El multiinstrumentista, constructor de instrumentos y compositor Abraham Cuperio nos sumerge con este disco en un viaje en el que se dan tres elementos de igual importancia: los diferentes instrumentos que protagonizan cada uno de los temas, entre los que se encuentra su célebre karnyx; esos mitos que dan nombre al álbum, y que recorren diversos siglos y territorios del mundo; y los arreglos que interpreta la Royal Philarmonic Orchestra, que no solo se limita a arropar al solista sino que cuenta con el mismo protagonismo a la hora de conducir la música y apoyar la narración.
Cupeiro ha conseguido con este álbum una experiencia inmersiva que lleva al oyente a querer indagar en cada pieza, a buscar relaciones entre el sonido particular de cada uno de los instrumentos protagonistas y la historia que proponen.
En ‘Réquiem por Marsias’, ‘El océano cósmico’, los momentos solistas aparecen especialmente destacados y se aprecia el timbre particular que cada uno de estos aerófonos aporta. Por otro lado, temas como ‘Simurgh y la pluma de oro’ o ‘El Señor de la danza’ cuentan con una orquestación brillante y colorida que recrea en cada ocasión un universo sonoro concreto, dibujado con solvencia por la Royal Philarmonic.
Por las características de la música, e incluso por la manera en que cada título viene acompañado en el libreto por un breve texto e imagen que resume cada historia, hay en este disco un factor visual que me parece importante destacar.
La suma del sonido específico de cada flauta o cuerno utilizado por Cupeiro, y el arreglo orquestal elaborado en cada caso, reviven las leyendas de un modo casi cinematográfico.
Esta habilidad no solo pone en valor el trabajo de recuperación organológica que está realizando este músico gallego, sino que refleja la capacidad de la música —de la música bien hecha, cabría añadir— para transportarnos a estos espacios legendarios y recuperar así estos Mythos que, como la Atlantis que despide el disco, permanecen de otro modo sumergidos.
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