el ritmo arrebatador en Scarbo. Cambiamos completamente de estilo para adentrarnos en la estética melancólica de tres Gnossiennes de Satie. Compuestas en 1890, se caracterizan por su naturaleza cíclica, repetitiva, y ofrecen una gran libertad al pianista para su interpretación. De estética similar pero claramente de corte romántico, es la Canción de Falla que escuchamos a continuación. El disco se cierra con las dos obras de la Iberia que citábamos al principio y que el pianista toca con gran expresividad y sin ningún tipo de ostentación. Se nota en su concepción el bagaje que Ardanaz tiene como director de orquesta. Imprescindible.
Por Francisco J. Balsera
Deja una respuesta